Desmesurado para todo, como un emperador romano en versión porteña y rea (“Niní Marshall me decía que tengo una cabeza perfecta, lástima que me acompañe todo este cuerpo”), Lino Patalano se pasó la vida amalgamando arte y taquilla, con pericia de fenicio y un amor imperecedero por los artistas.
Productor con instinto y estilo, rehén de su propia indulgencia, el dueño del Teatro Maipo empezó a manejar autos a los 50 años (“Como vivía en pedo, tenía miedo de matar a alguien”) y desde que adelgazó 27 kilos va al gimnasio y viste en Ralph Lauren, pero es ecléctico: tuvo épocas de túnicas, bombachas y en los ’80 elegía a Yves Saint Laurent. Malcriado por dos hermanas mayores y dispendioso como su abuelo materno (“Se gastaba todo en pasarla bien, pero el suyo era dinero heredado”), pero tuvo un tío músico en la banda del pueblo (“Mi abuelo, el gastador, vendió un campo para comprarle un piano”). Antecedente menor para quien fue declarado hace un mes “Personalidad destacada de la Cultura” en un acto cálido, entrañable.
Noticias: ¿Haber inspirado ese afecto fue su mejor negocio?
Lino Patalano: Siempre es el mejor negocio. Me emocionó mucho, fue algo muy raro: soy reacio a todo eso y por primera vez pude asumir que me agasajaran, yo que siempre agasajo a todo el mundo. El psicólogo dice que lo difícil es dejar el control. Me sentí reconocido, feliz y, sin falsa modestia, creo que es merecido.
Noticias: Coincidieron en galardonarlo legisladores del peronismo y la oposición, ¿no será usted un prócer patrio?
Patalano: Me dicen que fue una de las pocas veces en que el Concejo Deliberante votó unánimemente, pese a que no era un artista, un médico, un investigador, sino un productor de espectáculos, me halagó mucho.
Noticias: Es italiano y nunca votó, pero sufrió el país. ¿en qué políticos depositó esperanzas?
Patalano: A mí me engañan con una facilidad… como a los argentinos. Estuve con todos los que pasaron, me creo todo lo que dicen. La única vez que participé medianamente fue en el armado de la fiesta de cierre de campaña de Alende-Sueldo. Pero estamos mal informados o no creemos en la maldad: nos encantan los espejitos de colores, después nos cortamos las venas con los vidrios. Políticos y funcionarios son maravillosos hasta que llegan al poder y se convierten en reyes, no entienden que les encomiendan una obra de teatro, con principio y fin. No hay una política cultural a 10, 15 años, como mínimo.
Noticias: Empezó en el negocio teatral en 1963, y por su cuenta en el ’70. ¿Cómo era esa Argentina del café-concert?
Patalano: Yo siempre la comparo con la película “Cabaret”, era el preámbulo de la hecatombe. En “El gallo cojo”, en el ’71, Cipe Lincovsky empezó la función con Onganía y la terminó con Levingston. Nacha Guevara le podía cantar en el Margarita Xirgu a Manrique: “¿De qué se ríe, señor Ministro?” y él se reía y no le cerraban el teatro. Era dramático, pero no tan patético como los papelones y tragedias que vinieron después.
Noticias: ¿El público era menos informado pero más politizado?
Patalano: Era más politizado, una noche Cipe estaba haciendo “Pablo, te quiero”, de Gudiño Kieffer, sobre un chico que mataron a la salida de la universidad; estaba en la sala el ex gobernador durante el Cordobazo, y dijo fuerte: “¿Y por qué no le canta a los militares muertos?”. Un estudiante cordobés le gritó “¡Y vos, que lo mataste!” Íbamos a “El gallo cojo”, en Balcarce y México, y los policías corrían y cagaban a palos a los estudiantes, éstos tiraban piedras a los policías, había un clima de descomposición.
Noticias: ¿Los actores eran menos mediáticos, con mayor formación teatral? ¿El under era un buen semillero?
