Nunca antes se había dado una simbiosis semejante con el poder político. El gesto de Hebe de Bonafini de entregar su pañuelo blanco a la presidenta Cristina Fernández, cuando despuntaba el conflicto con el campo, fue contundente e inédito. Porque no sólo ofrendó al matrimonio presidencial un símbolo de la lucha por los derechos humanos, sino también un capital político intangible: la credibilidad de estos organismos. Y marcó, además, la participación activa -inexistente hasta ahora- de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en una coyuntura partidaria.
Durante estos 100 días de disputa con el campo, el Gobierno nacional necesitó aliados para contrarrestar los ataques de los productores rurales. Así fue como el kirchnerismo, parapetado detrás del pasado sensible de la dictadura, paseó a las Madres y a las Abuelas –junto con piqueteros, sindicalistas, el aparato del PJ y funcionarios- por todos los actos y manifestaciones que organizó en defensa propia. Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto, titular de las Abuelas de Plaza de Mayo y candidata a Premio Nobel de la Paz, se convirtieron, entonces, en escudos éticos contra el descreimiento de la política oficial.
A Carlotto se la vio sentada, prolijamente, en primera fila escuchando todos los discursos que la Presidenta pronunció desde el atril del Salón Blanco. Con su estilo protocolar, defendió la investidura presidencial, criticó a los ruralistas y aseguró que “provocar desabastecimiento es atentar contra la democracia”. Hebe, en cambio, nunca abandonó la barricada. Envuelta en un poncho rojo se presentó con el ex presidente Néstor Kirchner en la Plaza de Mayo para enfrentar a las cacerolas, gritó en el Congreso a favor de las retenciones y pidió “tolerancia cero” para el campo: cárcel, represión y desalojo “con palos y gases” de las rutas. “Ellos son nuestros enemigos, fueron los responsables de las muertes de nuestros hijos. Ellos siempre estuvieron delante de los golpes”, vociferó en sintonía con el libreto oficial. El maridaje entre el Gobierno nacional y estos organismos de derechos humanos -que históricamente mantuvieron una actitud arisca con el poder- se consumó así, frente a las cámaras de TV, sin pudor ni reparos.
¿Cómo hicieron los Kirchner para lograr que las Madres y las Abuelas -que hasta hace unos años parecía imposible que se amigaran entre ellas- compartieran un mismo palco oficial y repartieran elogios al gobierno de turno? Hay que recordar que alguna vez Estela dijo de Hebe: “Yo no comparto más actos con Hebe por dos razones: para no contestarle en público y para no ser testigo muda y pasar por su cómplice (…) Cuando dicen que es dictatorial se refieren a la forma en que maneja la asociación, la que no lava los platos es encerrada y la que no aporta dinero es expulsada”.
Banderas ajenas. Quienes conocen la cerrada trama de los derechos humanos, admiten que uno de los méritos de este Gobierno fue haber sacado a las organizaciones de la marginalidad. Hoy, hablar de desaparecidos es políticamente correcto, lo cual representa un avance sustancial respecto de la década del ´90 en la que se consagró la impunidad de los asesinos. El ex presidente Néstor Kirchner, que en su provincia estuvo lejos de cuidar los derechos humanos, se apropió de la bandera contra la dictadura levantada por los organismos y la puso en el centro de la agenda pública. No sólo impulsó medidas como la reapertura de los juicios contra los represores, la formación de una Corte Suprema independiente que avaló la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final o la creación de un Museo de la Memoria en la ESMA, sino que también se ocupó especialmente de los militantes de las organizaciones sociales. Les dio cargos públicos y dinero. Y les advirtió: “Ahora ustedes me apoyan en todo”.
Así el acuerdo empezó a rodar. En los últimos tres años, las Madres recibieron de la Casa Rosada, al menos, 37.294.950 de pesos en concepto de subsidios, financiamiento para la construcción de viviendas populares, publicidad oficial y planes alimentarios, según los pocos datos oficiales existentes, ya que la distintas dependencias son reacias a dar este tipo de información. También lograron un espacio de 15 minutos en Canal 7 y el Comfer les adjudicó una frecuencia de radio en un lugar privilegiado, 530 AM, donde se divulgan rancias consignas militantes de los ‘70. Además, la Universidad de las Madres participa en programas de capacitación del Estado nacional.
Las Abuelas son más conservadoras con los números. El Gobierno les giró menos subsidios (3.897.000 pesos) que a las Madres, aunque no retaceó cargos. Toda la familia Carlotto, por ejemplo, ocupa un lugar en el universo kirchnerista. Su hija, Claudia, es coordinadora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y directora ejecutiva de la Unidad de Investigación de ese organismo. Otro hijo, Guido, es senador provincial en Buenos Aires por el Frente por la Victoria y fue concejal en La Plata. Por último, Remo, actual diputado nacional por el kirchnerismo, fue secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires. Y, si bien ella lo desmiente, ahora más que nunca, Estela suena como candidata a legisladora.
