En un autito de otro siglo y a 40 kilómetros por hora, Herman y Candelaria Zapp achican las distancias a medida que agrandan su sueño. Y este parece inacabable: empezó hace diez años, uniendo Buenos Aires con Alaska. Después fue el turno de La Quiaca con Ushuaia. El tercer recorrido los llevó por los Estados Unidos y Canadá. Y el cuarto, el más ambicioso, abarca Oceanía y Asia.
Y en eso están, en un Graham Page modelo 1928 que fue agrandándose con la familia. Lo último que escribieron en su página web (www.argentinaalaska.com) fue: “Estamos viajando por Japón. Es totalmente diferente de lo que imaginamos y nos llevará más tiempo de lo planeado. Hace 130 años que no hacía tanto calor en este país y aquí estamos, con el Graham con aire acondi-soplado.” Y el sueño continúa.
Antes de embestir con el nuevo desafío –Japón, Corea, Rusia, China y el sudeste asiático hasta la India, unos 2 años de viaje–, los Zapp se tomaron un respiro en Buenos Aires, después de 3 años de ausencia. En la casa alquilada en Belgrano, recibieron a NOTICIAS con Pampa (8), fanático de los animales, los libros y los videojuegos, nacido en Greensboro (EE. UU) durante el viaje a Alaska. El sociable y amiguero Tehue (5), es el único argentino, que con 13 días de vida inició el periplo La Quiaca-Ushuaia. La tranquila Paloma (2 y medio) nació en Vancouver (Canadá) durante el tercer viaje, y Wallaby (1 año y medio), en Australia.
Herman –electricista– y Candelaria –ingeniera en Zootecnia–, se conocen desde niños. Él le declaró su amor cuando ella tenía 14 años, noviaron 10 y al casarse le prometió “viajes, joyas y ropa”. Y se ufana de haber cumplido: “En comunidades indígenas de la selva amazónica veíamos collares de semillas y yo le decía: `Cande, comprate todas las joyas que quieras´ (ríen). Lo mismo con la ropa: compramos por la temporada y descartable, en lugares como el Ejército de Salvación, no podemos acumular”.
Los Zapp recibieron una oferta de National Geographic Channel para protagonizar un reality de 13 capítulos en el sudoeste asiático: “La idea y el dinero eran excelentes, pero no era el viaje que planeamos”, explica Herman. Les bastó con los 10 días de grabación para aparecer 8 minutos en el programa más visto de Australia, “Sunday Night”: “Fue muy estresante, con muchas cámaras y producción. Y nada era espontáneo: para lograr la mejor toma en la bahía de Sydney tuvimos que salir a las 5 de la mañana, y cruzar 15 veces el puente hasta que el camarógrafo quedó satisfecho. Viajamos por el placer de descubrir el mundo, no para hacer un negocio”.
Noticias: ¿Cuantos kilómetros llevan recorridos desde el puntapié inicial, el 25 de enero del 2000?
Herman Zapp: Más de 200.000, por más de 40 países. Y el auto está cada vez mejor. En Australia se rompió una pieza, dimos con un granjero que tenía cuatro Graham Page y muchísimos repuestos, le cambiamos la cadena de distribución y, de paso, muchos detalles que ni estaban gastados.
Cuando volvieron de Alaska escribieron un libro, “Atrapa tus sueños”, y lo presentaron de Norte a Sur del país durante 2 años y medio. “Nos quedamos 5 meses en casa, alargamos el auto, lo cortamos al medio, reemplazamos el portaequipaje por un techo rígido que se levanta y se convierte en cuarto para los chicos, agregamos un baúl y nos fuimos a los Estados Unidos”, detalla Candelaria. Desde Key West (Florida), por la costa este llegaron a Canadá. Cruzaron a San Francisco, luego en barco a Australia, y pasaron tres meses en Nueva Zelanda. “Allí todo es perfección, hay baños públicos en todos lados. Australia tiene parrillas gratis, a gas, en todos los parques públicos. Pero nunca comparamos un lugar con otro ni prejuzgamos, vivimos lo que se presenta”, acota Herman.
Noticias: ¿Cómo es la logística, ya con cuatro chicos?
Candelaria Zapp: Llevamos más juguetes y pañales que otra cosa; para hacerle lugar a cada nuevo integrante aprendimos a tener cada vez menos, y disfrutar cada vez más. Agregamos una fila de asientos, los chicos van enfrentados, debajo hay cajoneras con juguetes y ejemplares de nuestro libro para vender, y en las ventanas traseras montamos dos bibliotecas. ¿Repuestos? No, cuando se rompen, vemos.
Noticias: ¿Llevan ropa, botiquín, comida?
Herman: Sí, snacks y mucha agua, comidas sólo en tramos muy largos y desiertos. Y mucha gasolina, con la del tanque sólo podemos hacer 200 km. Una heladerita mantiene el hielo y la carne para el día, el resto es enlatados y fideos. Estaríamos mejor en casa viendo Discovery Channel, pero si te quedás quieto y cómodo es como el agua, que se estanca y se pudre. Y si podés mezclar un poco de amor y un poco de sueños, ¿qué más querés?
Noticias: ¿Alguna vez hubo un hecho familiar penoso y se sintieron demasiado lejos?
Candelaria: Sí, mamá enfermó de cáncer y tuve miedo de perderla sin haber estado suficiente tiempo con ella, pero vinimos por un año y en el transcurso falleció. Un amigo murió joven, de cáncer, nos pegó fuerte. Nos perdimos casamientos, hechos felices de gente querida. Pero también puede pasarnos a nosotros, y por lo menos estamos haciendo algo que soñamos.
