Entre las grandes paradojas que vive nuestro país podemos ubicar el acuerdo que está negociando un importante grupo empresario del país, los Grobo, con Venezuela. El propósito es asesorar a una empresa venezolana en la producción de alimentos, lo que le permitiría a ese país achicar su dependencia de las importaciones. Una buena idea la de sentar las bases de una cadena productiva alimentaria local para abastecer al mercado interno, siempre y cuando se realice una buena gestión empresaria y se asegure la previsibilidad de las normas institucionales del país. Insisto con las paradojas: lo que muchos argentinos cuestionan de nuestro exitoso sistema de producción –en realidad, por una falta total de objetividad- resulta que ahora lo vienen a importar para provocar un salto en la producción de granos y alimentos y generar competitividad y alta calidad.
Lo que hoy pretende hacer Venezuela, de hecho ocurrió en otros momentos con otros países de América Latina y Europa que demandaron la participación calificada de nuestros especialistas para adoptar nuestros sistemas de producción y adquirir nuestras herramientas fabricadas en el país.
El acuerdo. La firma del acuerdo entre el presidente de Venezuela Hugo Chávez y el empresario Gustavo Grobocopatel es para asesorar a la empresa estatal Pdvsa Agrícola en la producción de maíz, soja y sorgo. El plan apunta a lograr el 10 por ciento del abastecimiento interno, en una primera etapa, que hoy depende casi exclusivamente de las importaciones desde los Estados Unidos. Empezarían con 10.000 hectáreas en el 2007, 25.000 en el 2008 y 50.000 en el siguiente. La meta es alcanzar las 100.000 hectáreas productivas en el 2010. El acuerdo sería mucho más amplio que la gestión de asesoramiento y gerenciamiento y se focalizará precisamente en la producción, es decir que incluirá la formación de nuevos profesionales y técnicos capaces de llevar adelante una nueva manera de producir y también el entrenamiento de personal de todos los oficios necesarios para atender y usar todo el parque de maquinarias que Venezuela está importando actualmente desde la Argentina. El gran desafío consiste en poder aportar a los productores venezolanos nuestros conocimientos y técnicas para que sean ellos los grandes protagonistas del cambio.
El sistema. El sistema de producción que exportarán los Grobo está asentado en una serie de pools de siembra. Es la unión de todos los protagonistas del proceso productivo integrados en una red de capital, trabajo, servicios y gestión. Es la forma más adecuada de atomizar los riesgos climáticos y económicos. Fue este sistema –con diversas adecuaciones a través del tiempo- el que nos permitió pasar de los 30 millones de toneladas de granos a los 90 millones que se cosecharán este año. Esto no se hubiera logrado, por supuesto, sin el desarrollo de la investigación y la innovación, sin complementar el aprovechamiento de nuestras ventajosas condiciones naturales con la formación de nuestros profesionales y líderes emprendedores y sin concebir el complejo agroindustrial como un proceso productivo autónomo de planificación, inversión, reinversión e integración de la cadena. Hoy existen importantes emprendedores o líderes del sector en sus áreas específicas que viajan al exterior a mostrar las muchas cosas buenas que hicimos, aún sin tener en la mayorías de los casos políticas de Estado necesarias para el fomento de la producción y dar seguridades para la inversión de largo plazo.
El negocio. Para tener una noción concreta de la perspectiva que se abre con este acuerdo con Venezuela, el ingeniero agrónomo Gustavo Grobocopatel va a asesorar y gerenciar Pdvsa Agrícola con el valor agregado de los pool de siembra y el trabajo en redes en determinada región o provincia. Para poder entender de lo que estamos hablando, desde hace muchos años los productores que tuvieron la capacidad de renunciar a sus individualidades -tan arraigadas en el campo por una forma de ser tradicional- se juntaron con otros para potenciar su progreso y experimentaron prácticamente lo positivo de esa decisión. Así se integraron criadores e invernadores, potenciaron su negocio y al mismo tiempo empezaron con emprendimientos de siembra en diferentes cultivos y zonas que le permitía relativizar los riegos, tan acuciantes en el trabajo agrícola. Y advirtieron que al trabajar en conjunto, por el volumen expansivo del negocio, podían soportar mejor los reiterados ciclos y cambios económicos que solían producirse en el país.