No es criticable que instituciones históricamente relegadas, desoídas e incluso bastardeadas como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo tengan, por fin, una reivindicación del Estado, ya sea moral como económica. Su lucha artesanal y la búsqueda de los nietos, reconocida en el mundo entero, es admirable. Lo que sí genera sospechas y cuestionamientos por parte de otros grupos de derechos humanos es la incondicionalidad hacia el Gobierno nacional.
Un Gobierno que, en esta materia, también oculta una contracara. Un Estado que se mostró incapaz de cuidar y de encontrar al primer desaparecido en democracia, el testigo Jorge Julio López, y que demora la reforma de las fuerzas de seguridad, que siguen impregnadas de viejas estructuras represivas. En la Argentina muere un joven cada día y medio producto del exceso policial, según denunció la Coordinadora contra la Represión Policial. Fue el propio Kirchner, como publicó NOTICIAS en el año 2006, quien durante la dictadura se fotografió con un discípulo del temible jefe policial Ramón Camps y firmó una solicitada en agradecimiento a los funcionarios del Proceso militar después de que una bomba estalló en su estudio de abogado. A Cristina Fernández tampoco se le conoce una activa militancia en los ’70. Como abogada siempre se negó a tratar causas de violaciones a los derechos humanos.
¿Madres y Abuelas pagarán un precio demasiado alto por esta alianza? En el mundo de los derechos humanos todavía hay miedo a dar este debate de cara a la sociedad. Algunas madres o abuelas -mujeres mayores, ya- prefieren callar para no caer en una simplificación absurda: el que cuestiona algún proceder de los organismos es calificado de reaccionario o de fascista. De hecho, ni Bonafini ni Carlotto aceptaron dialogar con NOTICIAS. En realidad, no se trata de ideologías sino de coherencia y de procedimientos transparentes.
“Si hablás de la piratería que hicieron con los derechos humanos, te dicen que estás con los genocidas -se queja el filósofo Tomás Abraham-. Hay una apropiación política de los derechos humanos para legitimar una construcción de poder. Fue el pacto que hizo Kirchner con las organizaciones. Y esto tiene que ser denunciado. No tiene que ver con la violación de los derechos humanos en la Argentina, sino con un nuevo pacto político”.
Más pragmática y llana, la abuela de Plaza de Mayo de Rosario, Darwina Galicchio, que se animó a enviar una carta de apoyo al campo, se refirió al mismo tema. “Las Abuelas y las Madres les chupan las medias al Gobierno y de eso se saca tajada. Carlotto no era así cuando yo la conocí. Uno la busca y cuando no está en París, en la Torre Eiffel, está navegando por no sé dónde. Si me buscan a mí, estoy en la verdulería”. Lo que Galicchio desconoce es que muchos de esos pasajes -a Nueva York, por ejemplo- fueron pagados por la Cancillería.
Sin chistar. Puertas adentro, en la sede de estas organizaciones, no se discuten los alineamientos políticos. Manejo verticalista, lo llaman. “Todo lo decide Carlotto. Nadie le puede cuestionar nada”, contaron, en estricto off, algunas abuelas. Carlotto dice que concurre a las marchas oficiales en representación de todas sus compañeras de lucha. Aunque esa presencia en el escenario de los Kirchner viola el estatuto de la institución que aconseja: “Evitar la intromisión de factores políticos que desnaturalicen el carácter exclusivamente humanitario de la asociación”.
La injerencia de la política en la lógica de los derechos humanos provocó un lento e imperceptible éxodo de madres y abuelas. Muchas de las que quedaron ocultan las diferencias internas para no dañar un trabajo de más de 30 años .“Los trapitos se lavan adentro”, deslizó una de ellas.
Noticias: ¿Pero no es contradictorio que en una organización de derechos humanos no se pueda discutir con libertad?
Abuela: (piensa) La búsqueda de los nietos es más importante.
El clima está más enrarecido entre las madres. Allí el kirchnerismo es sinónimo de fanatismo. Quién no sepa tragarse las críticas, afuera. El periodista y referente de derechos humanos, Hermann Schiller, fue expulsado de la cátedra que dictaba en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo por un comentario adverso al Gobierno. “Ellas querían una incondicionalidad que yo no podía dar -explica el docente-. Las Madres han dejado de ser una organización independiente y crítica del poder”.
