Hace diez años que mienten. La versión oficial sobre los motivos que llevaron al prestigioso cardiocirujano René Favaloro a suicidarse con un disparo en el corazón siempre giró en torno a la crisis económica que asfixiaba a la Fundación que él presidía y la distracción del Estado en su posibilidad de ayudarlo. Pero esto no es verdad o, al menos, es una verdad a medias.
Favaloro se mató por otras razones que, hasta hoy, permanecieron ocultas detrás de una trama de negocios, mezquindades y egos personales. Una investigación de NOTICIAS reveló que el día anterior a su muerte, Favaloro había sido forzado a renunciar a la institución que él mismo había creado 15 años antes. Una guerra despiadada entre sus colaboradores más íntimos –incluidos algunos familiares– por manejar los destinos de ese centro de alta complejidad lo cobraría como la primera víctima. “Por el bien de la Fundación”, le habían sugerido.
El médico que hacia afuera era ponderado como una eminencia internacional, puertas adentro era humillado por su gente más querida. “Ineficiente”, “viejo”, “utópico” llegaron a gritarle médicos de su confianza en las reuniones de trabajo. Le recriminaban su intransigencia para aceptar formar parte de lo que se conoce como “el negocio de la medicina”: un sistema de retornos que permite a las instituciones médicas mantener vínculos “cordiales” con las obras sociales y así asegurarse una buena cantidad mensual de pacientes.
NOTICIAS reconstruyó, mediante el testimonio de seis allegados de su más estrecha confianza, los últimos días del cardiocirujano: presiones dentro de la Fundación, soledad, decepción por el avance de la corrupción, temores e inseguridad sentimental. ¿Quién apretó el gatillo, entonces?
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