No hay que creer que los pool o asociaciones de productores y servicios son un invento de ahora. Quienes los empezaron a aplicar hace muchos años -y añadieron el valor agregado de otros negocios al del mero productor- son los que se fueron posicionando como los empresarios más exitosos del sector agropecuario. Cuando se profundizó la crisis, estos ejemplos fueron cundiendo y terminaron en la actual situación en donde la gran mayoría de los productores –de una forma u otra- está integrado a un sistema de producción. Ya no es sólo su capacidad sino la potenciación de sus capacidades. Un pool puede estar integrado por campos de productores que suman en cada caso de 2.000 a 80.000 hectáreas. Pueden servir para hacer agricultura o ganadería, dependerá de las zonas y las provincias. El sistema de participación al que concurren es proporcional al capital que integran en el emprendimiento. El productor puede recibir el importe del arrendamiento de su campo o ese importe lo puede integrar en la UTE anual de siembra, la Unión Transitoria de Empresas. En muchos casos -si se cuenta con equipos modernos de producción agrícola- puede ampliarse esa integración ofreciendo servicios y logística facturando por ello el precio que determine el mercado. De lo que estoy seguro es que todo trabajo individual no tiene futuro en el sector y pronto terminará con el productor individualista que se resista a formar parte del “sistema”.
El pool. A esos pool se integran prestadores de servicios muy bien seleccionados, proveedores e inversionistas en general que forman parte de la red, lo que evita otra dependencia: la de la financiación bancaria convencional. Esto da al emprendimiento un gran desahogo en el tiempo y un gran abaratamiento de costos. Todos los insumos y servicios que no se aportan al emprendimiento común, se compran y se contratan tras una rigurosa selección por calidad y precio. La planificación, el gerenciamiento y la administración de los pool son las patas fundamentales del éxito de cualquier asociación empresaria. Con mucha más razón cuando se invierte a la intemperie y se depende de decisiones políticas que le agregan un riesgo de inestabilidad e incertidumbre al negocio. Como todo emprendimiento moderno, la escala es muy importante. Es así que la integración de campos de diferentes zonas atomizan los riesgos climáticos, permitiendo también que la contratación de los seguros agrícolas paguen primas más baratas. Del mismo modo cuando se trata de relativizar los riesgos comerciales: hay que ir cubriéndose en los mercados a término en tiempo y forma para fijar un precio mínimo de venta en el mismo momento de la siembra. Cuando se alquila un campo se lo hace porque el precio final del producto está asegurado en el mercado a término.
Cómo se hace. El sistema Grobocopatel funciona así. Es un negocio que funciona muy bien y que se puede mejorar. Por ejemplo, los arrendamientos: los productores tienen que entender que hay que arrendar los campos en forma voluntaria a mayores plazos y así lograr la rotación y la incorporación de los nutrientes que necesitan nuestras tierras para no agotar justamente su capacidad productiva. Sería necesario también para que se pueda contener a todos los productores en sus campos en todas las regiones a fin de que se puedan desarrollar otras producciones, como la ganadería, que es la que arraiga a la gente en sus campos y constituye la base de un desarrollo rural moderno.
Business are business. Naturalmente no se trata aquí de defender la gestión de Hugo Chávez en Venezuela y mucho menos sus actitudes contra todos los que no piensen como él. Tampoco me parece que para hacer un negocio con ese país haya que avalar un acto, como el de Ferro, que fue en contra de todas las buenas costumbre diplomáticas y los sentimientos de la gran mayoría de argentinos. Creo que, objetivamente, las relaciones con todos los países del mundo son principalmente económicas y están relacionados a los intereses nacionales. Es decir: si nuestro país puede vender sus propias capacidades –humanas, productivas, tecnológicas-, en buena hora. En lo personal, hubiera preferido que esas relaciones hayan transitado entre privados, para dotarlas de mayor previsibilidad y seguridades en el largo plazo. Lamentablemente la situación de Venezuela es la que tenemos hoy y quienes hagan negocios con sus actuales gobernantes se tendrán que adaptar a sus estilos, asumiendo los riesgos empresarios que puedan surgir en el futuro.
Este acuerdo con Venezuela demuestra que, antes de expropiar tierras o confiscar la renta de los productores, los gobiernos deberían conocer recetas mucho más efectivas para aumentar y mejorar la producción, como es la propuesta que interpreta Gustavo Grobocopatel. En realidad, se trata de mejorar la situación y la alimentación de los habitantes de cada país. Es así como la Argentina podría hacer efectivo su liderazgo.