Amor perenne en Verona

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“Todo el mundo tiene su sombra”
“La clase alta es muy maleducada y egoísta”
“Soy primario, y el más lindo entre los feos”
“A veces me agarran ataques de llanto”
La democracia del dedo

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“Se está construyendo una historia política”
“Los hombres son de otro planeta”
Cómo construir un santo

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El estudiante

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`Las siliconas me hicieron más mujer´
El escudo ético del Gobierno

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Lo mío es fabricar objetos de deseo

Él insiste y uno descubre que es imposible decirle que no a Ricky Sarkany. “Dale, te hago un tostadito”, ofrece, vestido con una remera alusiva al triunfo de Estudiantes de la Plata. Entonces pone el pan con especial cuidado en la sandwichera, acomoda el queso, y el jamón. Lo hace como si cada elemento debiera estar en una posición particular.

Mientras tanto, cuenta que unas horas antes se le había ocurrido ir a tomar un café con Graciela -su mujer desde hace veinte años, con quien tiene cuatro hijas- a un lugar supuestamente tranquilo. “Pero justo había un evento y me empezaron a enganchar para las fotos, y bueno, las hice, pero no nací para esto de ser celebrity”, dice como explicación, también, a su eterna reticencia a dar notas.

Pero cuando aparece la historia de sus antepasados zapateros en Hungría, y de su madre sobreviviendo a Auschwitz y de su padre huyendo del comunismo, las excusas se caen: el relato es perfecto para una nota. “Mi papá, tercera generación de zapateros, hacía zapatos para las putas; no diseñaba el clásico Chanel con la punta negra, sino modelos que llamaban la atención, con tacos altos, plataformas, colores. Incluso en Budapest le hizo zapatos a Zsa Zsa Gabor”, cuenta, como si fuera el plot de una película sobre inmigrantes, y continúa con la historia de ese padre que terminada la Segunda Guerra debió escapar de Hungría por haber votado en contra del comunismo en un plesbiscito (paradójicamente, muchos años después, la esposa de Gorbachov usaría zapatos Ricky Sarkany), y que con su mujer, una hija nacida en Austria durante la huida y 60 dólares, llegó a la Argentina. “Al tiempo empezó a trabajar de zapatero, armó su taller y fue el primero que hizo acá una bota para mujer”.

Noticias: ¿Era algo impensado?
Ricky Sarkany: Las botas eran sólo para militares, pero él siempre fue transgresor y hacía lo mismo que hacemos ahora: llamar la atención. Cuando hizo la bota, en el ‘53, los comerciantes le decían: ‘Sarkany, las mujeres acá no van a usar las botas, porque la sociedad es machista’.

Noticias: ¿Y cómo le fue?
Sarkany: Mal. Después lanzó la primera colección de sandalias, cuando las mujeres no mostraban los dedos, y encima les puso forro rosa Dior. Ni las debe haber vendido.

Noticias: ¿Y de qué vivía?
Sarkany: ¡Ah, de vendérselas a las putas! Él dice que para diseñar zapatos hay que hacer algo que les guste a las putas. Claro que es otra mentalidad; para lo que se viene ahora, que es la onda cool, estamos lejos de su pensamiento. Pero igual él sigue viniendo a la fábrica todas las mañanas.

Noticias: ¿Cómo entrás en escena en esta dinastía?
Sarkany: Nací entre zapatos. Mi padre diseñaba y recortaba cartulinas y con lo que caía al piso yo hacía zapatitos en miniatura. A los 15 me llevó a la fábrica y ahí empecé a atar cajas, algo que hice por mucho tiempo. Hasta que aprendí, mirando a cada artesano, cómo se hacía un zapato e hice el mío.

Ricky no estaba convencido, sin embargo, de tomar su lugar como cuarta generación. Intentó con Ingeniería en la UBA, se pasó a Ciencias Económicas, estudió Marketing e hizo dos doctorados, y adoptó el best seller “In search of excellence” (En busca de la excelencia), de Peters y Waterman, como libro de cabecera. “Igual, ya tenía un antecedente que me iba a servir en los negocios: a los 4 años me agarró escarlatina y para mantenerme en la cama mi papá me enseñó a jugar al ajedrez. A los 13 le gané al campeón argentino y llegué a ser el número uno del ranking juvenil”.

Noticias: Me dijeron que eras tramposo.
Sarkany: Sí, re tramposo. Le movía la mesa al otro para ponerlo nervioso, hacía como que hablaba con otra persona… Y también fui muy mal perdedor: era capaz de firmar la planilla del contrario y ponerle “hijo de puta”.

Esa habilidad formateada para prever la movida del contrario lo llevaba cada noche, en la mesa familiar, a decirle a su padre -con quien podía hablar en húngaro- que tenían que abrir un local de venta al público. “Mi padre le vendía a comercios, entonces el éxito o fracaso de una colección dependía del gusto del dueño de la zapatería, que siempre era conservador. Pero él no quería, porque decía que era más fá­cil vederle mil pares negros al dueño de una zapatería que un par colorado a una señora. Y tiene razón. Pero teníamos un problema grande: no podíamos mostrar lo que hacíamos.

Noticias: ¿Entonces?
Sarkany: Un día accedió. Me acuerdo que abro el “Clarín” y leo: “Compre en Ricky Sarkany el calzado más caro del país, a precio de fábrica”

Noticias: ¿Con tu nombre?
Sarkany: ¡Sí! Se ve que fue una represalia de mi viejo, por haber hinchado tanto. Pusimos unas estanterías en el garage de la fábrica y cuando veíamos que venía un auto se nos ponía la piel de gallina y nos peleábamos para atender: queríamos verle los ojos a la clienta, saber qué le gustaba… Y justo empieza un cambio general en la moda. Dos chicas por primera vez se bajan de la pasarela para tener un programa de tele.

