Hay mujeres que parecen desplazarse con un marco a su alrededor. Damas-retrato, con atmósfera y luz propias. Ana Torrejón es una de esas mujeres de fina estampa, y el hecho de que reciba a NOTICIAS en el contexto de su propia galería de arte –en pleno corazón de Palermo– no hace más que reforzar esa impresión, entre inquietante y mágica, de estar conversando con alguna musa de Modigliani: el cuello largo, la cara blanca, la boca incendiada.
¿Los temas? Todos, como conviene a cualquier cónclave femenino: carrera, hijos, belleza, mandatos, hombres, dinero, moda… Con la misma gracia con la que durante 14 años supo mixturarlos en la edición argentina de Elle –la revista que dirigió desde su lanzamiento y que acaba de dejar atrás–, pasa de un tema a otro y tiene para cada uno de ellos una reflexión original. El mismo infalible recurso con el que –aun en un campo del periodismo en el que la tilinguería suele ganar por goleada– ella se las ingenió para hacer algo diferente y valioso. Quizá también por eso lo defiende de plano: “Yo reivindico el género de revista femenina tanto como también reivindico, cuando están bien hechos, la telenovela o el folletín, porque tienen un alcance extraordinario. Y con la excusa del lápiz de labios y de la receta podemos acompañarnos un montón, en sociedades en las que no hay equidad”.
Noticias: ¿Cómo? ¿No era que hombres y mujeres éramos iguales?
Ana Torrejón: Pensemos que si en el mundo somos mitad hombres, mitad mujeres, evidentemente las posibilidades que nos tocan a nosotras son muy deslucidas. En las posiciones laborales de jerarquía, en el rango gerencial, prefieren y favorecen a los hombres. Eso es la realidad. Y en este sentido creo que la dictadura militar, más el plus de ejercicio de diez años de neoliberalismo, han dejado heridas profundísimas en la sociedad argentina que afectan directamente a las mujeres. Pero también es real que cada vez nos recibimos más mujeres que varones en las universidades. ¿Y qué piensan hacer tanto el Estado como las empresas respecto de esto, respecto de sus empleadas mujeres?
Noticias: Pero esa mirada no implica “pelearse” con los varones. ¿O sí?
Torrejón: No, para nada. Yo, por mi edad, formo parte de una generación de transición en la que con los hombres se dieron relaciones de gran paridad. He hecho maravillosas alianzas con hombres: tengo muchos amigos, trabajo con hombres, tengo un hijo varón… He tenido siempre un buen nivel de diálogo y nunca me sentí frustrada al respecto. Pero igual todo el tiempo estoy promoviendo esta reflexión acerca del nivel de esfuerzo que tenemos. Y en todas esas circunstancias sí me siento igual a cualquier mujer.
Noticias: ¿Viene de una familia de mujeres fuertes?
Torrejón: Sí, definitivamente. Mi abuela Pepita fue la primera que manejó en Península Valdés. Lo primero que ella hacía a la mañana era pintarse los labios, sí, pero tenía voz y voto. Manejaba, sabía de campos, le pedían asesoramiento en muchos temas…Y no recuerdo que me haya dicho cosas absurdas del tipo: “Bueno, ahora te toca casarte y tener hijos”. No, ella me decía: “¡Qué bien, vas a viajar! Divertíte mucho, pasalo bien con tus amigas”. La verdad es que yo siempre me sentí contenta y vi muchas posibilidades en el hecho mismo de ser mujer.
Noticias: ¿Cómo es su madre?
Torrejón: Ah, mi mamá es una mujer muy talentosa. Ha sido una increíble docente. Trabajó en educación especial y con discapacitados, en situaciones de mucha carencia. Además, tiene otras virtudes: canta muy bien, es muy habilidosa, una apasionada de las plantas… No nos parecemos, a decir verdad. Por supuesto que tiene temperamento, es indomable y despierta pasiones. Hasta el día de hoy resulta capaz de hacer cualquier locura si ve a un chico lo castigan o lo tratan mal. Una auténtica maestra.
Noticias: ¿Cómo es, después de muchos años digiriendo un medio, encontrarse fuera del panal donde se fue abeja reina?
Torrejón: Yo soy una convencida de que el ego no sirve para nada. Y ojalá pueda vivir una vida larga para seguir siendo rebelde y un poco excéntrica. Porque a mí me pasa que, cuando a todo el mundo le gusta lo que hago, mmm…desconfío. Y yo tenía la percepción que muchas reflexiones no eran para mí, sino para la silla que ocupaba. Entonces, me dije: “Anita, volvé al llano”. Ojo, extraño un montón de rituales, pero no es sano eternizarse en situaciones.
Noticias: ¿Periodismo, nunca más?
Torrejón: A ver: yo trabajo como periodista desde los 21 años, hace exactamente 26. Pasé por Siete Días, Semana, Claudia, Para Ti, Página/12, Clarín…. Y finalmente estuve 14 años en Elle. Pero siempre también, y en paralelo, estuve dedicada al arte y a eso me dedico hoy a pleno.
Noticias: ¿Desde dónde se involucra en ese tema?
