El tránsito es insoportable. En la radio, Víctor Hugo Morales recuerda que Tato Bores cumpliría 84 años y lo homenajea con fragmentos de sus monólogos. Alejandro Borensztein, uno de los tres hijos del “Actor Cómico de la Nación” lo escucha mientras maneja hacia su estudio en Palermo y sonríe. Desde mediados del año pasado, Alejandro escribe una página de humor en la sección política de Clarín del domingo. En forma paralela, trabaja como arquitecto y produce programas para los canales Sony y Fox.
Noticias: ¿Cómo surgieron los artículos de humor político que se publican en Clarín?
Alejandro Borensztein: Yo siempre escribí, incluso textos para mí, que no eran para publicarse. Además, hice mucho humor político para los programas de papá. Pero cuando comencé mi actividad de productor en la tele, dejé de escribir.
Noticias: ¿Qué lo impulsó a retomar la escritura?
Borensztein: El año pasado, quienes asumieron la presidencia de la AMIA declaraban que los judíos eran sólo los que seguían los preceptos religiosos. Y yo, que soy judío pero no tengo nada que ver con eso, escribí un artículo en el que explicaba que no hay judíos genuinos. Llevé el texto a Clarín, y al día siguiente salió como editorial. El texto les gustó y me dijeron que podía publicar, que había un espacio.
Noticias: ¿Cuál es su relación con la política?
Borensztein: Seguí de cerca la política del día a día durante toda la vida. Mi adolescencia transcurrió en la convulsión de los ’70, siempre estuve cerca de la actividad de mi papá y soy un tipo muy memorioso.
Noticias: ¿Continúa la impronta de los monólogos de su padre?
Borensztein: No, no es lo mismo. Lo que hago tiene que ver con mi forma de escribir y de pensar. Los lectores puedan encontrar similitudes en el estilo porque yo escribía textos para mi papá.
Noticias: ¿Cuáles son los límites? ¿Cambiaron con el tiempo?
Borensztein: Tengo dos premisas básicas: si lo que escribo no es gracioso, no sirve y, además, tiene que estar anclado en la realidad, en datos concretos. Los límites me los pongo yo. Trato de respetar el buen gusto y de no ofender, porque lo que me interesa es desdramatizar una realidad ya muy caldeada. Hay temas con los que no me meto: no hago chistes sobre los desaparecidos ni sobre la represión. Ante el horror, no hay humor posible.
Noticias: ¿Era más fácil hacer humor con Menem, por lo caricaturesco de esa década?
Borensztein: Pasó mucho tiempo, pero en general no tomo de lo caricaturesco. Prefiero anclarme en el trasfondo político. Hoy la confusión y el error están en la primera plana de los diarios y el humor transita por esos caminos. Pero es cierto que por más esfuerzo que hagan los Kirchner nunca van a caer en lo que fue el menemismo.
Noticias: ¿Cómo es hacer humor en el kirchnerismo?
Borensztein: Los Kirchner no son ni tan buenos como dicen ser ni tan malos como dice la oposición. El deterioro que tuvieron desde la asunción de la Presidenta es difícil de entender. De todas maneras, estamos a mitad de camino; Cristina puede dar el golpe de timón.
Alejandro confiesa que anda pensando este tipo de cosas todo el día. A la mañana hace actividad física y en ese momento se le ocurren miles de ideas (“En mis ratos libres me ocupo de anotar todo lo que tengo en la cabeza y el resto es puro olfato. A veces escribo la página de un tirón en una noche y otras la voy armando de a pedacitos en la semana”). El Club de los Malos es una de las ideas recurrentes. En octubre del 2008, el Club se declaraba victorioso desde la página de Clarín: “Estamos viviendo días de gloria. Somos casi invencibles. Mientras no se construya un serio estado de derecho, mientras las leyes no se cumplan y mientras no se respeten las instituciones, seguiremos reinando en esta bendita tierra. Como dijo el compañero Duhalde, el Club de los Malos está condenado al éxito”.
Noticias: ¿Qué representa el Club?
Borensztein: Es una fuente inagotable de ideas. Me gusta pensar que hay una corporación malvada, instalada en algún lugar secreto de la ciudad, que se dedica formalmente a organizar el destino. Esa idea la uso una vez por mes y la articulo con los temas de la actualidad.
Noticias: ¿Ningún político manifestó poco sentido del humor?
Borensztein: No, todavía no. Me cuido porque no quiero ofender. Eso no quita que me ocupe de los mamarrachos que hacen.
Noticias: ¿Qué diría Tato de la política actual?
Borensztein: No me gusta pensar en esos términos, pero creo que defendería los principios republicanos que defendió siempre. Es cierto que la referencia a mi papá es constante: me preguntan por él en la calle y en reuniones en las que se habla de hormigón armado.
Noticias: ¿Cómo era él en la intimidad?
Borensztein: Era familiero. Cuando mi mamá estuvo mal de salud, suspendió los programas. No creía en eso de que el “show debe continuar”. Era muy buen padre, y creo que heredé eso en forma directa. De todas las cosas que hago, lo que mejor me sale es ser papá.