Patalano: Siempre hubo under y hubo semillero, y estaban los actores y los mediáticos, pero había menos disputas, la cosa era menos carnívora. Hoy hay mucho chisme, y además repetido.
Pascual Cosme Patalano (“En italiano Pascuale Cóssimo, porque nací el domingo de Pascua de 1946”) proviene de una familia de terratenientes del Lazio. “Eran de Gaeta, una ciudad fortificada en el golfo anterior a Nápoles, asediada por los moros durante 100 años. Después se refugió el Papa, y los Borbones cuando cayó Nápoles. Según la leyenda, Gaeta cayó porque los que la defendían querían unificarse con Italia y en vez de tirar balas de hierro cañoneaban con balas de estiércol. En la Segunda Guerra fue base de la NATO, los alemanes dinamitaron las casas de mis familiares para ver cuándo desembarcaban los americanos en la playa.”
La amenaza de guerra con Yugoslavia los corrió hasta América. Pascualino (luego Lino) tenía 5 años. “Mi padre había sido partisano, pero monárquico, y se ofendió mucho con la arenga de que los partisanos comunistas eran los salvadores de Italia: por no ser “camisa negra” él estuvo 6 meses en Cerdeña”. Perdieron todo y su padre, que en Carnaval mandaba a buscar pelucas a Roma, encargaba los muebles en Milán y no le faltaba el último modelo de escopeta Beretta, trabajó de estibador en el puerto porteño. “Decía que le habían simplificado la vida: antes no sabía que ponerse, ahora tenía un traje, un ambo y poco más. Yo nací en un cuarto alquilado, empapelado con acciones del Banco de Italia. Como no valían nada y no había pintura… Por eso me dijeron que el dinero es para gastarlo” (risas)
Noticias: ¿Quiso ser actor o lo suyo son los negocios y hubiera dado igual cualquier rubro?
Patalano: No, nunca. Quise ser marino a los 13 pero mis padres me pidieron que no, en la guerra habían muerto 7 primos. En vez de inscribirme en el comercial pasé por una carpintería que necesitaba un aprendiz y me quedé. Cuando llevé el primer sueldo casi me matan, tuve que anotarme en la nocturna, era técnica. En los ’60 trabajé en la editorial de música Smart: pasaban Luigi Tenco, Ornella Vanoni, Bobby Solo, el Club del Clan, y me mandaron a estudiar canto; me escuché y casi me suicido. Luis Mottura, de quien fui asistente de dirección, quería que fuera actor y me hizo ensayar el párrafo de una obra: casi me meo y me cago, ¿para qué?
Noticias: ¿Al menos ahí se enganchó con el mundo del teatro?
Patalano: Siempre fui quilombero, a los 9 en Lanús Oeste tenía mi bandita para defendernos y formamos un teatro con arpilleras, latas de aceite y velas para iluminar. Luego en Smart -que también representaba a autores franceses, italianos y americanos-, se abría la puerta y aparecían a buscar obras Vittorio Gassman, los grandes directores. Un día vino María Luz Regás, directora del San Martín, y me dio un vale para ver “Rinoceronte” de Ionesco. Yo había visto “Canuto Cañete, conscripto del 7”, qué se yo, tenía 16 años y descubrí el teatro.
Con María Luz trabajó en el Regina, como cadete y jefe de prensa. Aún le costaba escribir bien en español. Iba mezclado lo aprendido con las monjas francesas en el jardín, el italiano y el latín, hasta que en la escuela las burlas pudieron más: “De la vergüenza ‘borré’ todo de mi mente. Recuperé sólo el italiano, a los 18 años en la Dante Alighieri”.
Noticias: Su manejo del dinero no fue muy prolijo: ¿fue hombre de farras, bohemia y livin’ la vida loca?
Patalano: Antes tiraba la plata. Todo lo que tengo lo gané con mi trabajo y ahora lo gasto con mi trabajo. Me dedico al proyecto, y después a los números. Y engaño a todos diciendo que va a ser baratito. Este espectáculo por los 100 años, “Maipo, siempre Maipo”, es caro. En 58 días hicimos de nuevo el frente del teatro, el equipamiento de luces y sonido, la sala, los camarines, las alfombras. La casa de uno hay que cuidarla.
