La picardía de Manucho Mujica Laínez -con monóculo, capa y su anillo del escarabajo-, Fangio jugando con autitos, un sombrío Sábato en la estación de trenes, parejas bailando tango, imágenes fantasmagóricas… los hitos de 50 años como fotógrafo rodean a Aldo Sessa. Un hombre muy zen, introspectivo, con extrema economía de gestos, que fluye con la delicadeza de una sinfonía. Pintor, académico y coleccionista, y un intérprete preciso de la geografía y la cultura argentinas.
La lente de su cámara se regodeó con plazas, árboles, gauchos, estancias, el Jockey Club y el Teatro Colón, y vuelve a deslumbrar con su libro número 44 “Tesoros de la Patagonia”.
Noticias: Con 50 años como fotógrafo, ¿está de vuelta de todo?
Aldo Sessa: No, el asombro y la pasión siguen intactos. La pasión es más fuerte que la vocación, es irrefrenable. En 1976 hice mi primer libro con Borges, “Cosmogonías” y me dijo: “Aldo, estamos unidos porque somos argentinos y por una misma vocación. Usted hoy adelantó 30 años en su carrera”. Tengo el mismo entusiasmo juvenil de descubrir, esperar la gran sorpresa, que se produzca la magia A partir del libro con Borges mis años no tuvieron más 360 días: fueron de 900, de 1000 días. Trabajé mucho, y la obra de un artista es su tesoro.
Noticias: ¿Nunca puso el piloto automático? Las nuevas tecnologías hacen todo más fácil.
Sessa: Trabajo igual que a los 18 años, y es muy duro: el cuerpo duele mucho más. Con una cámara me olvido de las penurias.
Noticias: En sus fotos impresiona el manejo de la perspectiva, ¿es el pintor que hay en usted el que fotografía?
Sessa: En lo paisajístico cuando uno ha pintado durante años la visión del color, la composición, quedan incorporadas. En los últimos veinte años hice un gran esfuerzo por acercarme a la gente, porque yo veía el paisaje de este país deshabitado, el impacto más grande era espacial, a veces ponía personas en escala pequeña. Soy muy solitario, aunque parezca mundano, y siempre relacioné la escala humana con la inmensidad del cosmos.
Noticias: ¿A qué se debe el cambio?
Sessa: Viajé mucho, a Israel, Turquia, Egipto, Birmania, Tailandia, Nueva York, recorrí nuestro país de cabo a rabo, y eso me hizo interesar en la gente mayor, los chicos, los personajes urbanos como mozos, porteros. Es un estudio antropológico fantástico. La fotografía cae en un lugar común: qué atmósfera “congela”. No soy fotógrafo de fauna, pero con el libro sobre la Patagonia, y fotos que hice de caballos, perros, etc, me di cuenta de que los animales, igual que las personas, requieren un acercamiento respetuoso y una conexión mental. Logré cosas increíbles.
Noticias: ¿Por ejemplo?
Sessa: Miraba la jaula marroquí de la jirafa en el zoológico y pensé: que fascinante sería que se ubicara en el medio. El animal, que estaba a 50 metros, entró a la jaula, se puso a comer pasto y tengo la foto, absolutamente centrada y con tres hebras de pasto que caen al aire. En un haras fotografié dos padrillos que se odiaban, los peones los manejaban a los tirones, los ponían nerviosos. Los fui llevando e hice la foto con las dos cabezas, apoyadas una en la frente de otra.
Noticias: El zurdo para enfocar, ¿eso influye en algo?
Sessa: Las cámaras están hechas ergonométricamente para el ojo derecho, pero uno va al mejor y se adapta a lo que no le falla.
Una madre de mente liberal -a la que Aldo acompañaba a sus clases con el famoso escultor Lucio Fontana- lo mandó a estudiar pintura, que era como mandarlo a bailar al Colón. Dibujaba desde los 7, hizo carbonilla, tinta, grabado, óleo, témpera, acuarela. Era feliz. “Mi abuelo paterno fundó los laboratorios de cine Alex en 1928, mi abuela sabía revelar, la fotografía estaba sobre la mesa, y a los 16 empecé a interesarme. Trabajé tres años en la imprenta de mi padre, un industrial, y me dio una formación gráfica”.
Como tenía ojo certero para el color, formuló las tintas en la fábrica de pinturas Milux. A la fotografía le temía, hasta vencer su aversión a la técnica: “Le dí su lugar, logré manejarla y no que me maneje. Empecé con una cámara manual. Veo mi currículum y me apabulla, es muy loco, cada día parece que uno renace… hice más de cuarenta libros de arte, sin darme cuenta.
Noticias: ¿Ha renacido muchas veces?
Sessa: Sí, cuando estoy mal inmediatamente me pongo a sacar fotos Renazco muchas veces en el día.
Noticias: Hizo libros con textos de plumas notables, como Manuel Mujica Láinez. ¿Cómo era su relación con Manucho?
Sessa: Con Manucho no había términos medios, era amor u odio. El respeto profesional mútuo fue una gran base. Manucho era muy excéntrico, estaba en todos lados y le gustaba causar sensación, pero no era un interesado en la plata. Gran trabajador, venía a las 9 al estudio, se tomaba sus copetines, dormía una siestita tapado con un delantal mío lleno de pintura y se iba a medianoche. Era tan brillante, a veces duro y cáustico para protegerse, pero uno de los más nobles amigos de sus amigos que yo conocí.
Noticias: Silvina Ocampo se revelaba sólo a quienes la conocían bien, ¿era fácil trabajar con ella?
