Cuando fue detenido por la policía sospechado de haber asesinado a sus propios padres y luego condenado a prisión perpetua, Sergio Schoklender jamás imaginó que 25 años después estaría viviendo en las inmediaciones de un exclusivo barrio privado en Pilar, rodeado de millonarios propietarios de fastuosas propiedades, personajes famosos y exitosos empresarios.
Tampoco debe haber pensado que alquilaría junto a su mujer una casa valuada en 400 mil dólares, ni que se pasearía por las calles de este selecto predio lindante con el partido bonaerense de Escobar en automóviles importados.
Lo que probablemente sí podría haber previsto era el recibimiento que podía esperar de sus distinguidos vecinos, quienes pusieron el grito en el cielo -y un poco más también- cuando se enteraron quién era el célebre nuevo inquilino.
Es que lo que comenzó como un rumor se fue convirtiendo en un hecho al que le sucedieron una serie de preguntas poco felices: ¿Se trataba del mismo que allá por 1981 habría ahorcado junto a su hermano Pablo a sus padres y los habría escondido en el baúl de un auto Dodge? ¿Era aquel mismo que había conmocionado a la opinión pública con una historia familiar vinculada a los excesos, el incesto y el tráfico de armas y que ahora se pasea alegremente por el club? Al comprobar las coincidencias, las quejas no tardaron en llegar.
Y claro, es que si se la piensa fríamente, la escena es por poco desgarradora: un hombre de 48 años, llega al Highland -un exclusivo barrio privado de casi 300 hectáreas- tras haber permanecido preso durante 14 años, acusado de parricidio y que puede gozar de su libertad beneficiado por la ley del 2×1. Ante este panorama, el crisol de reacciones entre los socios abrió un abanico que fue desde la más pasiva indiferencia hasta la más ferviente indignación.
De Caseros a Pilar. Al igual que cualquier propiedad privada, el country Highland también puede reservarse el derecho de admisión: así es que al momento de aceptar un nuevo socio, el Consejo de Administración -una suerte de eminencia elegida por los propios “highlandeses” -evalúa el legajo del aspirante.
Por eso, a sabiendas de que la fama no siempre es positiva, y que sus antecedentes judiciales podían no ser del todo bien recibidos, Schoklender optó por no exponer su reconocido apellido al momento de alquilar la casa. Así fue como, en una maniobra inteligente, la transacción en la inmobiliaria Díaz Alberdi por el alquiler de la propiedad que pertenece a Alfonso Ponsiglione, fue realizada bajo estricta reserva y a nombre de su esposa.
Es innegable que la oscura historia que tiñe el pasado de los hermanos Sergio y Pablo no es fácil de digerir: ambos fueron declarados culpables por haber golpeado salvajemente y estrangulado a sus padres Mauricio y Cristina Silva.
Enmarcado en una serie de revelaciones sobre una vida familiar complicada, definida por la adicción de la madre al alcohol y las drogas, sus insinuaciones sexuales a Pablo, la presunta homosexualidad del padre y la supuesta vinculación con el tráfico de armas, la historia escandalizó inmediatamente a la opinión pública y alimentó a la prensa. Desde ese momento, se inició una larga y controvertida secuencia de decisiones judiciales que derivaron en la condena a perpetua para ambos, y luego en la libertad de Sergio, en 1995 (ver recuadro).
“Hay gente a la que le es indiferente su presencia y a otra a la que le importa mucho; esta última, de ser posible, estaría dispuesta a tomar medidas legales para que se vayan del club”, comenta un vecino de Highland que prefirió el anonimato. Asegura que este grupo de detractores de los Schoklender habría elevado una nota al Consejo quejándose y pidiendo su salida del country porque, afirman, “aún tiene causas penales pendientes”. Sin embargo, desde la comisión aseveraron que no recibieron ninguna misiva por parte de los vecinos, y que tampoco parecería probable que se hiciera lugar al pedido.
De hecho, a pesar de que desde la inmobiliaria se nieguen a proporcionar cualquier dato al respecto por “prohibición expresa del club”, algunos socios afirman que ahora la pareja estaría estudiando la posibilidad de comprar la casa, ubicada en la calle Alazán 785, que ocupan desde diciembre del 2006.
Infierno grande. Comprender el motivo que llevó a los Schoklender a elegir este lugar para sus vacaciones no resultaría difícil. Erigido como uno de los barrios privados más exclusivos del conurbano bonaerense, Highland fue el “refugio top” elegido por importantes actrices y reconocidos políticos para pasar los fines de semana o unas plácidas vacaciones. Tal es el caso de Carlos Corach, Graciela Fernández Meijide, Araceli González, Roberto Giordano, Laura Novoa y Pablo Codevilla.
Sin embargo, lejos de la exposición pública y con un madurado bajo perfil, la familia del protegido de Hebe de Bonafini y abogado de la Asociación de las Madres de Plaza de Mayo pareciera esforzarse por replegarse en la más absoluta reserva. Pero, claro, eso no les impide disfrutar de las bondades que ofrece el club (al alquilar una propiedad el arrendatario pasa a gozar automáticamente de los derechos de socio).
Precisamente, uno de los “orgullos” que ostenta el country es su campo de golf de 30 hectáreas, al que concurren más de 300 jugadores. Fue allí donde las quejas se multiplicaron: nadie quería compartir el pasto con Sergio y, mucho menos, participar con él de prácticas y torneos.
Directa o indirectamente, el rechazo se hizo sentir y pareciera haber surtido efecto: de un día para el otro, su nombre y apellido dejaron de figurar en el mail que envía el club anunciando el listado de jugadores. Lo que nadie pudo especificar es si el abandono deportivo fue o no de manera voluntaria.
Sin embargo, algunos socios del country relativizan la importancia de los desaires sacando algunos trapitos al sol que -creen- podrían resultar esclarecedores acerca del funcionamiento de esta elite bonaerense: “Acá un señor que es un estafador conocido por todos, va a jugar al golf y también hay personas que deciden no jugar con él”. Y sopesando el alcance de las críticas hacia la estadía de los Schoklender explican: “Hay un grupo reducido que es muy reaccionario y está escandalizado con este tema. Pero hay que tener en cuenta que este mismo grupo también fue el que armó lío en las últimas elecciones del club porque el candidato era judío”.
De todos modos, y a pesar del revuelo que causa su presencia en el lugar, algunos oídos indiscretos aseguran que a Sergio toda esta situación con los vecinos le causa, cuanto menos, bastante risa. “Se lo toma con mucho humor; se nota que él está acostumbrado a este tipo de situaciones”, afirman.
Para sus detractores, la indiferencia de Schoklender frente a sus quejas no constituye otra cosa que una muestra más de su total falta de respeto. Invariablemente, en este exclusivo barrio, parece que es todo cuestión de buenas costumbres.