Esta vez es Gabriel Rolón el que, sin abandonar su sillón de psicoanalista, juega un poco a ser el paciente y recuerda, asocia, cita, recuerda, y deja que le pregunten. Entonces evoca los días en los que cazaba bichos en un campo, cerca de Chivilcoy, mientras su padre, obrero de la construcción, levantaba el casco de una estancia; ese padre que cuando él le dijo que no se animaba a estudiar Psicología porque con 26 años ya se sentía muy viejo para hacerlo, le respondió: “Mirá Negro, los 30 años los vas a tener igual, no vas a parar el tiempo porque no estudies. Vos decidís cómo querés que te agarren”.
“Fue una intervención muy analítica -interpreta Rolón- porque al otro día vencía la inscripción y la fui a ratificar, y acá me tenés”. Están quienes lo siguen cada medianoche, desde hace quince años, en el programa “La venganza será terrible”, junto a Alejandro Dolina, o por la tarde, con la Negra Vernaci; están los que tocan el timbre en su consultorio de Once para contarle de sus problemas; y están los que combinan ambas cosas y se convirtieron en oyentes y pacientes. Algunos de ellos aparecen en su reciente libro, “Historias de diván”.
En un principio nada indicaba que Rolón viviría de hacer radio o de escuchar dolencias. “Como éramos bastante pobres, el estudio tenía que darme una salida laboral: me recibí de perito mercantil y me anoté en Económicas, como correspondía. Y fracasé, como correspondía. Después me anoté en el profesorado de Matemáticas, porque me gustaba el contacto con los chicos, y estudié unos cuántos años mientras ganaba unos pesos como profesor de música, y finalmente empecé Psicología. Pero fue como músico que lo conocí a Dolina”.
Noticias: ¿Cómo sucedió?
Gabriel Rolón: Yo soy guitarrista de tango y empezamos a hacer algunas cosas juntos. Después de los ensayos, cuando todos se iban, Dolina y yo nos quedábamos hablando de algún libro, algún disco, y fue surgiendo como una amistad. Un día me llamaron para reemplazar a Guillermo Stronati por una semana. Y la verdad es que era el sueño de mi vida, iba a poder decir “estuve una semana trabajando con Dolina”. Así que fui y Alejandro me dijo: “Sentate y, si se te ocurre algo, decílo con total libertad”. Y otra vez acá me ves, no se dieron cuenta y no me echaron. Al principio estaba fascinado…
Noticias: ¿Y ahora?
Rolón: Hace 15 años que lo estoy haciendo.
Noticias: ¿Ya no lo disfrutás tanto?
Rolón: Por lo general el programa sí, lo que me cuesta es llegar. Me levanto muy temprano para atender pacientes, porque amo mi profesión. Y en mi mente soy un chico de campo acostumbrado a levantarse a las 6 de la mañana y acostarse a las 9, y nunca he podido cambiar eso. Llegar a las 12 de la noche se me hace muy duro, pero una vez que estoy en el programa me siento como un oyente de privilegio y me empiezo a maravillar de las cosas que dice Dolina, me río, aprendo, me divierto. Es como si a las 10 y media de la noche dijera siempre “no tengo que hacer más esto”, y a las 2 de la mañana dijera “qué lindo lo que estoy haciendo”. En la radio soy un bipolar.
Noticias: ¿Cómo es Dolina como amigo?
Rolón: A él no le gusta mucho hablar de la amistad, pero la ejerce totalmente. Él dice que la amistad es un sentimiento menor, que el sentimiento fuerte es el amor, que no le vengan con amigos, que él quiere novias. Pero en los momentos en los que la he pasado muy mal, una de las primeras manos fueron las de él y las de Elizabeth Vernaci.
Noticias: ¿Nunca tuviste el prejuicio de que te desprestigiaba estar en los medios?
Rolón: Casi es el único prejuicio en mi vida. A veces pensaba, cuando estaba en “Causa Común” o en “Todos al Diván”: ¿cómo resisto la exposición mediática en lugares donde viene un stripper y yo estoy sentado al lado con mi carpetita? Y dije, bueno, tengo que resistir esto desde mi palabra, yo soy responsable desde lo que digo y lo que escucho. Y logré una especie de aparte. Aunque he notado una profunda crítica, eso sí, de mis colegas. Los colegas son muy quisquillosos con esto, pero yo aprendí a acercarme al psicoanálisis a pesar de que a veces no estoy tan cerca de los psicoanalistas.
Noticias: ¿Por qué?
Rolón: Creo que hay un estereotipo de analista que le ha hecho muy mal al psicoanálisis: el alejado de la gente, que no habla, casi no te saluda, no te puede tutear, vos le contás una gran tragedia y el tipo te dice, “ajá”. ¿Está mal que diga “che, qué cagada, ¿y vos qué sentiste?”. Yo trato en mi práctica clínica de no perder ciertas características de lo humano, porque me parece que la teoría psicoanalítica es maravillosa y a veces los analistas no hemos estado a la medida de los cambios de los tiempos para adaptar el método.
Noticias: ¿Por eso se dice que el psicoanálisis pasó de moda?
Rolón: Tal cual. La globalización llega a todos lados, también afectó al psicoanálisis. El prólogo del libro dice algo así como que hay una tendencia de imponerle al dolor los tiempos de la economía del mercado. Claro, la prepaga te cubre 24 sesiones, entonces la terapia tiene que ser breve y focalizada: 24 sesiones tiene esta persona para que le duela, a la 25 ya no le tiene que doler más.
Noticias: ¿Por qué publicaste este libro con casos reales?
Rolón: A mí siempre me gustó escribir y cuando editorial Planeta me pidió un libro más de consulta, del estilo “Como decirle a mi padre que soy gay”, yo contrapropuse un libro en el que se iban a desarrollar ideas que creía que a la gente le iban a servir, pero dentro de un marco de lo que sucede en un análisis real. Quise demostrar que hay gente que no pertenece a ninguna elite y se analiza y saca beneficios.
Noticias: En el libro hablás de la imagen del buen analizante, ¿cómo sería?
Rolón: Es ese tipo que vive cerca de Las Cañitas, que tiene guita como para pagar dos sesiones semanales, que no tiene apuro por resolver los problemas y que va de un modo casi snob. Y la experiencia me ha demostrado que suceden cosas maravillosas con los que uno menos espera.
Noticias: ¿Se puede soportar tanto dolor ajeno?
Rolón: Sí, se puede soportar básicamente porque los dolores propios son más fuertes, entonces uno no tiene tiempo de quedarse enganchado a los ajenos. Pero, obviamente, hay casos que te conmueven.
Noticias: ¿Por qué decís que el psicoanálisis es un acto de amor?
Rolón: Porque es un acto de amor a la verdad. Hay otras técnicas que lo que buscan es el bienestar del paciente. Yo concibo al psicoanálisis como algo que no busca necesariamente el bienestar sino la verdad, y después el paciente tiene que trabajar para poder tener un bienestar en la verdad que él lleva. Y por eso a veces implica dolor y renuncia y meterse en un terreno peligroso. Amar es estar en riesgo, y el psicoanálisis es eso.