Se mudaron a este barrio cerrado de Pilar hace poco más de dos meses. La casa de dos plantas está rodeada por un jardín con un árbol de magnolia, un cáctus, un pino y un laurel. Adentro hay cortinados, sillones y velones anaranjados. Se huele incienso y en un rincón hay un narguile. Sobre una mesa, en la pequeña y luminosa cocina, Dolores Stabilini, la pareja de Ángel Mahler desde hace cuatro años, estudia partituras mientras bebe a pequeños sorbos un vaso de gaseosa. Lleva el pelo recogido en una cola de caballo y un conjunto de falda roja y blusa tejida al crochet. El socio y amigo de Pepito Cibrián desde hace 25 años llega vestido de negro de pies a cabeza, con ese habitual look despeinado que recuerda a un científico loco. Pero su voz, gruesa y firme, no coincide con el estereotipo.
Nació y vivió en Villa Devoto hasta los 20 años. Su madre era directora de escuela, su padre obrero metalúrgico. De aquellos tiempos tiene un recuerdo indeleble. Un día fue a visitar a su padre a la fábrica y le dijo que le gustaba su trabajo. “No”, fue la respuesta que obtuvo, “Esto no es para vos. Tus manos no se pueden ensuciar con grasa”. Desde entonces el pequeño Ángel Pititto (tal su apellido original) dijo a los cuatro vientos que sería director de orquesta y/o jugador de fútbol, una veta despertada por su vecino, el histórico delantero de Racing Yaya Rodríguez.
Noticias: ¿Qué lo llevó hacia el piano y no hacia la pelota?
Ángel Mahler: ¡Que mi mamá no me dejaba cruzar la calle! (ríe). Ya más grande, aunque pueda sonar jocoso, se lo dije: “Má, me hice músico porque no me dejabas jugar fútbol con los demás chicos”. Hablando más en serio, cuando miro para atrás me doy cuenta de que hay mucha responsabilidad en el hecho de ser músico. Es una actividad que te pide todo el tiempo que le des más. Quien se toma en serio la música no descansa, no hay forma de escapar a esta vocación.
Noticias: ¿Es cierto que no cree en la inspiración?
Mahler: No creo en esa imagen popular del artista bohemio que recibe haces de luces y de ahí saca una pieza creativa. No funciona así, te lo puedo asegurar.
Noticias: En porcentajes, ¿cuánto es talento y cuánto es trabajo?
Mahler: Creo que un 60 por ciento es el trabajo. Con el talento solamente sos puro potencial, sin nada concreto realizado. Ahora que ya estoy pisando los 50 valoro aun más la educación musical. Hoy estudiar Chopin o a Rachmáninov agranda mis propias ideas.
Noticias: ¿Qué tiene de particular esta versión de “Otelo” que acaban de estrenar?
Mahler: Bueno, por un lado es el primer musical en tres años. Me fascinan la sutileza y el planteo dramático. Si bien Otelo es una víctima por todo lo que le toca vivir, hay una parte mía que tiene mucho que ver con él. No es casual que hayamos elegido esta obra. Con Pepito necesitábamos hablar de la traición. Uno de los temas que canta el personaje de Yago cuenta esa frustración, al dar todo por una persona para recibir a cambio poco menos que nada.
Noticias: Un aprendizaje difícil, ¿le tocó vivirlo recientemente?
Mahler: En los últimos años, Pepito y yo tuvimos varias decepciones que tuvieron que ver con la traición.
Noticias: Cualquiera pensaría que ya son una dupla inmune a cualquier embate.
Mahler: Sí, pero uno se entrega a un proyecto y en general trabaja con gente, así que necesitás un entorno que acompañe. No hay cincuenta personas en una oficina de Puerto Madero, somos él, yo y cuatro chicos históricos a cargo de todo. Cuando alguien de ese equipo nos falla, el golpe es dolorosísimo.
Noticias: ¿Qué buscan mostrar en sus musicales?
Mahler: Nuestro crecimiento. Hemos hecho producciones con millones de dólares, en la época de Lectoure, y hemos hecho funciones con presupuesto cero. No estamos haciendo teatro independiente, hay gran inversión y vestuario, pero si todo eso no tiene un contenido que valga la pena, se cae.
Noticias: Un hito como “Drácula” ¿no se interpone como un muro insuperable?
Mahler: Sabíamos que un suceso como ese iba a ser difícil de superar. Pero no fue algo contra lo que compitiéramos, sino al contrario, fue una puerta al liderazgo en teatro musical en la Argentina. Buscamos autosuperarnos. “Drácula” siempre vuelve y hace su caminito, pero todas las demás obras sirven para ratificar que aquello no fue una casualidad. Seguimos armando nuestro esquema con productores y equipos argentinos y al modo argentino. El amor que se les pone a las cosas en este país es único.
Noticias: ¿Pensaron en producir “for export”?
Mahler: Llevamos nuestras obras al exterior y nos fue bien. Es lindo ver que nuestra creación puede traspasar fronteras, pero nuestra dinámica acá nos hace muy felices. Nos gusta girar por todo el país con las compañías.
Noticias: ¿Hacer megaproducciones en Argentina no es una empresa cuesta arriba?
Mahler: Sí…
Noticias: ¿Y en eso hay un encanto?
Mahler: (ríe) Lo lindo es encontrar aliados. En este tiempo encontré gente que entendió lo que es llevar adelante un proyecto. Hacer musicales no es una tarea de tres meses, sino un proyecto de vida.
Noticias: ¿Cómo es la relación con Pepito?