Torrejón: Te diría que en una formación más primaria siempre existió lo artístico como una posibilidad. Por ejemplo: yo escribo con imágenes que se corresponden con percepciones visuales. Compongo a partir de eso. Ojo, nunca pinté, por ejemplo. Pero sobre el final de la dictadura trabajé un breve tiempo haciendo performances. Eran intervenciones en vivo. Las hacíamos en distintos lugares… especialmente en fiestas a las que no habíamos sido invitados (risas). Y después hice mucho canje: les cambiaba a amigos artistas sus obras por ropa que yo conseguía en mercados de pulgas, hasta que finalmente comencé a comprar.
Noticias: Cuando ya era rica…
Torrejón: No, para nada. Ese es otro mito: se piensa que para comprar obras hay que tener mucho dinero, y realmente no es así. Mi colección y yo fuimos evolucionando juntas, y con el tiempo noté que muchas cosas de mi vida (mis amigos, mi vida de relación, temas que me interesaban) estaban vinculadas con el arte. Quizá por eso también siempre me preocupó mucho que los rituales de participación fueran tan elitistas.
Noticias: ¿Y a qué lo atribuye?
Torrejón: Yo creo que todo esto se relaciona con la pretensión. Los países tan jóvenes, como el nuestro, tienen mucha vergüenza de sus propios orígenes, y por eso acá todo el tiempo se vive esto de: “Vos, ¿de dónde sos? ¿Del Interior? ¿Sos de un país limítrofe? ¿A qué colegio fuiste? ¿A qué club fuiste?”. Entonces, se fabrica una serie de aristocracias que es un absurdo, y sobre la base de eso después se institucionaliza una suerte de superioridad que también es un absurdo. ¡Basta! ¡Si somos todos mestizos! Y lo mejor que nos puede pasar es justamente eso: ser mestizos. Pero desconocerlo tiene que ver con esa famosa soberbia por la que a veces también somos resistidos. Miramos desde el prejuicio casi todo.
Noticias: Aun fenómenos tan ricos como el de la moda reciben esa mirada prejuiciosa…
Torrejón: Es verdad. Pero a mí la moda me interesa como piel social, y me parece riquísima vista desde esa óptica: si la vemos como la posibilidad de leernos a nosotros mismos y a los demás a partir de una sucesión de movimientos y de gestos. Pero siempre lo hago desprovista de dos categorías que aborrezco: el buen y el mal gusto, y el concepto de elegancia, que es absolutamente coyuntural. Pero me interesa muchísimo cómo se expresa una sociedad.
Noticias: ¿Y qué expresan las argentinas al vestirse, apasionadas como son por los grandes logotipos?
Torrejón: Inseguridad. Es el deseo de demostrar que uno ocupa tal o cual situación. Pero también eso habla de una visión muy acotada de parte de los mismos medios. La gente es bella más allá de la cáscara exterior; es bella por lo que proyecta.
Noticias: Bueno, pero en la nación de las cirugías estéticas las proyecciones mucho no cuentan…
Torrejón: ¡Ay, yo lo único que quiero es ser vieja! (Risas). ¿Sabés por qué? Porque lo veo como un enorme desafío. Algo me dice que alguna vez los viejos vamos a ser pocos. Hay como una obsesión puesta en la creación de estereotipos. Pero si nos conectamos con la mayoría de la gente, vamos a darnos cuenta de que son felices de otra manera. Vamos a ver que hay millones de mujeres que se sienten felices y sexies sin ser talle XS. Porque, pensemos: una sociedad que no quiere envejecer, tiene un problema.
Noticias: ¿Cuál sería?
Torrejón: Una mujer que no asume el paso del tiempo y que a los 40 dice que está mejor que a los 20, tiene un enorme conflicto. Porque hay veinte años que en algún lado están. Y esos veinte años son fabulosos, sobre todo para permitirse cosas y ser más libre. Me parece tremenda una sociedad de Peter Panes. Igual, por suerte, la mayoría de las mujeres no es como esas que se muestran, así que tenemos que relajarnos y vivir una vida en plenitud.
Noticias: ¿Las mujeres se han reconciliado con el dinero?
Torrejón: Mirá, yo manejo el mío desde los 9 años. Pero creo que todavía debemos aprender a tener una relación más sana con el dinero bien habido. Hay mucho chantaje y muchas mujeres que son prisioneras de relaciones desesperadas y “tarjeta mediante”…
Noticias: Avanzamos con el dinero, pero… ¿y con el ejercicio de la soledad? Hoy cuesta más decir que se “es” sola que admitir que no se tiene plata…
Torrejón: Es que las grandes ciudades son muy áridas. Pero no sé si hay que correr detrás de esos roles. No me parece que una mujer moderna se defina por si está o no casada. ¡Si ya ni el ejercicio de la maternidad es dependiente de eso!
Noticias: Hablando del tema, ¿cómo educás a tu hijo?
Torrejón: Para mí, tenerlo es una enorme bendición, y no me imaginaba cómo era hasta que nació. Mi compromiso es hacerle ver que su universo de afectos resulta amplio, y que trate de ser lo más él posible. Por él, hago cosas que jamás pensé que haría: la torta de todos los cumpleaños, actúo en el acto del colegio, hago la chocotorta (risas). Pero lo que trato, sobre todo, es de escucharlo y de tener con él la menor exigencia posible.
Noticias: ¿Cómo es eso?
Torrejón: Él sabe que no hay que ser brillante, que no hay que ser exitoso ni nada. Sí se debe ser solidario, buen amigo y respetuoso…. ¡Y saber que las chicas lindas también pueden ser presidentas… o granaderas a caballo!