Noticias: Casi compite con Dios, al que le llevó 7 días crear el mundo.
Patalano: Mmhhhh…. ¿con cual de los dioses? (ríe fuerte)
Noticias: ¿Ha tenido fracasos, pérdidas económicas serias?
Patalano: Sí, claro, quedé en la calle, diría Catita. En el ’80 con un socio que creía era multimillonario nos hicimos cargo del Bambalinas. Le fue mal en un negocio y firmó 472 cheques en blanco. Yo había trabajado con Piazzolla, Nacha, Mercedes Sosa, Pinti, Gasalla, tenía 36 años y dije, se terminó mi ciclo.
Noticias: ¿Se repuso o se regodeó en la negrura hasta tocar fondo?
Patalano: Estaba muy loco, empezaba a tomar a las 7 u 8 de la noche. Un día, harto, la llamé a María Luz, con quien estaba peleadísimo y le pedí 40 pesos. Me dio los 40 pesos y un cheque que era una fortuna. Estábamos en guerra con las Malvinas, se había quedado sin espectáculo en el Regina, lo fui a ver a Piazzolla y él inventó Piazzolla-Goyeneche, un éxito. Y empezó todo de vuelta. Y en el ’83 armé un espectáculo en el Liceo, “Votos y botas”, por suerte no fue nadie porque bajó de cartel y al día siguiente clausuraron el teatro. Aparecía la Patria como una cocainómana, la Constitución se iba de fiesta con la de Bolivia y la de Paraguay, los tres comandantes en jefe eran travestis…, era muy fuerte (risas)
Noticias: ¿Ahora anda bien de autoestima, se quiere, se perdona?
Patalano: De ese problema grave de alcohol y demás me salvé por la terapia. El año pasado volví: no tenía deudas, sí plata en el banco, y me deprimía. Me decían “tenés que cuidarte” y me privaba de hacer lo que quería. El psicólogo me dijo: si en 61 años hiciste lo que se te cantó, ¿para qué querés la plata? Y empecé a hacer el Maipo de nuevo, me endeudé de vuelta, está todo hipotecado (risas).
Noticias: Compró el Maipo cerrado y sin programación para que no lo tirara la piqueta: ¿es un sentimental?
Patalano: Vine a ofrecer “Las gambas gauchas” y Amadori hijo me preguntó por qué no me quedaba con el teatro. Ni por puta, tenía a Norma Aleandro y Alcón haciendo “Escenas de la vida conyugal”, a Julio (Bocca), etc, y unas oficinas divinas en San Telmo, ¿para qué quería un teatro? Me fui, el remise estaba estacionado frente a lo que era el Odeón y pensé: otro teatro bajo la piqueta… Llamé a Julio y me dijo: “Metete, te acompaño”, somos dos sentimentales.
Noticias: ¿Los teatros reflejan la identidad y la historia de un país?
Patalano: ¡Y cómo! Florencio Parravicini equivalió a un Pinti, un Gasalla. Lola Membrives estrenó aquí “Bodas de sangre” e invitó a García Lorca, si hubiera venido no lo hubieran matado. Gardel y Razzano estrenaron “Mi noche triste”, estrenó Tita Merello, tantos…
Noticias: ¿Usted iba al Maipo a ver a las vedettes?
Patalano: Llegué a verlas, me fascinaba el puterío de gran nivel, pese a que estaba con el teatro intelectual. La Roca era la Venus de la calle Corrientes y la Lobato una artista completa. Me divertían los capocómicos: Marrone, Stray, Jorge Luz, Gogó Andreu, eran muy buenos artistas, a veces bastardeados. A Porcel le ví hacer en el Maipo una imitación de Mercedes Sosa que te caías de culo.
Noticias: Trabajó con todas las “vacas sagradas” de la escena nacional. ¿Cuánto más grande es un actor, más frágil y vulnerable?
