El ser humano puede ser concebido como una forma hueca y a través de la cual pasa el lenguaje, como un soplo, que lo va modelando de acuerdo con la imagen que le imponen las formas de la comunicación. Pero el soplo se ha acelerado de tal forma que, los cambios del presente, como un bumerán, vuelven desde los medios y están transformando al hombre de una manera más profunda que nunca.
Hasta fines del siglo XX se leía de izquierda a derecha dando origen a un pensamiento que era lineal por efecto de la tipografía, o se escuchaban y miraban imágenes que no permitían interactuar con el que las emitía.
Pero, en el tercer milenio, la comunicación pasa por seres mutantes que están siempre “enchufados”, que canjean información con varias personas al mismo tiempo, que se informan mediante notebooks o palmtops, que envían frases por SMS o que platican en la vía pública y en voz alta con sus celulares.
Frente a NOTICIAS, en un célebre café de la Avenida de Mayo, está Paula Sibilia (41), investigadora de las modificaciones contemporáneas, reflexiones que ha cristalizado en “El hombre postorgánico” (Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales) y “La intimidad como espectáculo” (ver recuadro).
Y ella misma parece un arquetipo de los cambios, porque siendo capaz de interpretar las pasiones literarias de Carlos Marx y el mingitorio de Marcel Duchamp, o de cometer un contrapunto entre Friedrich Nietzsche y la blogger argentina Lola Copacabana, no da una imagen de “ratón de biblioteca”. Paula Sibiliab se ve muy joven y bronceada, pelo algo afro, habla como porteña (con resabios de portugués en las eñes y zetas), y es tan nueva en el mundo del pensamiento impreso que el porvenir, y los libros que aún escribirá, ya parecen pesarle en la mirada.
Pero tantas aclaraciones sólo se imponen como preludio a una sola pregunta, de larga respuesta: ¿de dónde vienen, qué son y dónde van estos cambios actuales?
“En mis dos libros parto de cambios que se hicieron visibles a finales del siglo XX, y que volvieron volátil y financiero a un capitalismo que era industrial y que, hoy, ciertos autores, llaman inmaterial o intangible, porque se basa en servicios, publicidad y marketing”.
“Pero los cambios no sólo son económicos, tienen, también, componentes llamados ‘convergencia digital’, que convierten el dinero en información (tarjetas, cajeros electrónicos, transferencias bancarias por internet, etc.) y que, además, reformulan la identificación de las personas. Antes el DNI o el pasaporte, con foto y huella del pulgar, eran símbolos de ciudadanía, de pertenencia, pero hoy nos definen los archivos informáticos, y las señas digitales (correo electrónico, cuenta bancaria) que pueden servir hasta para entrar a un edificio. Es evidente, asimismo, que se eliminan cada vez más el papel y las películas…
“Y otro ejemplo es la biología, o sea las ciencias que definen la vida como información: cada uno de nosotros, para esas disciplinas, es lo que indica su código genético, o sea millones de letras combinadas en forma determinada, que revelan lo que somos. El cambio alcanza, también, a las neurociencias, a los diagnósticos por imágenes pixeladas, que constituyen una información que está en nuestro cerebro y que revelaría todo nuestro ser. Pero quiero aclarar, finalmente, que todos estos cambios, y otros muchos que son aún más conmocionantes, responden a elecciones que van más allá de internet y que tienen relación con razones políticas, económicas y socioculturales”.
Planeta Cyborg. Hay quienes piensan que las finalidades históricas han desaparecido y que los modelos (y no la historia), son los que hoy nos generan. La escritora, a través de una poderosa pulsión investigativa y deteniéndose cada tanto en la especulación teórica, estudia a fondo esos arquetipos y describe las transformaciones.
Como Rembrandt en “La lección de anatomía”, la antropóloga señala a los asombrados testigos una serie de fenómenos corporales contemporáneos, como ser la sospecha científica de que el hombre, tal como fue creado, sólo es “un borrador que las biotecnologías se están encargando de pasar en limpio”.
Si se piensa que el concepto de muerte ha cambiado, porque actualmente los latidos del corazón continúan gracias al respirador artificial, y como también la de la muerte cerebral es ya una idea caduca, el próximo objetivo de la ciencia, frente a un cuerpo que ha quedado obsoleto, sólo puede ser la inmortalidad.
Paula Sibilia tiene la impresión de que, con la pérdida de la privacidad, y abandonado el espacio interior, el yo de las personas se estructura, ahora, a partir del cuerpo, o más bien de la imagen visible de lo que cada uno es: “En una cultura hecha de apariencias”, escribe, “ya no parece haber motivos para hundirse en busca de los sentidos abismales perdidos dentro de uno mismo”.
