Hace unos días fue votado como el “antigalán” más sexy del espectáculo argentino, según una encuesta de Clarín. “Me reí mucho cuando me lo contaron. Soy el más lindo entre los feos. No es poco, ¿no? De paso, le sirve a mi mujer para poder catalogarme en algún lado”, dice Damián De Santo con el humor y la buena onda que lo caracterizan, mientras engulle medio choricito, una bondiolita, papas fritas, una ensalada “que tenga de todo menos cebolla, porque sigo con una escena de beso” y una gaseosa light para no excederse. Estamos sentados en la vereda de una parrillita cercana a los estudios Pampa, en Martínez, donde se graba “Bella & Bestia”, la sitcom musical que Damián protagoniza junto a Romina Yan.
Noticias: No parece que te preocupes mucho por tu estado físico. ¿Lo compensás con el gimnasio?
Damián De Santo: No tengo ningún tipo de relación con el gimnasio. Soy petiso, culón, pata corta, fornidongui, de hueso grande, como dicen los gordos. No me jode para nada, salvo que el personaje me exija estar en forma, como cuando hice de abogado gay en “Verdad consecuencia”. Dejé de fumar y hoy tengo una nutricionista porque me interesa mantenerme sano, pero no más que eso. Soy tano por donde me mires: mucho queso en la pasta, familiero, cocino, amaso, me gusta comer. Me dicen Magoo porque no veo nada, pero no me banco los anteojos. Rompen con esta belleza tan armónica que tengo (ríe).
Noticias: ¿En tu adolescencia, eras un ganador con las mujeres?
De Santo: Era un perdedor absoluto. No era un tipo con levante. En la primaria, sí, pero después me fui deformando: los granitos… esas cosas inevitables del púber.
Noticias: No es fácil imaginarte como perdedor. ¿Alguna anécdota que lo ilustre?
De Santo: Estaba en el boliche Saint Thomas con mis compañeras de la facultad y una mina no dejaba de mirarme. Le dijo algo al flaco con el que estaba bailando y se fue para arriba, a los baños. Supuse que estaba armando algo para que la encarara, así que me acerqué, le toqué la espalda y le dije: “Me parece que tenemos algo en común”. Ella me miró con cara de qué te pasa. “Como nos estábamos mirando…”, acoté yo. “Yo te miraba porque sos un ridículo”, se dio media vuelta y me dejó pagando. Pero ¡ojo! Cuando sacaba a bailar a alguna, un beso le robaba seguro, porque bailo muy bien. No era lindo, pero la muevo. Debían pensar, ¡lo que debe ser este chico en la catrera! Ahí robaba.
Es la segunda vez que trabaja con Romina Yan, con quien compartió cartel en el 2005, en “Amor mío”: “Con Romina somos como hermanos. Tenemos mucha química en la pantalla y lo nuestro está muy aceitado, porque es el segundo programa que hacemos juntos. Tenemos mucha confianza, compartimos un montón de cosas con nuestras parejas… no somos swinger, así que no hay nada muy interesante para andar hurgando. Con la flaca y mis gordos hemos hechos varias veces usufructo de la pileta de Romi, asadito de por medio”. Huelga decir que “la flaca” es Vanina Bilous (37), bailarina de tango, mujer del actor desde hace siete años y madre de sus dos hijos: Joaquín (6) y Camilo (de año y medio).
Noticias: ¿Cómo conociste a tu mujer?
De Santo: Me la presentó un amigo bailarín que estudió teatro conmigo, me dijo: “Yo sé que es igual a vos y que van a enamorarse”. No se equivocó. La flaca es geminiana como yo, ella del 6 y yo del 12. Tuve otras parejas, pero con la única que me casé y tuve hijos fue con Vani. Yo buscaba, en primer lugar, una buena amante, después una buena mamá para mis gordos, y ella reúne todas las condiciones.
Noticias: Como padre, ¿hay alguna semejanza con tu actual personaje, tan caótico e irresponsable?
De Santo: Irresponsable, no. Pero sí soy medio bestia. Así como soy severo al retarlos, los muerdo, los chuponeo, me divierto. Como mi personaje, soy bastante animal, bien primario. Por suerte tienen una madre que es un dulce. Para poner límites soy bravo, más que Vani.
Noticias: ¿Qué es lo que más te gusta hacer con ellos?
De Santo: Dormir, que es el único momento en que se quedan quietos. Mirarles el culito parado cuando están dormidos boca abajo. Me muero al verlos jugar juntos. Me gusta ponerme de espectador.
Noticias: ¿Joaquín te mira todos los días en la tele? ¿Qué dice cuando te ve besándote con otra mujer?
De Santo: Pregunta de todo, si es verdad que tiré a Romina y le rompí el pie. Con los besos no tiene rollo. Ya tuvo un temita con los compañeritos de la escuela y él contestó: “Mi papá hace ficción, mi mamá es la que está casada con él”. Por lo menos, en apariencia, no tiene rollo. Si no es así, con el tiempo habrá que pagarle un terapeuta.
