Desde las lejanas noches en que Narciso Ibáñez Menta entretenía al auditorio televisivo con sus productos de suspenso y horror, el género fantástico tuvo un bache histórico en la Argentina, que los fanáticos llenaron con toneladas de títulos propuestos por Hollywood. Desde hace más de una década, un grupo de jóvenes directores intenta rescatar esa lejana tradición para nuestro cine y lo que comenzó como un juego se ha transformado en escuela, negocio y potente movida cultural.
La historia comenzó a escribirse en varios puntos del país hace unos quince años. Fiel prueba de este proceso son los integrantes de Farsa Producciones, quienes en 1997 filmaron su propia película de terror con $ 187 y una cámara hogareña. Así nació “Plaga Zombie”, un filme que tuvo una aceptación impensada. “Viéndola, sin conocer el contexto, es simplemente una película de zombies, realizada por un grupo de adolescentes de 17 años. Pero en Argentina no había cine fantástico. Creo que fue uno de los puntapiés iniciales de una movida que está a un paso de hacer historia”, comenta Pablo Parés, director del filme y uno de los íconos actuales del género. “Plaga Zombie”, durante este tiempo, se convirtió en trilogía: a la primera le siguió “Zona Mutante” y sus fanáticos esperan “Revolución Tóxica”, que está a punto de estrenarse. También de Farsa Producciones salieron cintas como “Nunca asistas a ese tipo de fiestas” y “Filmatron”. Para solventar el cine que les gusta, los miembros de esta empresa, en la actualidad, también se dedican a rodar videoclips de artistas como Miranda, Attaque 77 o Pimpinela y colaboran en la realización de películas como “100% Lucha, el amo de los clones” junto a Telefe y Endemol. Una combinación
inevitable para sostener una pasión que todavía no se autofinancia.
Directores. En La Plata funciona Paura Flics, el actual centro de operaciones de Adrián García Bogliano, un director reconocido, no solo en nuestro país, sino también en el exterior gracias a sus osados filmes de terror. Recientemente MPI Media Group anunció que adquirió los derechos de “Sudor Frío” para distribuirla en los Estados Unidos y Canadá, con un estreno pautado en los cines de esos países. “Hace más de una década, viendo cómo comenzaba la incipiente movida under del fantástico, parecía un sueño imposible poder hacer cine de terror violento e irreverente en nuestro país”, relata Bogliano, quien además de haber dirigido clásicos como “Habitaciones para turistas”, “No moriré sola” o “36 Pasos”, entre otras películas, está filmando “Penumbra”, con Arnaldo André y Gustavo Garzón al frente del elenco.
Este universo independiente tiene varios planetas que giran en la misma órbita. Dentro de esa galaxia podemos encontrar a Mad Crampi, un director que se autodefine como “cineasta, punk y astronauta” y cuyas películas reflejan el lado más freak de la movida (si es que existe otro). Dentro de sus producciones se destacan “Run Run Bunny!” y “Mondo Psycho”, pero los fanáticos del under local aún aguardan su última película titulada “Todos mis muertos”, un “spaghetti western” que mezcla comedia costumbrista con zombies en un alejado pueblo. “La comencé a filmar sin recursos en el 2006 y en ese momento no pude terminarla. En el 2009 presente el guión a un concurso del INCAA para películas digitales y obtuve un premio de 400.000 pesos. Aún estoy luchando contra la burocracia para poder hacerlo efectivo y salir a rodarla”, confiesa Campri.
Otro realizador local que encontró un mercado laboral más promisorio es Daniel de la Vega. Dirigió filmes como “Jennifer’s Shadow-Chronicle of The Raven”, con Faye Dunaway, para el mercado estadounidense y “Death knows your name”, ambas con trailers muy tentadores subidos al todopoderoso YouTube. Mientras que “Malditos Sean!” es la obra dirigida por la dupla conformada por Fabián Forte y Demian Rugna que está teniendo gran repercusión en los festivales del mundo.
Estética. Sebastián De Caro, además de ser actor, guionista y director, es un fanático del cine de terror y uno de los impulsores de este recambio generacional dentro del género. “A cualquiera que ame el cine, el terror le tiene que gustar. Muchos maestros de este arte han hecho obras geniales. A mí fundamentalmente me gusta lo visceral y creo que en general el cine de terror local es muy intenso, poco edulcorado”, opina. Su última película, “Recortadas”, estrenada en el año 2009, se alzó con el premio del público en el Festival BARS 2009 y recibió buenas críticas de la prensa.
Es difícil todavía encontrar una identidad propia en las películas argentinas. Y los creativos locales no quieren ni siquiera escuchar pronunciar palabras como “clase B” o “bizarro”. Pero el bajo presupuesto puede ser el condicionamiento que impulsa a los autores a la creatividad. “Pienso que el cine de terror nacional todavía está en plena gestación, buscando formas y modos de producción como base para su continuidad. Quizás en 10 o 15 años, cuando esté establecido, llegue a tener un estilo propio”, opina Parés. Muchas de las producciones en nuestro país hacen del grotesco y la parodia la marca de género que mejor las expresa. “Cuando se filma con muy bajo presupuesto, el humor es la vía más lógica. No se puede ser muy solemne cuando se está saliendo al ruedo con 2 pesos y uno tiene ganas de divertirse”, explica Crampi.
Negocios. Dentro de esta cofradía coparticipativa que integran los trabajadores del under fantástico, alguien se tenía que hacer cargo de distribuir todas esas películas que estaban destinadas a ser proyectadas solamente en algún Festival. En el año 2009, Pablo Marini, Hernán Panessi y Esteban Rojas idearon Video Flims, la primera distribuidora especializada en cine de terror, fantástico, gore, de aventuras y acción del país. “En el cine independiente argentino nos la rebuscamos siempre: con o sin dinero, con o sin tecnología. El imponderable es que, durante 15 años, con el respaldo de cientos de cinéfilos afines, se viene haciendo cine de calidad”, comentan. Este emprendimiento que nació por una necesidad del mercado, comenzó a crecer hasta llegar a los actuales 50 títulos de su catálogo. El INCAA ya les abre sus salas para proyectar las películas. “Necesitamos financiamiento para que, de una vez por todas, el género pueda salir del ghetto y sea un entretenimiento popular”.
Cuentan por ahí que la verdad de lo que está pasando en el cine de terror argentino se conoce cada año cuando se inicia el BARS (Buenos Aires Rojo Sangre), un evento que recibe el apoyo del INCAA y que fue declarado de interés por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este año el festival celebrará su edición número 12 y promete muchas novedades. Se realizará entre el 27 de octubre y el 2 de noviembre en el Complejo Monumental en la calle Lavalle y como siempre tendrá entradas económicas, muchas películas ultraindependientes y charlas sobre la industria. Para llegar a este saludable presente el BARS tuvo que sembrar sus primeras semillas en tiempos donde Internet no reinaba y las copias se distribuían en formato VHS. “El primero fue muy modesto. Se hizo en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y en tres días apenas pasaron cincuenta espectadores”, recuerda Pablo Sapere, programador del festival. De allí hasta hoy, ha corrido mucha agua (o sangre) bajo el puente. Y se espera más para el futuro. La ficción del terror, en la Argentina, recién empieza.