En un capítulo de “Los Simpsons”, Bart y Lisa miran por televisión un show del payaso Krusty en la cárcel de Springfield. Viendo cómo los presos lo festejan y aplauden, Lisa dice: “En el fondo, todo criminal tiene un corazón de niño”, a lo que Bart responde: “Y viceversa”.
El análisis ingenuo y a la vez sarcástico expresa en versión digerible el nudo de una controversia que involucra a científicos, religiosos y legistas, y se vuelve actual y necesaria en una sociedad invadida por crímenes de chicos. ¿Cómo surge una mente asesina? ¿Cómo se genera una personalidad capaz del acto más atroz, más indecible, el que anula cualquier coartada del odio o las pasiones? ¿Quién “puede” matar a un niño? Desde la interpretación filosófica del mal a las más flamantes neurociencias, buscamos respuestas para entender este comportamiento reñido con la naturaleza humana.
Un ajuste de cuentas, celos, bronca, cuatro billetes de cien pesos, la manera en que una madre dirime una pelea por Facebook de su hija con otra chica. Eso argumenta la crónica policial como razones del macabro contador de asesinatos de menores en los últimos meses, a un aterrador promedio de dos muertes por mes.
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