Herman: Mi mamá murió con 46 años y su herencia fue la convicción de que si quiero hacer algo, debe ser ahora. Uno les da más importancia a los miedos… Muchos amigos tienen su casa, el auto, un trabajo, los chicos en un buen colegio, pero no saben adónde están yendo, no tienen un objetivo. Mucha dedicación al trabajo y muy poca al amor, como si el amor lo soportara todo. Están viviendo, pero no disfrutando.
Noticias: ¿Cómo costean el viaje, tienen sponsors?
Candelaria: De la venta del libro, que va por la octava edición y se editó en inglés, y damos charlas en clubes, peñas, escuelas, y hasta al personal de las guías turísticas “Lonely Planet”. Nos ayudan mucho los clubes de autos antiguos. Hay países muy caros, no podemos darnos ningún lujo. Yo pintaba y vendía mis cuadros, pero estoy dando clases a los chicos y no tengo tiempo. El auto es un gran abrepuertas, en cualquier país las familias nos invitan a sus casas, es raro que estemos solos, pero llevamos la comida o algo. Es lo más lindo del viaje, vivirlo con la gente del lugar.
Herman: En el sur de Australia estuvimos en un campo con naranjos, y participamos de la recolección. En casas de pescadores me llevaron a pescar, a hacer snorkel. Lo mejor del viaje fue quedarnos sin dinero: lo que lográs se disfruta más, y la gente que nos ayuda es parte de nuestro sueño. En el libro quisimos mostrar que, cualquiera sea tu sueño, se puede. Hubo empresas que nos ayudaron, por ejemplo: un preparador de autos para rallies en Nueva Zelanda nos arregló la rueda del auto, estaba feliz. Voy a buscarla y había conseguido que la empresa de barcos que le manda los autos nos traslade gratis el Graham.
Noticias: ¿El “Dios proveerá” funciona siempre?
Herman: Llamalo Dios, Jehová, Mahoma, pero algo hay, nunca dejo de sorprenderme. Siempre hay una casa de familia que nos recibe, se rompe el auto y aparece el repuesto o el mecánico.
Noticias: ¿Alguna vez estuvieron a punto de decir “basta, plantamos bandera”?
Candelaria: No, pero cuando empecé a darle clases a Pampa se hizo muy duro, pensaba: volvemos y chau. Está en segundo grado con el sistema a distancia del Ministerio de Educación: es muy bueno, pero yo no soy maestra. Les escribo: “Pampa está haciendo las “s” al revés” y me responden: “Es normal, no te preocupes, ponele un espejo, etc.”, y fui aprendiendo.
Herman: Estando acá dio un examen y sacó un 10. Dijo: “Los recreos son recortitos, hay que estar todo el tiempo sentado” (ríe). Aprende sin darse cuenta, debía armar oraciones y tomamos un bote, fuimos a darles de comer a los cocodrilos y al volver contó la aventura. Me dicen: “¿Cómo no los mandan a la escuela?”, pero les estoy mostrando un mundo gigante, aprenden a desenvolverse, a adaptarse. Un día estamos con una familia muy rica, otro con campesinos y se dan cuenta de que no pueden pedir Coca Cola, experimentamos y aprendemos juntos.
A los tres meses de nacer Wallaby en el norte de Sydney, el viaje continuó, contrariando las prevenciones de los locales: “Nos decían que en el desierto hace 42 grados, que el tiburón blanco, la araña, el aguaviva y la víbora más venenosas están en ese país. Y sólo chocamos tres canguros, a menos de 40 km por hora. Es tan estúpido ese pobre animal, en la ruta aparecen muertos por todos lados. En el noroeste nos hospedaron unos aborígenes y nos agasajaron con tortuga y manatí: viven en el agua y comen pasto, la cola es como la de una sirena. Ellos son los únicos que pueden cazarlo”, evoca Herman.
Noticias: ¿Estuvieron en peligro, los estafaron o robaron?
Candelaria: Nos robaron en Nueva York, en una casa de familia. Los conocimos en una exposición de autos antiguos y nos invitaron. La mujer tenía problemas de drogas, y nos faltaron 20 dólares; volvió a faltar, y cada vez ella desaparecía, llegaba muy tarde. En los países pobres nunca nos robaron.
Noticias: ¿El carromato se detendrá alguna vez?
Herman: No sé…(ríen). El auto se puede romper, prenderse fuego, pueden robarlo, pero sabemos que igual podemos seguir. Siempre pudimos. Cuando Pampa cumpla 10 queremos volver, que tenga sus amigos, su casita en el árbol, su equipo de fútbol… Nos imaginamos con cabañas en Salta, recibiendo viajeros. Y armando un “club de soñadores”. Tengo 1 millón de personas registradas que fueron parte de este sueño.
Noticias: ¿Cómo eran cuando subieron al Graham en el 2000, y quiénes son hoy?
Herman: Antes se acercaba un tatuado con pelo largo y yo pensaba: ¿a este flaco, qué le pasa? Viví con gente de todas las clases y condiciones y hoy no discrimino, lo que vale es lo interno. Estoy más abierto, más humano. Me hacía problemas por cualquier cosa, he visto gente en situaciones muy penosas y ahora disfruto cada día.
Candelaria: Me veo mucho más sensible y autoconfiada, me costaba tomar decisiones, y hoy sé que siempre estoy preparada. Era más cerrada y descubrí que la gente es maravillosa, abrí mi mente y mi casa. Hoy disfruto lo inesperado. Somos más espontáneos, nos preguntamos: ¿qué pasaría si lo hacemos?, y con dos o tres buenos pros, nos olvidamos de las 200 cosas que pueden salir mal.