Los artistas y escritores no valen ahora por sus creaciones y, al igual que todos los demás, cobran valor por su vida privada. La antropóloga recuerda que “mientras hoy no hay tiempo para leer a Proust o Joyce, sí son éxitos ciertos libros que muestran la intimidad, como ‘Cien cepilladas antes de dormir’, de Melissa Panarello, que narra la vida sexual de la autora, a los 16 años. La escritora más vendida, en la feria del libro de Brasil, fue Jean Willys, ganadora del Gran Hermano. Y en Estados Unidos, la autobiografía de Bill Clinton (‘Historia viva’), vendió 400 mil ejemplares en el día de su aparición, quebrando el récord que justamente estaba en poder de su esposa, Hillary Clinton (‘Mi vida’). Pero hay que aclarar que, la mayor parte de los lectores de ambos, buscaban datos sobre el encuentro sexual del ex presidente con Mónica Lewinsky, affaire que apenas mereció una discreta referencia en los libros”.
Sibilia, una mujer que cuando pasa hace que los varones y las damas se den vuelta para mirarla es, sin que parezca advertirlo, una muestra de lo que es hoy una académica que escribe, con inteligencia y erudición, sobre filosofía, ciencias y comunicación: bonita, vestida de negro pero con una blusa calada, y con dos hoyitos en las mejillas cuando sonríe (no muy seguido).
“Cada dos segundos nacen tres nuevos blogs en el mundo y lo que era el ‘diario íntimo’ es hoy ‘diario éx-timo’, para que otros vean los actos privados. Se abandonaron las vidas ejemplares o heroicas y ahora es protagonista la gente común. Ya no valen, para muchos, la experiencia de los ancianos ni el saber colectivo, agoniza la palabra escrita a mano, y todo pasa por el teclado y sucede en una pantalla. Hoy, como nunca, cualquiera puede, y habitualmente quiere, y muy pronto quizás incluso deba, ser un personaje, como aquellos que se muestran en las pantallas”.
Asalto a la intimidad. Sibilia retoma a Michel Foucault y a la “construcción de cuerpos dóciles y útiles”, eficaces para el proyecto del capitalismo industrial. Pero señala que el panorama ha cambiado y que, ahora, se recurre a lo que Gilles Deleuze llamó “sociedades de control”: regímenes apoyados en tecnologías electrónicas y digitales para establecer el dominio del alma, lo que podría llamarse “biopoder”.
Recuerda también que Francis Fukuyama ha puesto en palabras este proyecto, al decir que los reformistas sociales, el psicoanálisis y hasta los campos de concentración fracasaron, pero que la biociencia y la genética, ahora, harán posibles las utopías de los ingenieros sociales.
A propósito de lo que se ha dado en llamar “Imperialismo de exclusión”, Sibilia escribe que El Proyecto Genoma Humano es comparable al Proyecto Manhattan que fabricó la bomba atómica. Y cita, a propósito, una frase de Deleuze: la preocupación futura es ver cómo se medicaliza y controla a las tres cuartas partes de la humanidad, que son “demasiado pobres para la deuda y demasiado numerosos para el encierro”.
Paula Sibilia se mortifica cuando se le pregunta por su propia vida, por qué siendo Argentina se fue del país a los 23 años y vive en Brasil, qué opina del “setentismo” y de los discursos de la presidenta Cristina Kirchner o si un brasileño es la causa de su radicación en Río de Janeiro.
“No me interesa mostrar mi intimidad. No tengo blog. En cuanto a la Argentina, decidí irme, nada más. Me gusta mirar una sociedad con ojos extranjeros. Lo del setentismo es una ficción. ¿De qué 70 estamos hablando? Hay una estetización de esa época, como una moda o reivindicación generacional. Yo veo a Buenos Aires en el siglo XXI, aquí hablan las mismas tonterías mediáticas que en Brasil o en Europa. Yo no veo que haya ganas de ir al socialismo, sí veo que hay una nostalgia de la época en que eso era deseado. Los Kirchner son fenómenos del siglo XXI, ellos se refieren a los ’70 porque quieren crear sus propios precursores, y porque diciendo ’70 se diferencian de Menem, que es ’90”.
Paula Sibilia, ante la insistencia para que hable de su vida privada, muestra, también, que posee un rasgo que bien podría suponerse como propio de seres singulares: se la ve totalmente abierta hacia su propio interior e inexpugnable desde el exterior.
Sibilia básico
– Antropóloga y licenciada en Comunicación en la UBA.
– Maestría en Comunicación en la Universidad Fluminense de Río de Janeiro.
– Doctorada en Salud Colectiva en la Universidad de Río de Janeiro.
– Doctorada en Comunicación y Cultura en la Universidad Federal de Río de Janeiro.
– Profesora de Estudios Culturales y Medios en la Universidad Federal Fluminense.
– Reside en Brasil.