Sessa: Era la antítesis de Victoria, muy original, divertida, la fantasía le estallaba. Era muy genial. Hacíamos miles de planes que no se cumplían nunca. Para el libro “Árboles de Buenos Aires” yo le contaba mis sensaciones y ella las elaboraba, abriéndome los ojos permanentemente. Las Ocampo tenían pasión por el mundo vegetal, pero Silvina veía cosas que no veía nadie.
Noticias: Tenía una visión esotérica.
Sessa: Totalmente. Yo tenía un jardinero holandés, ex jardinero de Sukarno, que me podó una parra y la cortó a un metro de altura, era un poste. Recogí no menos de tres litros de agua, la parra es como una cañería. Silvina, horrorizada, empezó a hablarme de la parra como de una persona y escribió un poema sobre el líquido. Me aconsejó hacer un pozo y tirarle no sé cuántos huevos, y la parra se salvó.
Noticias: Hurgó por rincones de Buenos Aires de la mano del arquitecto Peña: qué lujo
Sessa: Esa gente lo marca a uno. Peña consolidó en mí sus conceptos urbanísticos, yo veo la ciudad como la ve él: joven, compuesta por pequeños lugares simples pero maravillosos, que se deben preservar. La fotografío permanentemente, ahora veo mucha gente marginal, excéntrica, como antes en Nueva York. Le doy un dato: el 30 de marzo me van a nombrar Ciudadano Ilustre.
Juan Carlos Harriot le mostró el mundo del polo, y el Cadete Güiraldes le franqueó el de los gauchos. Diseñó vajilla, objetos de decoración, sellos postales, programas del Teatro Colón. Enfocó a actores, a Premios Nobel. “Me impresiónó Fangio, era simple, pero de un estrato superior. Le hicieron cinco by pass y me explicó que había hecho un “viaje” astral y regresado. Como todos los que están al borde de la muerte, lo hablé con Favaloro, otro ser extraordinario. Como Ernesto Sabato, un tipo muy humilde, oscuro, como me gustan”.
Oscuros eran los anteojos del Almirante Rojas, al que retrató con un fondo de mar y un faro, vestido con su traje de guardiamarina. “Le pedí que se sacara los anteojos, esos de la Revolución Libertadora, y me dice: “No, porque no estoy dispuesto a perder mi look de Hormiga Negra” (ríe). Con Ray Bradbury anudó una amistad que se prolongará en un tercer libro: “Es un proyecto abierto, Bradbury supera los 80 años, tuvo un problema de corazón. Avanzamos cuando él puede. En el ‘79 hicimos “Fantasmas para siempre”, y luego “Sesiones de fantasmas”. No sabía que tenía conceptos tan importantes sobre la fotografía”
Noticias: ¿Cuál fue el punto de encuentro entre ambos?
Sessa: Los mundos fantásticos. Es un ser muy libre, no tiene prejuicios. Vino para una Feria del Libro, estuvimos acá y me dice: “Te tengo que contar algo, estuve hablando con Dios”. ¿Y qué te dijo? “Algo importantísimo: que los artistas podemos hacer lo que queramos, y nos perdona todo. Siempre que cumplamos la misión como artistas”. Un periodista le preguntó qué opinaba de la competencia, y Bradbury contestó: “Me preocupó hasta que encontré mi identidad. La competencia termina donde empieza la excelencia”. Desde ese día, todo lo que hice, bueno o malo, es lo mejor que pude hacer.
Su última aventura se tradujo en imágenes deslumbrantes del Sur: “La Patagonia me llega al alma, es como estar frente a la Creación. Allá son tesoros las pequeñas cosas: una nube, un yuyo, es una dimensión metafísica, un lugar lleno de historias y espíritus pioneros”, susurra.
Noticias: ¿Qué tiene de particular su gente?
Sessa: Son duros, para las familias instadas hace 150 años, como los Halliday, los Goodll Bridges, el mundo es ese lugar. Tomy Goodll Bridges, descendiente de uno de los primeros blancos en Tierra del Fuego, viaja a la National Geographic Society en Washington y no quiere estar ni media hora de Buenos Aires. Santiago Eduardo Halliday, de la estancia Los Pozos, razona como un tehuelche y es el mejor boleador de avestruces del país.
Noticias: En su larga trayectoria, ¿alguien lo obligó a modificar la foto que pensaba hacer, porque era poco dúctil o porque daba para más?
Sessa: No, nunca. Converso con alguien y lo estoy estudiando, sé dónde poner la luz, qué quiero hacer con él. Busco lo que presiento. Ése mi ángulo de ataque, trabajo y voy redondeando la idea.
Noticias: ¿Usted se acepta cuando se ve en fotos?
Sessa: No me gusta estar delante de la cámara, tengo muchos autorretratos en sombra, no me interesa mi cara. Sí mis ojos, mis manos, que sintetizan al fotógrafo. Juega la subjetividad. Hubo gente que me dijo: “En las fotos que me sacaste no soy yo”. A mí me interesa que me salgan como yo las quiero ver.
Casado con Teresita García Hamilton, padre de Valeria, periodista en Miami, Luis, que maneja su editorial de libros, y Carolina, diseñadora gráfica, Sessa tiene seis nietos y un proyecto encarrilado: un museo con su exquisita colección de fotos rioplatenses del siglo XIX y unas 300 cámaras. Desde una daguerrotipo de 1852, ambrotipos, ampliadoras solares y cámaras estereoscópicas, hasta cámaras de detectives (como un bastón que saca fotos por el mango, y un reloj de bolsillo que saca por la cuerda).
Noticias: ¿Su mujer lo atrajo por la belleza física?
Noticias: No, yo no sucumbiría frente a la imagen. Al principio, sí, pero ella ha sido un gran respaldo y me acompaña hace 42 años..
Noticias: ¿Qué foto no quisiera perderse antes de colgar la cámara?
Sessa: Miles, y espero hacerlas, aunque sea muy viejo.