Mahler: Somos amigos hace 25 años, que no es poco. Hay una cosa innegable que es su motor creativo. Lo interesante es que se haya dado cuenta de que somos dos, que puede bajar unos cambios, y ver que nos complementamos. La base de toda relación –sea la amistad, el amor o cualquier otra relación duradera– es la admiración. Los sentimientos pueden modificarse, pero el admirar a otro es clave e inamovible.
Noticias: ¿Qué admira de Pepe?
Mahler: (piensa) Admiro al Pepito que está adentro. No la máscara de Pepito, ese personaje que se armó, que a él le gusta, con sus collares, su madre y su historia. Bárbaro, fantástico… yo lo respeto mucho y me divierte, pero Pepito no es eso, o eso es una partecita. La otra parte, la que escribe, es la que desde que lo conocí admiré de él y te diría que es el motivo fundamental por el que sostenemos nuestro vínculo por tanto tiempo. El otro día –fijate vos, después de 26 años–, le mandé un mensajito de texto. diciéndole “Qué lindas letras escribís” y él me respondió “Y tu música las sublima”. (ríe). Es genial que esto pase. Nos sentimos cómodos, y ¡qué lindo es trabajar así! Yo solo no lo podría hacer.
Noticias: A Pepito lo obsesionan un poco las críticas. ¿A usted también?
Mahler: Yo estoy seguro de lo que hago, menos pendiente de las críticas que hace 20 años. Me interesan, pero desde otro ángulo. Me siento defraudado si después de dos horas cuarenta minutos de espectáculo –lo que dura “Otelo” por ejemplo– la reseña habla de “música pegadiza”. Me ha pasado. Pido cosas lógicas, que el crítico se deje llevar, para bien, o para mal por lo que expresa la obra.
Noticias: ¿Qué es para usted el éxito?
Mahler: Que mi vida tenga sentido. En lo que hacemos Pepito y yo hay mucho amor. El éxito es generar amor.
Tiene dos hijos: Damián, de 20 años y Emmanuel, de 17. Tras la separación de Romina, su ex mujer, Mahler se enamoró de Dolores, violinista estable de su orquesta (y único violín en “Otelo”), con quien convive hace algunos años y aún no tiene hijos. “Por suerte los míos ya están en esa etapa de la vida en que pueden empezar a entenderme. ¿Cómo les explicás que papá no está nunca? Que su trabajo jamás termina salvo, quizá, un domingo a las 8 de la noche cuando decido poner un DVD?”, se pregunta Mahler. La respuesta está a mano: el mayor estudia dirección y composición musical en la UCA y vive en su estudio céntrico. El menor –que vive con su mamá en otro country de Pilar– ya se perfila como cantante y planea lanzarse en el 2011 con la reposición de “Drácula” en su 20º aniversario.
Noticias: ¿No les dio por el rock?
Mahler: Sí, y es curioso, porque hace un tiempo hicimos un pacto para que ellos conocieran mis preferencias musicales. Entonces los llevé al Colón a escuchar el concierto número 3 para piano y orquesta de Rachmaninov, y la 5º de Mahler. Ellos me llevaron a ver Rata Blanca. ¡A mí también me gustaba el rock cuando era chico!
Noticias: ¿Qué escucha en su casa?
Mahler: Ópera y música clásica. Música a secas, quiero decir. Hablemos de música, porque el rótulo “clásica” hace que parezca un embole; hablo de música bien concebida.
Noticias: Una que sepamos todos, nunca.
Mahler: (ríe). Bueno, ya escuché mucha de esa cuando era chico.
Noticias: Dolores es 22 años menor que usted ¿Cómo llevan esa diferencia?
Mahler: Sí, es menor, pero cada vez menos: ella envejece y yo no… (ríe) Bueno, ahí es cuando viene lo de la música. Dolores podría tener otra edad, porque estoy ligado a su esencia. Nos une la música, y eso en esta etapa de mi vida es fundamental.
Noticias: Ella entiende que pueda estar durante horas absorto componiendo…
Mahler: Sí, pero ser músico no es algo solemne. No necesita dejarme solo con mis musas.
Noticias: ¿Es cierto que le gusta cocinar?
Mahler: Improviso mucho. Me gustan las comidas con pescado, verduras y semillas. Intento llevar una dieta balanceada, algo complicado en estos tiempos de estreno.
Noticias: El esoterismo en la decoración ¿viene de siempre, le pegó en los últimos años o tiene que ver con Dolores?
Mahler: (ríe) Bueno, todo eso. La conexión con esa energía siempre estuvo. En su momento la compartía con mi abuelo, que era muy espiritual.
Noticias: ¿Practica meditación o alguna religión?
Mahler: No, el contacto hombre-Dios es la única religión que tengo. Y para comprender la naturaleza humana me gusta remontarme a las primeras historias bíblicas, como la de David y Betsabé, que habla de la traición, de esas cosas increíblemente feas que también tenemos los seres humanos. Creo que tenemos una misión en el mundo, y cumplo con mi parte.
Noticias: Y esa misión sería…
Mahler: Estar al servicio de la música como algo inevitable. Me di cuenta hace algunos años: cada cosa que quise hacer por fuera de la música no prosperó.
Noticias: ¿Cosas como cuáles?
Mahler: Como mi restaurante en San Telmo, que duró menos de dos años. Algún negocio con acciones, ¡no entiendo nada! Sí cuido que nuestras obras no resulten a pérdida. Igual, no nos podemos quejar, el balance siempre es positivo.