La cita es en un bar del microcentro porteño. Quien habla con los periodistas de NOTICIAS e insiste en pagar las sucesivas vueltas de café no pasa desapercibido para los comensales de las mesas vecinas. Algunos quizá lo reconozcan, otros sólo lucen sorprendidos por su tono de voz. El hombre es uno de los encuestadores preferidos de la Casa Rosada y cobra un contrato suculento por las mediciones que masajean el ego de los Kirchner. Ahora está aquí sentado y ruega que no se publique su nombre. “Yo les cuento todo, pero a mí déjenme afuera”, dice.
¿Por qué el Presidente y su esposa parecen inmunes al lógico desgaste que provoca el poder y aún siguen perforando los techos de popularidad a más de cuatro años de gestión? ¿Los maravillosos números que propalan las consultoras cautivas del Gobierno son creíbles? El encuestador bebe un sorbo de café y suspira: “En este negocio nadie puede hacerse el santo. El que les dice que nunca dibujó un número está mintiendo. Algunos promedian las encuestas que hay hechas en vez de hacer una propia, otros truchan la cantidad de casos o simplemente inventan un número, que es lo más barato. El que dice que hizo una encuesta a nivel nacional miente. ¿Saben cuánto sale hacer una encuesta nacional? Al menos 200.000 pesos, ningún cliente paga eso. Entonces se truchan, se hacen muestras más chicas, o lo más simple, se usa la imaginación…”. El encuestador ríe, se percata de la cara de asombro de sus interlocutores. Desafía: “¿Qué? ¿Ustedes nunca escribieron una nota sin información? Un buen periodista te escribe una nota aunque no tenga datos, ¿o no? Bueno, con nosotros pasa lo mismo…”.
La brutal sinceridad del encuestador conmueve. Y coincide con la de un colega que también trabaja para un ministerio de la Casa Rosada, y que se desnuda con una frase: “Por supuesto que se dibuja cuando te lo piden. ¿O por qué creen que el Gobierno paga mejor que otros clientes? Para compensar de alguna manera el desprestigio que nos provoca a los encuestadores por inflarles los números. Eso en la jerga se llama ‘servicio de exclusividad’. Pagan mejor, pero exigen resultados garantizados”.
El testimonio de los dos consultores explica cómo se construye la mentira de las encuestas en este año electoral. Y cuánto cuesta esa ficción.