El espectáculo es interesante y animado, con un objetivo: recrear someramente la historia del flamenco en cuatro escenas y con la colaboración de músicos –uno de ellos en el cante–, el pequeño pero compacto elenco del Ballet Al’Aire, de muy correcto acompañamiento, y la pareja estelar integrada por Marcela Rodríguez y Adrián Vergés.
Ella, una estudiosa del flamenco que, vestida con buen gusto, se presenta hacia el final despampanante con su blanca bata de cola a lo Carmen Amaya, aunque sin la continuidad en el zapateo que tanto caracterizó a la artista de la gitanería.
Él, con mucho garbo y todo el vigor con que premia “il fuocco sacro” a ciertos artistas de la danza. Ambos intentan con éxito ciertos giros y seductoras figuraciones, absolutamente originales, sobre el tango “Nostalgias”, surgido de la dual inspiración. El vestuario de los bailarines es variado y elegante, diseñado por la misma Marcela Rodríguez. Muy buenos los músicos (bajo, dos guitarras, caja y flauta traversa) de la nueva orquesta flamenca.