Afuera de la Argentina se caracteriza al gobierno de Kirchner frecuentemente de populista. Personalmente, creo que “populista”, es decir gastar el dinero público y hacer políticas con el objetivo prioritario de obtener votos, puede tener lados buenos y malos. Es absurdo decir que los gobiernos simplemente no tienen que intervenir en la economía y que intervenir en si es malo como dicen los neoliberales. Los gobiernos, deben intervenir para crear equidad, igualdad de condiciones y cuando no lo hacen surgen serias injusticias.
En el mismo Estados Unidos el “anti trust” consiste en toda una infraestructura legal para impedir el poder monopólico. En el caso de Argentina, por ejemplo, las “intervenciones” de Kirchner apoyando mejoras en la educación y la salud pública son políticas que demuestran que recolectar impuestos e invertir en la sociedad es algo muy necesario. Pero históricamente, la Argentina, estaba demasiado regulada, los gobiernos eran muy intervencionistas y el país necesitaba una cierta dosis de liberalización. Pero esta, cuando llegó de la mano de Menem en los 90s, se hizo tan rápido y combinada con una moneda fuertísima y una tasa de endeudamiento insólita que el resultado fue caos y desgracia para la mayoría de los argentinos. La retirada del gobierno sobre la economía dirigida por Menem y Cavallo creó una enorme inequidad, el PBI creció enormemente pero la desigualdad aún más. Y además mucha de esta prosperidad era prestada como se vio en el desastroso default.
PAIS UNICO.
Es en ese entorno post default que entra Kirchner como el salvador antimercado, que se va al otro extremo, y dirige una política en la que resulta que la gente cree más en el gobierno como regulador de precios que en el mercado. No recuerdo otro país en el mundo en el que el gobierno envíe inspectores a los comercios a decir cuanto tiene que costar la ropa o la comida, como ocurre hoy en día en la Argentina.
El Clarín de ayer, diario de más tirada en Argentina, tiene un titular en rojo en la portada que dice “Intentan frenar una suba de precios de fin de año”. En este artículo el subtitular dice “Quieren que la carne baje en los mostradores desde el lunes. También apuntan a frenar el alza del pollo acordando con exportadores de maíz. Y negocian valores indicativos para la canasta navideña”. ¿Por qué puede ser que en Argentina hagan falta precios regulados y en ningún otro país que yo conozca no? Supongo que por dos razones. La primera demagogia pura de un gobierno populista que quiere hacerse amigo del votante haciéndole creer que los empresarios y comerciantes de su país son unos estafadores, y que si ellos no los defienden el mercado va a fallar y el argentino medio será explotado.
La idea que promueve el gobierno de Kirchner es que el mercado fracasa y ellos intervienen para salvar al ciudadano, algo que simplemente no es verdad. No es que yo piense que el mercado siempre funciona. Hay industrias que, por su naturaleza monopólica, tienen que ser reguladas, como por ejemplo la distribución de energía. ¿Pero la ropa? No me puedo imaginar al gobierno español de Zapatero llamando a Amancio Ortega para decirle que baje el precio de sus pantalones, ya que en España existe el libre comercio y es H&M que se ocupa que Zara no suba el precio de los pantalones. H&M y muchas otras marcas.
DISTORSION
Pero en la Argentina eso es lo que ocurre, Kirchner personalmente se mete en estos temas y organiza boicots a empresas como ocurrió con Shell. Supermercados y tiendas varias reciben visitas de inspectores al mejor estilo fascista que controlan que no suban los precios, cuando en el resto del mundo esto es totalmente innecesario porque no hay mejor policía para el mercado que la libre competencia. Pero en la Argentina, curiosamente, la libre competencia no es tan libre, no sólo porque al regular precios se distorsiona el mercado, sino porque la Argentina tiene un absurdo y corrupto sistema de aduanas que hace que los productos que entrarían a competir y bajar los precios no entren o paguen tarifas absurdas y todo tipo de impuestos.
Si la Argentina desmantelara sus aduanas y solo se ocupara de que no entren substancias ilegales tipo drogas, la entrada de productos de países vecinos como Brasil haría que los precios de alimentos y otros productos de primera necesidad no suban de precio. Pero como otra de las políticas populistas es llevarse mal no solo con empresarios y comerciantes, sino con otros grupos supuestamente malintencionados como los extranjeros, la relación entre Kirchner y Lula ha sido pésima. Más información de las ultimas noticias de economia en Argentina.
Creo que Kirchner debe ser uno de los pocos presidentes que frecuentemente maltrata a sus países vecinos, Chile, Uruguay, Brasil. Todos salvo la querida Bolivia del perdido populista Evo Morales y la lejana Venezuela de Chávez, un gran ejemplo de país fracasado cuyo producto bruto por persona es insólitamente un tercio del ya sufrido argentino medio, pero que Kirchner curiosamente… adora. Así es como Menem se llevaba bien con todo el mundo y su política fue un rotundo fracaso.
Malos vecinos. Muchos argentinos liderados por Kirchner creen ahora que “llevarse bien con los vecinos es malo” y la Argentina estrangula injustamente a Uruguay, por ejemplo, por supuestos temas de contaminación ambiental cuando la Argentina contamina mucho más al planeta por habitante que Uruguay. Se supone que Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina tienen una especie de UE llamada Mercosur y que en esta zona los productos, servicios, personas tendrían que circular libremente. Pero no, en vez de abrir a la economía argentina y eliminar la aduana con Brasil y otros países vecinos y tener menos poder (en Europa al desmantelar las aduanas los gobiernos locales entregaron el poder de regular la mayor parte de su economía), Kirchner prefiere controlar el tráfico de mercancías con Brasil y otros países con un ejército de burócratas aduaneros y luego tener otro ejército de burócratas controlando los supermercados, ya que los burócratas aduaneros pararon justamente a la mejor arma para controlar los precios, las mercaderías más baratas.
Esa es la esencia de los gobiernos populistas y este es el lado oscuro del gobierno de Kirchner: desconfianza a los comerciantes, desconfianza a los empresarios, desconfianza a las empresas multinacionales, desconfianza a los países vecinos, desconfianza a los países lejanos y poderosos, desconfianza a sus empresas. Todo esto es lo opuesto que hace falta a la Argentina para crear un entorno de éxito. Para llegar a ser lo que la Argentina puede ser, un país con el ingreso medio similar al español y no un cuarto del mismo, pésimamente distribuido. Si desea más información, póngase en contacto con nosotros.