En 1991, los medios ya sabían quién era Alfredo Yabrán. El problema era que nadie lo publicaba. Cuando NOTICIAS comenzó a investigarlo ese año, sólo existía el antecedente de dos notas en el diario El Cronista. Días antes de que apareciera la primera investigación, políticos, empresarios y hasta un obispo llamaron a la entonces directora Teresa Pacitti para recomendarle que no se publicara. Los propios custodios de Yabrán lo advirtieron con brutalidad al dispararle varios tiros al periodista Fernando Amato, que osó tocar el timbre de la mansión del empresario.
A esa primera nota le siguieron otras, ante el peligroso silencio de otros medios y enfrentando nuestro propio temor por los riesgos de investigar a los sectores mafiosos del poder económico y político.
Hasta que el 25 de enero de 1997 pasó lo peor: un grupo de matones, policías y un militar retirado, a las órdenes de Yabrán, asesinó a nuestro compañero José Luis Cabezas. Recién entonces, la mayoría de los medios descubrió el apellido Yabrán y sus negocios sucios. Siempre nos quedó la terrible sensación de que, quizás, otra habría sido la historia si todo el periodismo hubiera cumplido desde el principio con su rol de informar, rechazando los acuerdos coyunturales con el poder de turno.
Desde que Enrique “Pepe” Albistur asumió como secretario de Medios, NOTICIAS viene denunciando en el país y en el exterior dos hechos gravísimos: 1) que él es el encargado (aunque no el ideólogo) de repartir los millones de la publicidad oficial, discriminando entre medios amigos y medios críticos; y 2) que resulta incompatible que un funcionario mantenga vínculos con empresas que hacen negocios con el Estado.
Ahora que la hegemonía kirchnerista se resquebraja, algunos medios descubrieron que este hombre existe. Pronto descubrirán a otros funcionarios corruptos, empresarios enriquecidos al calor K y negociados oscuros.
Otra vez, demasiado tarde.
Periódicamente se repite la misma historia. Sólo que en cada repetición se vuelve un poco más patética.