Noticias: ¿Quiénes eran las chicas?
Sarkany: Mora Furtado y Patricia Miccio con “Utilísima”, y ellas empiezan a mostrar lo nuestro. Antes las modelos no hablaban y la formadora de opinión era Mirtha Legrand: a sus “Almuerzos…” iba la señora Hanke, de tienda “Los Amigos”, que decía: ‘Ahora se va a usar tapado siete octavos’ y todos salían con tapados siete octavos. Pero de a poco empiezan a ocupar el lugar otras modelos: Andrea Frigero y Daniela Cardone, por ejemplo, que nos compraban a nosotros.Noticias: ¿Esto de promocionar tus zapatos a través de las famosas fue algo que planeaste?
Sarkany: No, se fue dando. Y, a su vez, en todo el mundo la moda empezó a estar de moda: de pronto sabíamos que Gianfranco Ferré es gordo, que Valentino usa anteojos gruesos, que Tom Ford se fue de Gucci.

Noticias: ¿Ahí está tu clave, estar metido en el mundo fashion?
Sarkany: Yo no te puedo decir que cuando pusieron ‘Compre en Ricky más barato’ vi la estrategia de estar en Fashion TV, pero sí el tema de tomar acciones que no fueran esperadas y, cuando alguien pregunta “¿por qué no hacemos esto?”, responder: “¿por qué no?”.

Noticias: ¿Mirás qué zapatos tienen puestos las mujeres?
Sarkany: Nunca miro nada, pero si voy a una fiesta de 400 invitados me podés preguntar qué tenía puesto cada uno, me acuerdo de todos sin prestar atención.

Noticias: ¡Eso es sobrenatural!
Sarkany: Nooooo, es ejercicio.

Noticias: ¿De dónde sacás las ideas?
Sarkany: Cuando voy a Nueva York compro la “Rolling Stone”, me fijo cuál es el restaurante de onda, cuál es la peluquería de moda y voy a descubrir el denominador común, qué es lo que manda.

Noticias: ¿Tu mujer te acompaña?
Sarkany: No, no le interesa nada que tenga que ver con la moda. Ella se dedica a cuidar a nuestras hijas, que -me di cuenta cuando tuve un problema de salud y estuve en casa- es más agotador que ir a la fábrica.

Noticias: Tu problema fue por ser un workaholic, ¿no?
Sarkany: Sí, y por mi familia salí de la adicción. Yo llegaba primero a la fábrica y me iba último, y con una mano chequeaba el saldo del banco y con la otra contestaba los mails; en mi casa seguía, y cuando me daba cuenta, ni había hablado con mis hijas porque ya estaban dormidas.

Noticias: ¿Cuándo hiciste el quiebre?
Sarkany: Tuve varios llamados de atención: me pasó una vez que fui al programa de Marianita Fabbiani y dije una boludez atrás de otra, empezando por “Fabiana Mariani”, y al día siguiente terminé en la clínica. Al año me operaron por una obstrucción en el corazón, producto del estrés. Lo que a otros les hace el cigarrilo, el alcohol o la droga, a mí me lo hizo el trabajo.

El saldo de aquel surmenage, reconoce hoy, fue positivo. Especialmente porque se resignó a caer en manos de un psicólogo que poco a poco le fue sacando los tics de maniático obsesivo: “Antes tenía miles de rutinas, como Jack Nicholson en ‘Mejor imposible”.

Noticias: Pero algunos tics te quedan, como descubrir talentos…
Sarkany: Simplemente me pasa que me doy cuenta cuando una modelo tiene algo más para dar. Luciana Salazar, por ejemplo, vino a comprar zapatos a la fábrica y dejó una tarjetita. Un día la encuentro, la llamo, y me dice que es la sobrina de Evangelina Salazar. En ese momento Palito tenía quilombos en Tucumán y era un notición, así que la llamo a Liliana Castaño de “Caras”, Machado Cicala le hace unas fotos-¡lo más gracioso es que Luciana no se quería poner ropa, quería salir desnuda!- y se publicaron como doce páginas. El problema es que hablaba mucho: un día viene y me dice: ‘¡Estuve con Luis Miguel, tengo su semen en el vestido!’. Por suerte, después aprendió a callarse.

Noticias: ¿Pensás el zapato para la modelo o hacés que le quede bien a la modelo?
Sarkany: Todo tiene que cerrar. Hace un año nuestra modelo era Nicole Neumann y hoy nos tiraría para atrás porque no es cool, es demasiado personaje. Hoy cool es alguien más tranquilo, más sofisticado, como Florencia Salvioni. Pensá que antes hacíamos desfiles con chicas en bolas en Tinelli y aparecía Karina Jelinek con una cosita de strass y agradecía a Ricky Sarkany. Hoy si hacemos eso nos hundimos. Por suerte, ya nadie se acuerda de lo de Tinelli, porque el cliente va cambiando con nosotros.

Noticias: ¿Por qué te considerás un artista?
Sarkany: Suena soberbio, pero lo cierto es que hago arte aplicado y fabrico objetos de deseo: si me mostrás unos zapatos yo veo un par de tacos, un par de suelas, quince centímetros de cuero, trece de forro y dos hebillas. La mujer lo ve y dice ‘Ah, lo quiero tener’.

Noticias: ¿Qué hacés con la plata?
Sarkany: La gasto, pero ojalá tuviera el diez por ciento de la plata que la gente cree que tengo.