A Jorge Hurtado Gumusio (59), el café le cae como un veneno. “Me gusta, pero me daña el estómago”, asegura el psiquiatra boliviano, quien, en cambio, todas las noches prefiere prolongar la sobremesa o estudiar mascando o “acullicando” hojas de coca. La comparación no es casual. “Para los bolivianos, la coca es como el café para los norteamericanos o la yerba mate para los argentinos. Corte el café en la sociedad accidental y se cae el sistema. Sáquenos la coca, y será un apocalipsis andino”, dramatiza.
Fellow de la organización global Ashoka de emprendedores sociales, Hurtado tiene una trayectoria profesional que erizaría los pelos de un oficial migratorio norteamericano: es asesor científico en drogas del gobierno del ex dirigente cocalero Evo Morales, fundador del Museo de la Coca en La Paz y director del Instituto de Investigaciones Internacionales de la Coca (Icori), con sede en Holanda. La semana pasada vino a la Argentina para promover la despenalización de la tenencia y consumo de la hoja de coca –claro– y su potencial utilización como tratamiento para los adictos a la cocaína, el principal alcaloide que se extrae de la planta. Recibió a NOTICIAS poco antes de su viaje de vuelta.
Noticias: Usted plantea una distinción clara entre la hoja de coca y la cocaína que se saca de ella. ¿Por qué?
Jorge Hurtado: En América Latina hay ocho millones de personas que mastican o “acullican” coca. Si fuera malo, las consecuencias serían evidentes. La que sí es dañina es la cocaína: cuando se inyecta o inhala, provoca un orgasmo químico, una sensación placentera fugaz que impulsa a repetir la experiencia y sólo lleva a la destrucción. En cambio, la hoja de coca es un energizante laboral y tiene muchas propiedades benéficas adicionales.
Noticias: ¿Por ejemplo?
Hurtado: Tiene acción anestésica local. Y es muy nutritiva. Aporta el doble de calcio que la leche. Es rica en vitaminas B, C, D y P, así como en fósforo y hierro. La harina de coca se puede incorporar al pan, a las pastas, a las galletas o hasta los dulces.
Noticias: Sus detractores sólo ven en la coca a la materia prima de la cocaína. Paradójicamente, usted propone que se use en adictos.
Hurtado: Es algo que vengo ensayando desde 1984. Ya traté cerca de 250 adictos a la cocaína, aunque la verdad es que en Bolivia hay muy pocos. ¡Tendría que importar algunos! (sonríe)
Noticias: ¿En qué consiste el tratamiento?
Hurtado: Se trata de remplazar la cocaína con el coqueo, 200 a 300 gramos de hoja por semana. La idea es que, si eres conciente, te puedes contentar con ese grado de estimulación.
Noticias: ¿Qué resultados obtuvo?
Hurtado: Muy buenos. Como son pacientes ambulatorios, no se puede saber si consumieron o no de nuevo. Sin embargo, nosotros aplicamos una escala que mide su adaptación social, esto es, si la persona tiene recursos que le permiten vivir, como trabajo, estudio o familia. También evaluamos su estado mental. Y en ambos parámetros se observan mejorías del 50 por ciento. Es bastante. Ahora vamos a lanzar un protocolo de investigación en conjunto con Francia y España para confirmar estos hallazgos a mayor escala.
Noticias: ¿El coqueo habitual no provoca dependencia o sindrome de abstinencia?
Hurtado: Nada de eso. Quizás se extraña un poco, como un argentino cuando viaja al exterior y no puede tomar mate, pero nadie se hace demasiado problema.
Noticias: Usted es miembro de la comisión de coca de la Asamblea Constituyente boliviana. ¿Es verdad que quieren que Coca-Cola retire la palabra “coca” de su nombre?
Hurtado: Fue una idea mía. Es para que la gente entienda la relación entre la coca y la bebida, que tiene entre sus ingredientes las hojas –sin cocaína– como saborizante.
Noticias: ¿También quiere que la hoja de coca sea un símbolo patrio?
Hurtado: Sí. Sería más representativa que el gorro frigio español o los símbolos bélicos que hay en el escudo.
Noticias: Evo Morales trabaja hasta después de medianoche y empieza sus audiencias a las 5 de la mañana. ¿Lo ayuda la coca?
Hurtado: Poco. ¡Es un hombre tan energético, que mejor que no consuma!