Aunque la globalización y las comunicaciones han achicado el planeta, hay lugares que mantienen el mismo aire de exotismo y lejanía que hace siglos. Oriente conserva intacto su misterio y es, por lo tanto, un territorio apto para adjudicarle todo tipo de leyendas, sabidurías, curas milagrosas, filosofías superiores y secretos milenarios. A la sombra de este misterio que no se extingue florece una serie de orientalistas made in Argentina que desprecian el pragmatismo occidental aunque hayan nacido en Salta o en Avellaneda, una pléyade de defensores de prácticas exóticas –cuanto más exóticas mejor– que miran por encima del hombro al resto de los mortales que no hemos tenido la inteligencia de iniciarnos en los misterios de Oriente. Existen básicamente dos formas de ser oriental. La primera, modesta y pobretona, consiste en hacerse devoto de la Banda Oriental y consumir filosofía y productos uruguayos. La segunda, más prestigiosa y supuestamente original consiste en ser un admirador a ultranza del Oriente más lejano, esa zona indefinida liderada por China pero que abarca, como dice la canción de una murga oriental (de Montevideo), “a esos chinos de países similares que no son chinos pero son chinos igual”. En esta nota, 10 tips infalibles para poder integrar la legión esnob que cree que comer algas, practicar Tai Chi Chuan y consultar el I Ching es la forma posmoderna de la revolución social que acabará con la eterna decadencia de Occidente.
1- Haga del aforismo su género literario predilecto
A diferencia de los occidentales, los orientales made in Argentina manifiestan su sabiduría a través frases breves y sentenciosas. He aquí algunos ejemplos prácticos. Si a su mejor amigo se le ha incendiado la casa, ha perdido el empleo y su mujer lo ha abandonado, haga gala de lo que aprendió de Oriente y dígale: “Si tu problema tiene solución, ¿por qué te afliges? Y si tu problema no tiene solución, ¿por qué te afliges?” Si su amigo no está demasiado ocupado en juntar lo pedazos de su vida, es probable que lo mande bien lejos. Y, con un poco de suerte, a lo mejor aterriza en China. Si lo que quiere, en cambio, es un texto light para conquistar chicas, aplique un aforismo del célebre Ernesto Esteban Etchenique creado por Fontanarrosa: “Piensa un minuto y serás sabio. Piensa una hora y llegarás tarde.”
2- Anímese a hacer gansadas en lugares públicos
Un aprendiz de oriental no debe temerle al ridículo. Por eso, júntese con su grupo de elegidos en los lagos de Palermo, en el Parque Centenario o en la placita de su barrio y practique Tai Chi Chuan a la vista de todo el mundo, es decir, vístase de blanco y muévase junto a sus compañeros con movimientos ampulosos en cámara lenta, como si se tratara de un ballet luego del electroshock. Lance de vez en cuando una patada al aire y practique sucesivamente el paso de la grulla, del oso, del mono, del tigre y del ciervo. Y no se preocupe si le gritan groserías de los camiones y los colectivos. Hay gente muy animal
3- Consulte el I Ching y el horóscopo chino
No salga de su casa sin consultar el libro de la sabiduría milenaria y adaptar sus sentencias a su realidad inmediata. No lo dude, si el I Ching le dice: “Deberás enfrentar las grandes aguas”, es una fija, otra vez se inundó Belgrano. En cuanto al horóscopo chino, suele generar ciertos inconvenientes en las mujeres. Queda feo contestar en una reunión “soy gato”. Prefiera “gato de metal”, si es fría; “gato de madera”, si no sabe bailar. Y si es un hombre poco agraciado y también un poco tonto, ni se le ocurra admitir “soy un pescado”. Es mil veces preferible que diga “soy un tiburón” o incluso “soy sardina de lata”.
4- Incorpore a su léxico la palabra “energía”
No importa que no sepa qué quiere decir exactamente, pero atribúyale todo lo malo a la acumulación de “energía negativa” y todo lo bueno a la circulación de “energía positiva”. Entiéndalo bien, el universo entero es energía. Según parece, el orientalismo también funciona a base de hidrocarburos.