Patalano: No, amo a los artistas porque tienen el don de poder expresarse sobre un escenario. Dicen que los malcrío, pero cuando se abre el telón se quedan solos, totalmente a merced de lo que les pasa. Nadie los puede ayudar, en ese sentido son seres carenciados.
Noticias: ¿Recuerda alguna pelea memorable por el cartel?
Patalano: Salvo excepciones, no he peleado con los artistas por cartel ni por dinero. Cipe y Edda Díaz competían si había letras un mínimo más grande que otras, banalidades (sonríe)
Noticias: Trajo a Liza Minelli y a Shirley Mc Laine, ¿son muy divas?
Patalano: Con Liza nos hicimos amigos, la veo en Nueva York, es la última artista de una raza especial. Y con la Mc Laine fue espantoso, no hubo feeling. Liza me avisó: “No es como yo”.
Noticias: ¿Cómo fue ser el representante y productor de un poeta, gurú y trotamundos como Facundo Cabral?
Patalano: Eso fue empezar a jugar en primera, llenar estadios, recorrer el país, hasta que me dijo: “Estoy harto del éxito, me vuelvo a México con mi guitarra”. Facundo es un juglar maravilloso, un narrador con memoria prodigiosa, un receptor de información, que divulga en forma muy interesante. Éramos compadres, íbamos de correrías por el mundo.
Noticias: Ideó la obra “Rita, la salvaje”. ¿La conoció cuando era la iniciadora sexual de varias generaciones de rosarinos?
Patalano: La conocí con Niní hace muchos años en un tugurio de Rosario. La obra no fue bien, estaba pensada para la Peleretti y no la quiso hacer, y me confundí con el target: traer a Rita a contar sus historias prostibularias, cuando al teatro viene gente grande, no va. La habilidad del productor está en coincidir con el gusto del público.
Noticias: ¿Cómo era la Niní de entrecasa, que usted conoció?
Patalano: El ser más completo y adorable que conocí, con un talento inusitado, un buen humor y una generosidad, el compendio de la artista y la señora. Era pudorosa, pero guai, un espectador no sé que le dijo, se cambió rápido y lo barajó afuera: “Usted podrá jactarse de haber sido el peor público que tuvo Niní Marshall”.
Noticias: ¿Usted indujo a Julio Bocca a hacer terapia para vencer esa timidez monosilábica que padecía con la prensa?
Patalano: Con Julio, por edad cronológica, éramos padre e hijo, aunque veces yo era el hijo. Somos amigos, socios, y lo mandé a terapia cuando tuvo la crisis y quería dejar de bailar, después de la segunda operación. Ante la prensa sentía inseguridad, temor a meter la pata, ahora habla hasta por los codos.
Noticias: Con él recorrió los cinco continentes. ¿Cuál fue la presentación o la gira más apoteótica, emocionante?
Patalano: La primera vez en Italia, la primera en España, en China, en Australia, en Japón… En una borrachera de Julio en San Petersburgo, tras dos botellas de champagne ruso dulzón, me dijo: “Quisiera bailar en Estados Unidos, en Texas, lo mejor es el American Ballet pero ahí no me van a querer”. Era mayo, mandé un video al sponsor de Baryshnicov, en setiembre audicionó y entró a la compañía.
Noticias: ¿Qué lo orgullece de usted y qué detesta pero no puede cambiar?
Patalano: Me gusta mi constancia, mi fidelidad y mi honestidad, y lo que más me molesta es lo permisivo que soy.
Noticias: ¿Qué dirían sus padres, si pudieran ver a Lino hoy?
Patalano: Mi mamá me vio hasta hace muy poco, y mi papá cuando nos fundíamos con “La gallina embarazada” hipotecó la casa y me trajo la plata, con eso abrí “El gallo cojo”.
Noticias: ¿Se repite a menudo: “El show debe continuar” o prefiere “Pasan los años, pasan los gobiernos, pero quedan los artistas”?
Patalano: Lo segundo, siempre.