Entre la gran cantidad de extranjeros que fueron a buscar un lugar bajo el sol de California, dos se destacaron en las últimas tres décadas: el actor austríaco Arnold Schwarzenegger, que se convirtió en gobernador de ese estado opulento, y el médico indio Deepak Chopra, gurú de algunos de los habitantes más ricos del estado norteamericano más rico. En el 2009 apareció con frecuencia en los medios a causa de un pupilo y amigo: el cantante Michael Jackson, quien murió a los 50 años en circunstancias que apuntan a un exceso de consumo de analgésicos y antiinflamatorios.
Chopra, maestro espiritual de Michael durante veinte años, estuvo presente en los principales programas de televisión y radio, para intentar explicar las razones que llevaron al cantante, uno de los más talentosos artistas pop de todos los tiempos, a naufragar psicológicamente. “Todo el mundo tiene su sombra”, resumió. El lado sombrío de la existencia, que incluso el sol de California puede oscurecer, es el tema de su libro más reciente, “El efecto sombra-Encuentre el poder escondido en su verdad”, escrito junto con Debbie Ford y Marianne Williamson.
A los 63 años, el autor de “Las siete leyes espirituales del éxito”, una de las primeras obras que hizo crecer su cuenta bancaria, tiene más de sesenta libros publicados, de los cuales ya se vendieron 25 millones de ejemplares en todo el mundo. Otra prueba de que la autoayuda beneficia principalmente a los autores que consiguen alcanzar best-sellers en ese género.
Periodista: Usted es conocido como el gurú de las celebridades. Las personas generalmente se impresionan con sus relaciones espirituales, y extra espirituales, como Madonna, Demi Moore, David y Victoria Beckham, Winona Ryder y Elizabeth Taylor.
Deepak Chopra: En realidad, no paso mucho tiempo con celebridades: ellas representan menos del 1% de mis clientes. Los artistas y otros protagonistas del mundo del espectáculo me buscan cuando notan que su creatividad y todo el circo montado alrededor también implican cuestiones existenciales. El gran problema de estas personas es que su imagen pública no coincide con su realidad interior. La imagen que crearon puede ser una gran mentira. Mi trabajo consiste en ayudarlas a encontrar o reencontrar su propia verdad. Pero eso, en mayor o menor grado, vale para todos los que atiendo, sin importar su profesión.
Periodista: La cantante Lady Gaga dijo recientemente que usted es una de sus principales influencias. ¿Se ven seguido?
Chopra: Es una muchacha extremamente inteligente y madura para su edad. También es una excelente compositora. Hablé con ella esta mañana por teléfono. Conversamos al menos dos veces al mes.
Periodista: ¿Podría decirnos de qué conversan?
Chopra: ¿Le preguntaría a un psicoanalista de qué habla en las sesiones con sus pacientes?
Periodista: Cuando falleció Michael Jackson, usted ofreció varias entrevistas sobre él en la televisión norteamericana. ¿No sintió que explotaba la imagen del cantante?
Chopra: De ninguna manera. Creo que tuve un papel didáctico en la cobertura periodística. Michael era mi amigo, sobre todas las cosas. Lo conocía en la intimidad. La primera vez que nos encontramos fue en 1988 e inmediatamente nos hicimos amigos. No concibo inventar comentarios sobre sus tormentos o las elecciones equivocadas que hizo. Lo que dije y reafirmo es que Michael se vio rodeado por una chusma de médicos especialistas en Los Ángeles, que lo abastecían continuamente con drogas peligrosas, vendidas apenas con prescripción médica. Aunque me comentara sus problemas, lo más común era que, finalmente, los negara. El exceso de medicamentos era un problema evidente.
Periodista: La resistencia de Michael Jackson en crecer, y su sexualidad ambigua, parecen tener origen en las agresiones cometidas por el padre del cantante. ¿Cree que estos problemas estarían en la raíz de su muerte prematura?
Chopra: A Michael se le diagnosticó lupus y vitiligo. Si un niño sufre abusos, sean físicos, mentales o sexuales, después de veinte a treinta años puede desarrollar enfermedades autoinmunes como estas dos (los médicos más ortodoxos no aceptan la relación ente lupus y abuso infantil). Ese realmente fue el caso de Michael, que aunque haya sido abusado sexualmente, padeció agresiones físicas y verbales en su infancia.
Periodista: ¿Cree en la popularidad?
Chopra: Creo que mi popularidad proviene del hecho de haber sido unos de los primeros en decir que nosotros, los médicos, deberíamos comenzar a ver la cura en su totalidad. Y no hay nada de “no científico” en encarar el proceso de cura por el lado social y espiritual. Todo lo contrario: la ciencia demostró que la relación entre el cuerpo, la mente y los sentimientos es determinante para el surgimiento de ciertas enfermedades y también para el éxito de sus respectivos tratamientos. Hay estudios que muestran, por ejemplo, que las personas que se sienten amadas por el compañero son estadísticamente más propensas a recuperarse de complicaciones cardíacas.
Periodista: ¿Cómo se definiría: médico o pensador?
Chopra: En mi opinión, no existe esa separación. Diría que intento ser una mezcla de ambos. Creo que deberíamos reflejarnos en el pasado, cuando iluminados como Galileo Galilei y Nicolás Copérnico vivían la dualidad de ser científicos y pensadores. Incluso establecí un premio en mi centro de investigaciones, en California, para valorizar trabajos creados en conjunto por investigadores de ambas áreas. La primera edición del premio se llevará a cabo este año.