5- Estudie algún instrumento exótico
En materia instrumental, el oriental argentino prefiere India y no China. Por eso, si aspira a intensificar su proceso de orientalización, haga un curso acelerado de “tabla” o de “sitar”. No importa tanto que toque bien –por eso no se desanime si en toda la primaria no pudo pasar del triángulo o el toc-toc–, sino que cumpla con el ritual exigido. Para ejecutar su instrumento siéntese en el piso con un almohadón haciendo gala de su flexibilidad articular. Pero es imprescindible que lo haga con los pies descalzos, mucho mejor si tiene las plantas sucias, porque de esa forma acreditará que está en plan de transitar sin zapatos el largo camino de la sabiduría. Aquí casi nadie sabe cómo suena un sitar bien tocado, pero es vox populi que los músicos orientales no usan mocasines.
6- Consuma algas y otras porquerías incomibles
Una visita al barrio chino de Belgrano puede hacer mucho por su proceso de orientalización. Allí encontrará todos los productos alimentarios que usted jamás compraría, si no fuera porque hacerse el oriental es una forma de ser diferente y de acreditar una elevada espiritualidad. Renuncie al asadito de los domingos en beneficio de un suculento plato de algas cocidas al vapor con un poco de arroz integral con salsa de soja y esas horripilantes láminas de pescado que usted confundió con esas ricas y grasosas papas fritas occidentales de bolsita. Eso sí, absténgase de los aspectos más escatológicos y truculentos de la comida oriental: nada de gusanos, cucarachitas y mucho menos, perros. También la orientalización tiene un límite. Además, usted no puede hacerle eso al Boby, tierna mascota de sus hijos.
7- Entérese: “los chakras” no son un grupo de cumbia
Los chakras son vórtices de energía instalados en nuestro cuerpo. Todos tenemos chakras, lo que explica la adhesión masiva que logró Alfredo de Ángeli. Estimularlos adecuadamente nos “armoniza” (palabra privilegiada del vocabulario orientalista) y nos cura porque nos permite conectar nuestra energía con la del resto del universo. Además, es una buena excusa cuando uno no pudo asistir a una reunión social: “Me fue imposible ir, estuve estimulando mis chakras.” Ayunos, agua pura y una sesión de acupuntura también pueden hacer milagros. Además de eso, deberá abominar de vacunas y antibióticos, medicaciones de la decadente cultura occidental. Sobre todo, abomine de ellos si está sano.
8- Mejore su relación de pareja con el Feng Shui
Si las peleas de pareja se producen porque él/ella deja la toalla húmeda tirada en el baño, el Feng Shui le da una buena oportunidad para que renueve sus argumentos. Por eso, haga los reproches que realmente importan: “No dejes abierta la tapa del inodoro que se va la energía”, “Sacá el auto de la vereda que bloquea la entrada de bienestar a casa”, “Lustrá los bronces de la puerta para que la fortuna no pase de largo”, “Pintá las paredes del dormitorio de azul que necesito relajarme.” Una cosas es dar órdenes como un occidental insufrible y otra muy diferente es hacerlo desde la milenaria sabiduría oriental.
9- Haga reflexología; el mundo se pondrá a sus pies
Mientras los occidentales vamos al gimnasio para que nada se nos caiga, a los chinos no les importa tener los órganos por los pies. Es un signo de sabiduría resignarse a que la ley de gravedad es inexorable. Por eso tienen el bazo, el hígado, el páncreas, la hipófisis y cuanto a usted se le ocurra en la zona más baja de sus extremidades inferiores. Tan desarrollada está la teoría de la inexorable caída del cuerpo, que existen mapas de la ubicación de los órganos en las plantas de los pies. Por eso, si quiere ser oriental, renuncie a los mapas convencionales, cómprese una guía de sus propios órganos, recórralos y mande postales desde su hígado.
10- Medite, goce del sexo tántrico y lea a Osho
Si usted aspira a ser un oriental made in Argentina, no puede dejar de lado ninguna de estas tres recomendaciones. Eso sí, no hay garantía de que de esta forma sea muy original. Para meditar hay que poner la mente en blanco: hay mucha gente que la tiene así. El sexo tántrico procura alcanzar el máximo placer, que es lo que busca la mayoría cuando tiene sexo. Osho, por su parte, es un clásico del orientalismo vernáculo con miles de seguidores. Bien dicen que no hay nada menos original que la intención de serlo. Y, para terminar, otro célebre aforismo de Etchenique: “Si quieres alcanzar la sabiduría…empieza a correr ya!
*Editora de Cultura e Internacionales de NOTICIAS