Tras su destitución a fines del 2005, el radical Jorge Colazo jamás imaginó dónde lo iba a encontrar la vida tan sólo dos años después. Primero, se recluyó en su casa por once meses. No quería ni hablar de política; sentía vergüenza, le llovían críticas y pasaba el letargo jugando con su nietito Mateo. Hizo silencio y volvió a pintar casas (su profesión antes de entrar a la política). Para todos era un cadáver político cuando, de la nada y sin quererlo, reapareció. Volvió en el 2006 de la mano cuartetera del “Potro” Rodrigo. El destino –o Jesús, como dirá él– lo sentó en el momento y lugar justo: frente a un micrófono de radio en Río Grande. Y este año volvió a sorprender a todos: el 28 de octubre dio el batacazo y le arrebató al kirchnerismo la tercera banca del Senado. Y lo festejó con un afiche de una enfermera pidiendo silencio, con la leyenda “Colazo senador”.
Campaña radial. “Buenas tardes Río Grande, esto es… Sábados populares”, así saluda Colazo en su programa que le sirvió de trampolín para volver a la política. ¿Cómo llegó Colazo ahí?, Así lo cuenta él: “Un gomero cordobés empezaba un programa de música, pero a último momento se peleó con el dueño de la FM, y como yo estaba ahí, hinchando un poco los huevos, me mandé a conducir y a la mierda… Empezó el cuartetazo”. Las repercusiones no tardaron en llegar: “Los medios de acá me dieron con un cañazo, pero mucha gente, no toda, se alegró porque me volvió a escuchar”, dice el hombre que saluda a todos con un “Hola, Mostro”. Al final, el amor prevaleció, aunque sea para apuntalarlo como conductor. En noviembre del 2006, lanzó “Cartas del Alma”, ciclo en el que aún hoy lee poemas y cartas románticas de próceres históricos, y con el cual volvió a ser noticia ya no como protagonista de escándalos políticos, sino como “el último romántico” de los fueguinos.
La respuesta del público lo curó. “Más allá de que a mí me sacó Jesús –confiesa– la radio fue importante, como una terapia”. Su convocatoria lo llevó a ilusionarse con un regreso imposible tiempo atrás, cuando sólo era recordado por su temprana adhesión a Kirchner (ver recuadro) Su vuelta se forjó leyendo cartas de la amante de Napoleón con la misma soltura que canturreaba un tema de la Mona Giménez. Su regreso a la política grande es casi un milagro.
Revancha electoral. Colazo había terminado mal en todos los cargos ejecutivos que ocupó. Sus ocho años como intendente de Río Grande dejaron sospechas de corrupción y enriquecimiento ilícito, nunca corroboradas por la Justicia. En la gobernación, debilitó las arcas provinciales con su “Megapase”, que de un día para otro transfirió todos los planes sociales a planta permanente; y su destitución se debió, en parte, a irregularidades en el manejo de 14 millones de pesos. Pero: el 28 de octubre dio la sorpresa y le arrebató al kirchnerismo la tercera banca del Senado, cuando ni siquiera él (y con toda la fe) se daba como ganador. Sus enemigos llegaron a imprimir boletas donde se reemplazaba Colazo por Golazo. Muchos ciudadanos metieron en las urnas la boleta “trucha”, pero la justicia electoral las aprobó. Hasta el 2011, su voz se podrá escuchar en la Cámara Alta, pero la radio no la abandona: “Voy a seguir, es una descarga, entro al estudio y me olvido de todo”.