Por la misma mordaza pasaron otros docentes como Claudia Korol y Néstor Kohan, un militante muy cercano a Hebe y titular de la cátedra del Che Guevara. Este último se lamentó en una carta pública: “Si alguna vez en la Universidad se priorizó la palabra del Che Guevara, hoy ese mensaje marxista, insumiso y rebelde ya no resulta cómodo. No es compatible con la propaganda del ‘capitalismo nacional’ que difunde Kirchner”, escribió. Ese sectarismo político provocó despidos en el informativo de la radio y en los obradores donde la Fundación Madres construye viviendas populares. El castigo fue para los operarios que se negaron a concurrir a los actos oficiales. Y otra baja. Las madres de Gualeguaychú y de Neuquén tomaron distancia de Hebe por su afinidad política con el Gobierno nacional. “Hace un tiempo que lo que queda en común es la búsqueda de los hijos y de la justicia, pero no la forma de trabajar”, admitió la entrerriana Mireyra González.
Pero Hebe de Bonafini es inconmovible. Una de las dirigentes más radicalizadas y combativas de la década del ‘70 sugiere ahora que se pinten flores en el centro clandestino de la ESMA. Para ella, en la Casa Rosada, ya no hay más adversarios. “Es verdad que luchamos 27 años todos los días, todas las horas. Pero sin usted, señor Presidente, el día de ayer no hubiera sido posible”, le dedicó Hebe a Kirchner una carta abierta, mientras suspendía las marchas de los jueves. Atrás quedó la época en que Kirchner se había negado a recibirla en Santa Cruz y que ella, a su vez, se resistía a cobrar una indeminización del Estado por sus hijos desaparecidos. “Eso es prostituirse”, aseguraba.
Viento a favor. Pero ahora Bonafini cree que la historia está de su lado. Las madres se expandieron y formaron una gran empresa constructora con emprendimientos en todo el país, que trabaja codo a codo con el Estado. Según pudo saber NOTICIAS, el Ministerio de Planificación ya les remitió más de 30 millones de pesos para la construcción de viviendas. También recibieron 368.950 pesos en concepto de publicidad oficial para la radio y la página web. Y, desde el Ministerio de Desarrollo Social, se incluyó a su universidad popular en el proyecto Territorio Madres, de promoción de la niñez en comunidades originarias. La relación entre Hebe y los ministros Julio De Vido y Alicia Kirchner pasa por su mejor momento.
Kirchner tiene reservado para ella un rol prometedor: convertir a la Fundación de las Madres en una suerte de fundación Evita, con una fuerte impronta social. Esto coincide con la obsesión de Cristina de practicar frente al espejo las inflexiones de voz de Evita. Según admiten fuentes kirchneristas, el Gobierno habría tentado al director del Hospital Argerich, Donato Scapavento, un médico cercano a Carlotto, para que se encargara del área de salud. Pero la abuela se opuso y frustró la designación.
De todas formas, y pese a los buenos augurios económicos, la Fundación Madres parece tener algunos problemas financieros. En lo que va del año ya emitió 34 cheques sin fondos por un valor de $ 403.984, 96 (ver recuadro). Al apoderado de la fundación, Sergio Schoklender, tampoco le cerraron los balances. Hace un año y medio, la Justicia le remató un departamento en el edificio Torre Gattas, de Punta del Este, por haber acumulado deudas por US$ 80.000. “Pero Kirchner no los va a dejar caer”, aseguran en los organismos. Carlotto también usa un latiguillo K cuando se enfrenta a algún problema. “Hablo con Néstor y listo”, da por terminado el asunto. Hace unos años, el ex presidente intervino en un conflicto que se produjo en la entidad cuando una de las abuelas cuestionó, entre otras cosas, la administración de 800.000 euros recibidos de la Unión Europea. El episodio terminó con la abuela rebelde fuera de la institución.
Confusión con el poder. Millones y cargos en juego. Luchas adormecidas. Utilización política. Un escenario que entraña un gran riesgo para los organismos de derechos humanos y, en particular, para la imagen de Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto: caer en el descrédito y tirar por la borda 30 años de valiente lucha.
El uso de las Madres. Escribe Jorge Fontevecchia *
Desde el inicio del gobierno de Kirchner, repetidas veces escribí para elogiar su voluntad por concluir la tarea que comenzó y dejó trunca Alfonsín de enjuiciar y condenar a todos los responsables por la desaparición, asesinato y apropiación de personas durante la última dictadura. Percibí que el kirchnerismo utilizaba esta causa para ganar popularidad, y a veces esconder sus flaquezas en otros campos. Pero jamás pesó en mi ánimo esa manipulación más que el hecho de que la causa fuera justa. No simpaticé con las opiniones de Hebe de Bonafini sobre diversos temas que no tenían estrictamente que ver con la desaparición, asesinato y apropiación de personas durante la dictadura.
