Él dice de ella que es ridícula, que siente desprecio por el radicalismo y que tiene una visión apocalíptica de la política. Ella dice de él que es un oportunista que traicionó hasta a su propio partido y un fenómeno pasajero que no va a poder sostener su popularidad y su imagen de opositor dentro del kirchnerismo.
Él, Julio César Cleto Cobos, y ella, Elisa María Carrió, se tiran con todo lo que tienen a su alcance. Abundan las definiciones de ambos en el diccionario de los cobistas y en el de los lilitos. Carrió sabe que después del histórico voto “no positivo” de Cobos, la pulseada electoral los va a encontrar enfrentados. El papel opositor del vicepresidente no le cae en gracia a Lilita, siempre proclive a ver pactos y conspiraciones.
Provienen del mismo espacio político, el vapuleado radicalismo, y se lo disputan. Además batallan por el socialismo. Pelean por el mismo electorado y piensan en el 2011.
Adelante radicales. “Carrió quiere adueñarse de un espacio en el cual se cree con derecho, y piensa que todos los que no son kirchneristas tienen que ser devotos de ella”. La frase de uno de los asesores más cercano a Cobos resume el pensamiento del vice sobre la figura de una de las líderes de la oposición. Y repite algo ya conocido: la posición no kirchnerista del vice, quizá lo que más moleste a Carrió. Un 2009 con el ex gobernador mendocino plantado en la cancha de la oposición provoca cierto escozor en el campamento de la Coalición Cívica. “Ahí sí que cambia el escenario, sería un error que se presente por fuera del Gobierno porque dividiría a la oposición”, explica, con algo de pavura, uno de los diputados preferidos de Carrió. Aunque enseguida se consuela: “Hoy Cobos mide, pero mañana nadie sabe. En cambio Lilita siempre mide, es políticamente activa”. La propia Carrió dice: “Cobos ya está pasando”.
En el cobismo, el “mañana nadie sabe” es un argumento pueril. “Pasaron ya más de dos meses y Cobos no se cae”, asegura un influyente operador radical que construye a diario la candidatura presidencial del vice. Se basa, dice, en encuestas propias que le dan al mendocino 70 puntos de imagen positiva, 30 por arriba de Carrió y a 40 puntos del matrimonio Kirchner. El maratón mediático de Cleto encrespa a Carrió, que lo bautizó con la imagen bíblica del “becerro de oro”, un falso dios a quien adoran los que no comprenden que ella es la verdadera divinidad.
El vice sabe que su voto “no positivo” contra las retenciones le dio oxígeno a una UCR que sobrevivía con respirador artificial. Sólo así se explica la desesperación de Carrió por abrazarse al movimiento que la vio nacer y al cual vapuleó después del bluff de la Alianza. Luego de la convención radical del último fin de semana, donde radicales y socialistas consensuaron una posible alianza, Carrió intentó subirse a esa estrategia un día después: como si alguien la hubiera invitado, dijo que aceptaba una coalición con el socialismo y también con los radicales que exluyeran a Cobos. Además, machaca con que “el nuevo Pacto de Olivos” es entre Cobos y el ex presidente Eduardo Duhalde. ¿Se siente invadida por el vice?
Mientras los lilitos confían en que la alianza con el sector más “puro” del radicalismo –y con el socialismo– ya es un hecho, los operadores del vice trabajan a destajo para cooptar a la UCR. “Cobos necesita al partido como el partido lo necesita a él. Sin estructura no llega”, confía un hombre del vice. Las vueltas de la vida muestran a Cobos y a Carrió tironeando por las boinas blancas.
Alianza imposible. “Dudo de su honestidad intelectual”, martilla Lilita sobre el vice. “Yo sé quién es Carrió, es una mujer imprevisible”, responde Cleto. Sutileza que prefiere obviar uno de sus asesores más cercano: “Ser oposición es muy difícil con Lilita porque tenés que ser más ridícula que ella. Es imposible analizarla con los parámetros de la realidad”.
Que dos de los políticos más populares del país no encuentren puntos de contacto habla de la impotencia opositora (dando por hecho que el vice es un crítico del Gobierno) para plasmar acuerdos contra un oficialismo que parece derrotado. Carrió se escuda en la experiencia frustrada de la Alianza cuando le hablan de hacer causa común contra el kirchnerismo. Cobos ni siquiera incursiona en esos terrenos de la retórica política. Lo suyo son las fotos, correr maratones y repetir palabras de apoyo y de distancia, a la vez, con la gestión presidencial.
El 2011 desvela el sueño de una y el otro. Es lo único que los une.