Periodista: ¿Por qué cree que el misticismo oriental es tan fascinante para los occidentales?
Chopra: Porque Occidente tiene respuestas para cosas objetivas y concretas, pero dice muy poco sobre nuestras subjetividades. O sea: quiénes somos y cómo actuamos en el mundo es una preocupación de las prácticas orientales. Empecé a estudiar medicina incentivado por mi padre, un gran cardiólogo en la India, y él consideraba que la medicina local era primitiva y tenía una visión occidentalizada. Adopté sus puntos de vista, pero cuando empecé a trabajar, me sentía mal. Me veía, básicamente, como un “recetador”, ya que recetaba remedios a los pacientes sin darme cuenta de la individualidad de cada uno. No contento con mi conducta, comencé a buscar métodos alternativos que no separaran el cuerpo y la mente. En 1985, tuve contacto con Maharishi Mahesh Yogi, de quien aprendí técnicas de meditación trascendental. Entonces, empecé a investigar en otras tradiciones orientales y a observar el bienestar en su totalidad. No sólo físico, emocional, espiritual y mental, sino también financiero, social y profesional.
Periodista: Vive gran parte del tiempo en California, el estado norteamericano donde nació la obsesión moderna por la juventud. ¿Existe una respuesta espiritual para eso?
Chopra: La obsesión por la juventud es, en general, superficial y negativa. Es fruto y, al mismo tiempo, causa de una baja autoestima. La elevación espiritual es una de las formas para combatir este tipo de vanidad, pero debe estar precedida por un abordaje psicológico.
Periodista: Pero usted también dice que nadie necesita tener la edad que aparenta.
Chopra: Lo que quiero decir es que la edad no es un factor limitador de la existencia, sólo eso. Alguien de 90 años puede continuar perfectamente produciendo, amar la vida y ser feliz. Grandes nombres de la civilización, como Pablo Picasso, Miguel Ángel, Albert Einstein, Bernard Shaw y León Tolstoi, hicieron sus mejores trabajos en los últimos años de vida. Es necesario que las personas entiendan que la edad cronológica no siempre coincide con la edad biológica y psicológica. Tener más energía, entusiasmo, inspiración y espiritualidad no depende de la edad que consta en el certificado de nacimiento. El envejecimiento, en sí, no es fatal. Nadie muere por causa de la edad avanzada, sino por las enfermedades que acompañan el envejecimiento. Y se las puede prevenir. Mediante una buena alimentación, ejercicios físicos y espirituales, como yoga y meditación, y la ingesta de antioxidantes naturales, que nos libran de toxinas que afectan las células, es posible retrasar el envejecimiento y hacer que el proceso sea menos doloroso. Cuando la forma de encarar el paso del tiempo es diferente de la habitual, la edad real también cambia.
Periodista: ¿Cuál sería su edad biológica y psicológica?
Chopra: Cronológicamente, tengo 63 años. Biológicamente, diría que estoy en el final de los 30. Ahora, desde el punto de vista psicológico, soy un adolescente.
Periodista: ¿Cómo es su rutina diaria?
Chopra: Me levanto a las 4.30 de la mañana, medito durante dos horas y hago ejercicios. Después trabajo. También escribo diariamente.
Periodista: ¿Nunca se levanta de malhumor?
Chopra: No recuerdo la última vez que me levanté de malhumor o sintiéndome triste.
Periodista: ¿Nada le sale mal?
Chopra: Nada. Si veo que algo no concuerda con mis expectativas, simplemente cambio mis expectativas.
Periodista: Si Dios fuera una persona, ¿quién sería?
Chopra: Sería una mujer negra. Una sorpresa total. Sería una mujer por el amor, el cuidado y la dedicación que sólo ellas saben dar y que tanta falta hacen al mundo. Es hora de que le demos una faceta femenina a Dios.
Periodista: En su nuevo libro, “El efecto sombra…”, habla sobre “la sombra” que cada uno carga dentro de sí. ¿Qué significa?
Chopra: La sombra representa nuestros impulsos autodestructivos. Hechos recientes, como los casos de pedofilia en la Iglesia, genocidios en África y torturas como las de los prisioneros en Guantánamo y Abu Ghraib, en Irak, son ejemplos de cómo afecta al mundo. Nuestros comportamientos individuales pueden ser perjudiciales no sólo para nosotros mismos, también para la humanidad, convirtiéndose en una patología en masa. Donde haya represión, hipocresía religiosa, pobreza, mal liderazgo o intención de hacer mal, la sombra se vuelve más densa.
Periodista: ¿Las personas espiritualmente elevadas también cargan con una sombra?
Chopra: Todo el mundo tiene su sombra, pero la mayoría tiene miedo de admitirla. Creo que es toda y cualquier característica de la cual nos avergonzamos o nos sentimos culpables. Es nuestra vida secreta, una expresión primitiva de una parte de nuestro ser. Todos tenemos el lado oscuro y el lado claro, lo divino y lo demoníaco, lo sagrado y lo profano, lo santo y lo pecador. Estas partes conviven mejor cuando reconocemos su existencia. Sin embargo, tendemos a negar lo peor que tenemos dentro de nosotros. Eso está mal: cuanto más ignoramos la sombra, más peligrosa se vuelve.