Noticias: ¿Qué cosas de tu propia historia familiar no te gustaría repetir?
De Santo: Separarme. Mis viejos se separaron cuando yo tenía 4 años. Lo viví como algo dramático, supongo que es así para todos los chicos. Hasta los 9 seguí viendo esporádicamente a mi viejo, después desapareció. Recién a los 18 nos reencontramos. De tener un sólo hermano mayor, Fabio, pasé a tener dos más, Pablo y Julián, dos hijos más que mi viejo había tenido con Pochi, su mujer. Hoy tengo tres hermanos diametralmente opuestos, pero divinos.
Noticias: ¿Pudiste reconstruir el vínculo?
De Santo: El tiempo decanta todo. Uno va olvidando resquemores y aprende que la mejor forma de vivir es dejando que las cosas pasen. Y al final resulta que pueden terminar siendo buenas. Mi viejo se tomó su tiempo para volver a verme, yo ya estaba más grande como para dialogar y abrirme. Con mis hermanos tengo muchísimo vínculo, ellos viven en Villa General Belgrano, Córdoba, donde se había mudado mi papá. Con mi vieja siempre estuvimos cerca.
Noticias: Venís de dos años muy duros, los perdiste a los dos en poco tiempo.
De Santo: Sí, fue terrible. Primero la enfermedad de mi vieja, dos años y medio de padecer un cáncer. Papá había viajado a Buenos Aires para despedirse y ella falleció al día siguiente, fue como si hubiesen cerrado el circulo. Pensar que no se vieron durante tanto tiempo… en el 2001, en mi casamiento había sido el último encuentro. Algo similar pasó con mi papá y mi hermano.
Noticias: ¿A qué te referís?
De Santo: Mi papá tenía un temita con mi hermano mayor. Había venido a Buenos Aires para hacerse unos estudios y yo les insistí que era momento para hablar. Los dos estaban parando en mi casa. Así que conversaron de ese tema y lo solucionaron. En el viaje de regreso a Córdoba, mi papá se pegó un palo con el auto, volcó y se mató. Un año después de la muerte de mi vieja. Él pudo cerrar un ciclo con mi hermano y ahí lo vinieron a buscar. Yo creo que es algo mágico, o al menos quiero creerlo así. Por eso, más que nunca, siento la necesidad de concretar el sueño que tenemos con la flaca de vivir en Córdoba, para disfrutar al máximo a los gorditos, a mi flía. No hay que postergar las cosas que la voz interior pide.
Noticias: ¿Tomaste la decisión de radicarte en Córdoba a partir de la pérdida de tus padres?
De Santo: No, ya la tenía clarísima desde antes, pero bueno, esos hechos la reforzaron. Es como la vacuna, ¿viste?
El sueño de Córdoba al que se refiere Damián tiene un nombre: Umbral del Sol, un complejo de cabañas que construyó junto con su mujer. “Atendidas por sus dueños: Vanina y Damián”, se lee en el sitio web del complejo, ubicado en el barrio Los Quimbaletes, de Villa Giardino. Fueron diseñadas para que nada pueda perturbar el placer de las vacaciones, y para que la única preocupación del día sea llegar a ver el último rayo de luz cuando el sol desaparece entre los cerros.
Noticias: ¿Cómo y cuándo surgió ese sueño?
De Santo: Era desde hace años una idea de los dos. En el 2005, yo había terminado “La Cena de los tontos” y nos queríamos tomar unas vacaciones. Pero Vani estaba embarazada de Joaquín y la cosa no venía bien. Muchas pérdidas, corridas a la guardia, no sabíamos qué podía pasar. Le pregunté al médico si podíamos viajar y nos respondió: “La historia de este chico está escrita. Lo que tenga que ser, será. Si va a estar tranquila es mejor que siga allá antes que acá”. Piola el obstetra. Llegamos a Villa Giardino y todo cambió. No más pérdidas, volvimos a los cuarenta días con una panza divina. Por eso decidimos que nuestro proyecto de las cabañas sería allí, aunque no era un lugar muy comercial. Ahora se está transformando, se está poniendo lindo, con gente joven muy emprendedora. La idea es ir a vivir allá, pero falta. Uno tiene que irse armadito, más tranquilo.
Noticias: ¿Qué hay en Villa Giardino que no encontrás en la ciudad?
De Santo: Los tiempos reales. Allá hay tiempo para todo. Acá, cada hora vale plata, allá vale calidad. Lo que comés tiene sabor, tenemos huerta, mucho contacto con la naturaleza. Veo cómo crecen los chicos, acá los tenés encerrados, allá andan solos y disfrutan a lo bestia.
Noticias: ¿Realmente tus cabañas están atendidas por los dueños?
De Santo: Sí, cuando estoy allá hago de todo. Una vez se nos fueron los caseros en plena temporada de verano y tuve que hacer todo yo. Si tengo que hacer las camas, ningún problema. Incluso, durante la construcción cargamos losa y subimos arena de la playa. Es nuestro sueño y le ponemos el cuerpo y el alma.