Solo dos países latinoamericanos – Costa Rica y Uruguay- figuran como “democracias plenas” en un indice de democracia elaborado por la revista inglesa “The Economist”. Ese honor le toca a 28 de los 192 estados independientes considerados en el trabajo.La gran mayoría de los paises de América Latina se ubican en la lista de las “democracias defectuosas” que suman 54. Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Haiti son considerados “regimenes hibridos”. La nomina mas larga (55 países) es la de los no democráticos – “ regímenes autoritarios”- y ahi está Cuba.
Es sabido y se repite hasta el cansancion que LA es una continente de contradicciones. Una de ellas es que Cuba y su dictador constituyan el ejemplo y guía para unos cuantos gobiernos de la region que manejan democracias defectuosas o regímenes hibridos. En función de ello parecería que el objetivo y sueño es llegar al autoritarismo y alejarse lo mas posible de cualquier cosa que se parezca a una democracia plena.
Lo llamativo y quizas la mayor contradicción, es que todos estos paises, salvo Cuba, están considerados democracias por la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos. Esta no hace diferenciación ni fija categorías: todos son buenos muchachos.
Para la alicaída y poco influyente organización basta con que se realicen elecciones para entrar en el grupo de las democracias plenas. Es un dato importante, pero tiene sus aristas: los Somozas, Trujillos, Stroessner , jamás dejaban de convocar a elecciones y siempre les iba de maravillas.
Sin llegar a los extremos citados, últimamente el algunos países de la región han habido denuncias fundadas sobre abusos de poder que afectan la normalidad de las elecciones y que hacen dificil hablar de “elecciones libres”. En Argentina, por ejemplo, se ha acusado al gobierno de Kirchner de haber distribuido una torta publicitaria inmensa solo entre la prensa amiga o no independiente en el periodo previo a las últimas elecciones legislativas. Se entiende que eso ayudó mucho al triunfo oficialista, y complementó muy bien el esfuerzo del partido de gobierno que en muchas zonas de Buenos Aires distribuyó aparatos electrónicos para el hogar, pagado con dineros pùblicos. Este tipo de conductas ¿ no hace ninguna mella? ¿Se puede seguir hablando de elecciones libres?.
En los próximos días se realizarán elecciones en Venezuela. Con observador de la OEA y todo.
Menuda tarea es la que le espera al embajador uruguayo Juan Enrique Fischer y sus colaboradores.
Seguramente el diplomático observador tendrá presente lo que decía y enseñaba respecto a las elecciones su compatriota, el profesor Justino Jiménez de Aréchaga, reconocido jurista que presidió con brillantez la Comisión de Derechos Humanos de la OEA. Jiménez siempre advertía a sus alumnos sobre que el fraude eleccionario no necesariamente se cometia al acto de votar – que podía dicurrir normalmente – si no que era más comun y seguro después , al ordenar y contar los votos, o mas disimulado y no menos efectivo antes: cuando se limitaba la libertad de prensa o desde el poder se hostilizaba a los opositores y se usaban los dineros públicos para “convencer” a los votantes.
Es dificil sostener que en Venezuela los medios no pueden decir lo que quieran. Basta mirar la television, oir la radio y leer la prensa para comprobar que ese no es el problema. Es dificil al mismo tiempo negar e ignorar la hostilización del gobierno a la prensa no oficialista: las amenazas de cierres, de cancelación de concesiones, mas las acusaciones de terroristas, enemigos, desestabilizadores, que sin ningun tipo de limites profiere el Comandante Chávez y sus seguidores son permanentes y resutan, por lo menos, perturbadoras para el normal desarrollo de la actividad periodística. ¿ Como afecta la normalidad de los comicios esa conducta de Chávez?
Y si ello es dificil de ponderar, mucho más dificil es establecer en que medida se afecta y limita la libre decisión de los votantes cuando estos son funcionarios y sobre sus cabezas pesa – como quedó en descubiero- la amenaza de la pérdida del empleo si no votan al oficialismo.
Aunque pasen este tipo de cosas ¿ igual se puede hablar de elecciones libres o de elecciones limpias? Es cierto que la Carta Democrática es de manga muy ancha al igual que el Mercosur, aun a despecho de las exigencias democráticas de su estatutos, pero esto no le facilita la gestión al observador. No va poder conformar a todos, tiene que bailar con la más fea y además todo el mundo lo va a estar mirando.