Antes de ofrecer té en este paquete penthouse del Botánico, antes de contar cómo conoció a Perón y a Evita a los 11 años y de asegurar que descubrió que quería ser director de cine cuando su madre lo llevó a un estudio que recreaba la Viena del siglo XIX, Héctor Olivera exclama con su voz engolada: “¡Yo no me acosté con Oriana Falacci!”. Y se ríe. “Es que cuando vi la nota de Aníbal Uset (que declaró en NOTICIAS su amor por la actriz italiana) dije: ‘Caramba, si me van a hacer una a mí, ¡de qué hablo!”.
Noticias: ¿Cuál sería su declaración bomba, entonces?
Héctor Olivera: Mejor hablemos de las películas. No es por mandarme la parte, pero hice muchas, por eso me mandaron esto de la oficina.
Desenrolla un fax donde figuran las fichas técnicas de su veintena de films, entre ellos “La Patagonia rebelde”, “La noche de los lápices”, “No habrá más penas ni olvidos” y sus tres documentales de rock. “Hice Buenos Aires Rock insólitamente. Había producido “Hasta que se ponga el sol”, de Aníbal Uset, y diez años después me piden que dirija una nueva película aprovechando el B.A.Rock de 1982 y yo, que no sabía nada de rock, no quería. Pero como venía con la fama de “La Patagonia rebelde”, insistieron. Y esa película tenía un interés muy particular porque se estaba haciendo inmediatamente después de Malvinas”, recuerda.
Noticias: Y 30 años después produjo “Que sea rock”.
Olivera: Sí, dirigida por Sebastián Schindel. Pero la verdad es que fue mucho más difícil.
Noticias: ¿Porque los músicos se hacían las estrellitas?
Olivera: ¡Se hacían las estrellazas! Los tradicionales porque son tradicionales y los nuevos porque llenan un River en dos noches. Al principio había una actitud de reticencia, y después no nos los podíamos sacar de encima.
Noticias: Pero supongo que, con tantos años de cine, usted debe estar más allá de eso…
Olivera: La primera vez que entré a un estudio, Baires Film, fue a los 13 años y nunca imaginé que después iba a ser uno de sus dueños y que íbamos a filmar ahí con Ayala nuestra primera película, “El jefe”. Yo era cadete becado en el Liceo Militar, en una época en la que el Liceo era algo de elite y una solución para mi madre, porque mi padre se había ido de casa cuando yo era muy chico y fue ella quien nos mantuvo a mi hermana y a mí.
Noticias: ¿Le gustaba el Liceo?
Olivera: Yo era lo peor que existía en materia de disciplina militar, vivía siempre resfriado y el oficial me llamaba “monumento al moco”. Igual creo que fue positivo, porque me impuso disciplina, responsabilidad, todas esas horribles palabras que hoy en día uno dice “qué espanto”. Sin embargo, nadie hizo películas más críticas de las Fuerzas Armadas que yo.
Noticias: ¿Pero el Liceo lo influyó a nivel ideológico?
Olivera: Yo tengo una rama familiar francesa y mi primer recuerdo político es la caída de París a manos de los nazis. A partir de ahí fui antifascista. Así que el 4 de junio del ‘43, el día del golpe que encumbró a Perón, determinó que para mí Perón fuera fascista, incluso antes de conocerlo. Y lo conocí mano a mano cuando tenía 11 años.
Noticias: ¿Cómo fue?
Olivera: Un domingo a las once de la mañana tocan el timbre de mi casa y eran Evita, de punta en blanco, y Perón, con uniforme de general, que me pregunta: “¿La señora de Álzaga, m’hijo”? Se había equivocado de piso. Fue un shock, porque Perón era tan entrador… reconozco que cuando murió, mientras yo recibía el Oso de Plata en Berlín por “La Patagonia…” sentí que se moría esa persona odiada y admirada que había marcado toda mi vida.
Noticias: La paradoja de los “gorilas”
Olivera: En mi caso soy King Kong… (risas) La cuestión es que a los 13 mamá, que era vestuarista, me llevó a una filmación y ahí me di cuenta de que quería ser director de cine. Entre los 16 y los 17 aproveché para trabajar de meritorio y después como asistente de dirección. Mi primer día de trabajo fue en los lagos de Palermo: tenía que estar en un bote y mover el agua. Fueron los chicos del barrio a verme y decían: “¿Sabés de qué trabaja Héctor? Hace olas”. Era un disparate. Y al año empecé a hacer producción y, finalmente, con Ayala creamos Aries.
Noticias: ¿Ya sabían qué tipo de cine querían hacer?
Olivera: Hacíamos las películas que nos interesaban a nosotros, hasta 1966, en que la empresa estaba tan mal que teníamos 33 juicios en contra por errores nuestros: pensábamos que las películas que nos gustaban a nosotros les tenían que gustar al público.
Noticias: Es la historia del cine…
Olivera: Por supuesto, pero ahí aprendimos que teníamos que alternar el cine comercial con el que nos gustaba. Yo creo que el drama del nuevo cine argentino es que es muy aburrido, salvo respetables excepciones. Todo cine tiene que ser comercial porque si no, no sobrevive. Y así es como produjimos 36 películas de Olmedo y Porcel y cinco de Sandrini.
Noticias: ¿No le molestaba quedar pegado a esas películas, teniendo en cuenta que sus gustos eran otros?
Olivera: Perdón, vamos a entendernos: yo hice películas horribles, como “Wizards of the lost kingdom”, para Roger Corman, y no puse “pichi pichi”, puse mi nombre, porque yo soy lo que hice, bueno o malo.
Noticias: ¿Por qué siempre trabajó con escritores?
Olivera: Creo que el problema del cine argentino es que hay muchos directores autores, y hay muy pocos que en realidad lo son. Yo no lo soy: todos los guiones los escribí en colaboración. He trabajado con material de David Viñas, Borges, Sartre, Bayer, Soriano.
Noticias: Los tiene todos acá, en su biblioteca, en fila…
Olivera: Es a propósito. Y el último es Saccomano, con quien hice el guión de “La bandolera inglesa”, film enorme que voy a hacer en La Patagonia.
Noticias: ¿Por qué tan ambicioso?
Olivera: ¿Qué voy a hacer, ponerme a filmar con una camarita el drama de un adolescente? A esta altura tengo que hacer alguna cosa que no hacen los demás, y además me enamoré de la historia. Esto es puro entretenimiento: ¡no aguanto una película aburrida! Ya no me invitan a ninguna universidad con las cosas que digo, igual sigo diciendo que hay que saber qué contar, cómo contarlo y si es el momento de contarlo. Algo que no tuve en cuenta con “Ay Juancito”, que no pagó ni el gasto de distribución, algo dramático.
Noticias: Sin embargo, sigue haciendo cine.
Olivera: Y, querida, es lo único que sé hacer, es esto o el geriátrico. Mirá qué título.