Pero nunca pesaron en mi ánimo sus declaraciones, a veces hasta aberrantes, más que la lucha que encarnó.
Hebe de Bonafini simpatizó aún menos con las defensas que las publicaciones de Editorial Perfil hacen del texto de la Conadep, donde también se critica a la guerrilla, y personalmente, junto con Robert Cox, fui criticado por llamar terroristas a quienes desde Montoneros o el ERP dispararon contra otras personas. Pero nunca pesó en mi ánimo mi aversión a cualquier guerrilla más que la emoción que siempre me produjeron esas frágiles mujeres que nunca claudicaron.
Tampoco coincidí con el uso que se hacía de la denominación Madres de Plaza de Mayo para tareas poco y nada relacionadas con su esencia, como la construcción de viviendas con fondos del Estado, con el riesgo de que alguien de su organización –no una madre–, corrompido por la utilización que hace de la caja el oficialismo para cooptar voluntades, hiriera el legado sin manchas que ellas deben dejar en la historia. Pero nunca pesó en mi ánimo ese excesivo deseo de protagonismo de alguna de las Madres de Plaza de Mayo más que mi admiración por aquella gesta de 345 jueves manifestando solas frente a la Casa Rosada durante la dictadura.
Pero por primera vez, algo pesó más en mi ánimo. Fue durante el discurso en el que, en medio de la pelea con el campo, Cristina Kirchner llamó golpistas a quienes habían manifestado en contra de las retenciones o apoyaron esa protesta con cacerolas, teniendo como escolta en el escenario a las Madres de Plaza de Mayo. Eso me generó aprensiones que ya ningún otro sentimiento positivo logró aplacar. Al Gobierno se le cayó una máscara. Carcomió la sinceridad de su sentimiento por el drama que las Madres de Plaza de Mayo representan. ¿Las seducen para poder usarlas de inviolable escudo ético ante cualquier ataque que el Gobierno reciba? ¿Por qué aceptó Cristina Kirchner que Hebe de Bonafini le entregue su pañuelo personal justo ese día, justo en ese acto? ¿Todos los que estén contra las medidas de la Presidenta están contra las Madres de Plaza de Mayo? Fue triste ver al Gobierno dispuesto a utilizar los más nobles símbolos para pegar los más bajos golpes.
* Extracto de su columna publicada el 6 de abril en el diario Perfil.
Sin fondos
La Fundación de las Madres emitió cheques sin fondos a mansalva. Sólo, durante este año, le rechazaron 34 cheques por un valor de $ 403.984, 96. Aunque si se toman en cuenta todos los cheques emitidos desde el 2004, los “rebotes” financieros alcanzan el millón y medio de pesos. La mayoría de los cheques rechazados son del año pasado y las sumas van desde los $ 170.000 a los $ 37,50. Sin embargo, pese a los 147 cheques rebotados, Hebe de Bonafini no fue inhabilitada para emitir más documentos y la Fundación de las Madres funciona sin problemas. Ya pagaron multas por 111 operaciones, aunque hay todavía pendientes de pago las multas de 36 cheques.
Ganar independencia. Escribe Gastón Chillier *
Desde la sanción de las leyes de impunidad, los organismos de derechos humanos criticamos activamente la falta de compromiso y las vacilaciones de los poderes públicos para investigar y sancionar los crímenes de lesa humanidad. La asunción de la bandera de verdad y justicia por parte del gobierno nacional como política de Estado en estos últimos cinco años legitimó institucionalmente esta demanda histórica y colocó a los derechos humanos en el centro de las agendas de los poderes estatales. Para el CELS, este hecho genera tantas oportunidades como riesgos.
En este nuevo contexto, el CELS mantuvo su política histórica de combinar diálogo e independencia como las dos claves fundamentales en la relación con el Estado. Para contribuir a fortalecer un Estado protector de derechos resulta tan necesario mantener vínculos con todos los poderes institucionales, como sostener una actitud de independencia sin la cual la relación con las agencias estatales se torna recíprocamente ineficaz. En términos efectivos, estos principios se garantizan, entre otras medidas, mediante una política institucional de no recibir aportes gubernamentales y de no contar con miembros activos que tengan un compromiso laboral o político con agencias estatales.
En relación con las oportunidades que se han abierto en esta etapa, el desafío actual es incidir en el diseño e implementación de una agenda de derechos humanos que incorpore al proceso de justicia y verdad los problemas de la actualidad y traduzca aquel compromiso político en políticas públicas que garanticen la protección efectiva de los derechos en democracia.
* Director ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).