La vida de Alejandro no siempre estuvo ligada a la interpretación de la política del día a día. Cuando terminó la secundaria decidió estudiar arquitectura. “Hice una carrera bastante ordenada. Mientras cursaba en la facultad, trabajaba para Clorindo Testa. Empecé a los 18 sirviendo café y terminé siendo uno de los arquitectos del estudio. Hoy soy un arquitecto moderno, no hago otra cosa ni acepto otra forma de arquitectura”, cuenta sentado en el escritorio del estudio Grinberg-Dwek-Iglesias, del que forma parte. El cruce de sus actividades está presente en toda la charla. Alejandro señala una lámina y explica: “Ese edificio lo hice con mis socios mientras hacía ‘Tiempo Final’ en la tele con mi hermano”.
Noticias: ¿Siempre sintió que la arquitectura era su vocación?
Borensztein: No. Cuando terminé el colegio, mi tiempo y mi pasión eran para la música. Era un muy buen concertista de guitarra clásica y me dedicaba a full. Con el tiempo, me volqué a la arquitectura y dejé un poco la música. Sin embargo, siempre me mantuve muy cercano al trabajo de mi padre porque sentía que en algún momento iba a querer trabajar con él. Me recibí, hice mis primeras obras y me fui a vivir a los Estados Unidos para hacer un master en la universidad de Columbia en Nueva York. Después volví, monté mi estudio en Buenos Aires y empecé a trabajar. En 1986 sentí que tenía la obligación de hacerme cargo del programa de mi papá y se lo propuse a mi hermano Sebastián.
Noticias: ¿Por qué era su obligación?
Borensztein: Creía que el programa de mi viejo se había desgastado mucho y los canales estaban empobrecidos. Tengo formación artística como arquitecto y músico y mi hermano es un tipo muy creativo que sabe muchísimo de publicidad. Era un combo raro en esa época y fue el Big Bang de la producción independiente. De a poco, me metí a fondo con la tele hasta que un día pensé que me había vuelto loco: estaba pendiente de qué decían Alfonsín y Menem y no trabajaba como arquitecto.
Cuenta que ese sentimiento se conjugó con la necesidad personal de vivir en un lugar más tranquilo que Buenos Aires. En 1991 se instaló en Punta del Este. En ese momento, su hijo Julián tenía sólo un año, siete después nació Manuel. “Viví en Punta del Este diez años, fui arquitecto en un lugar pequeño rodeado de mar y de bosques. Llevaba una vida que, si la ven hoy en un VHS, es la vida perfecta”, recuerda ahora Alejandro, que está divorciado e instalado definitivamente en Buenos Aires.
Noticias: Tenía una vida al estilo de “Belleza Americana”.
Borensztein: Exactamente, pero son etapas. En 1998 yo había empezado a preparar los especiales “La Argentina de Tato” y me estaba conectando con la tele otra vez. En el 2000 monté en Buenos Aires la productora con mi hermano pero seguí trabajando como arquitecto. Soy como los acróbatas chinos que mantienen los platitos…
Noticias: ¿Cómo hizo para que esos mundos diferentes coexistieran?
Borensztein: Quizás es una buena manera de no ser eficiente en ninguna cosa, pero me siento bien. Sé que hice buenos programas, buenas obras y, por lo general, me gusta lo que publico. No puedo dedicarme sólo a una cosa porque me saturo, los otros mundos me dan aire y me oxigenan.
Noticias: ¿Qué opina de la televisión?
Borensztein: Entiendo lo que le pasa a la tele. Hay una gran dificultad económica en los canales que lleva muchos años, nunca se recuperaron de la crisis del 2001. Hay muy pocos recursos y los concentran en un solo producto. Pero hay que prestarle atención a otro fenómeno: la televisión de aire pierde espectadores y el cable gana adeptos.
Noticias: ¿Hay lugar para el humor político en la TV?
Borensztein: Lo veo muy difícil. Que el humor político esté tiene que ver con que la política esté. Antes los programas de política ocupaban los horarios centrales, hoy no. La política se instaló con la crisis del 2001, se diluyó, y se reinstaló con el conflicto del campo. Los ánimos están alterados porque muchas veces todos los personajes coinciden en lo que hay que hacer, pero no pueden sentarse a negociar. En el fondo, pelean por el poder. Sólo el ego del político explica la realidad.
Noticias: ¿Cómo hace para no caer en el relativismo? Hay cierto humor que se ríe de todo por igual y confunde.
Borensztein: No tengo ninguna inscripción política y jamás me dicen sobre qué tengo que escribir. Nunca me llamaron de Clarín y, si lo hicieran, no podría cumplir con ellos. Trato de ser equilibrado e ilustrar toda la actualidad, no recargo las tintas porque sólo hago una interpretación de la información. Que De Narváez, por ejemplo, diga que es peronista y que ama a Perón y Evita como si hubiera nacido en el conurbano, es muy divertido.