El sistema funciona así. A Néstor Kirchner se le cae una idea o una opinión en las reuniones cada vez más reducidas de Olivos, y ese concepto dispara la primera ficha del dominó mediático alimentado desde el oficialismo. De inmediato, rebota en un medio estatal, luego en alguna radio “amiga”, más tarde en los programas del productor Diego Gvirtz, y la última ficha en caer será ese concepto difundido por algún noticiero de medianoche, en lo posible a través de algún ídolo popular que interprete la realidad nacional con una visión calcada de aquella “revelación” que tuvo Kirchner, supongamos, en los jardines de la quinta presidencial. Un circuito veloz, aceitado y peligroso.
La última “bola de nieve” involucra, cuándo no, a la prensa. Tras las críticas por el afiche que apareció el jueves 15 con los rostros de profesionales vinculados al Grupo Clarín, el ex presidente deslizó como al pasar: “Los periodistas me hacen reír. Ellos escrachan a todo el mundo, pero cuando aparecen en un afichito saltan todos”. Esa será la idea fuerza que recorrerá esta semana el espinel de los medios amigos y figuras públicas supuestamente progresistas: “Los periodistas se creían intocables”. Pero no sólo estuvo Kirchner detrás de “la idea”, fue el propio ex presidente quien supervisó el armado del panfleto.
¿Progresismo? Operaciones sucias hubo siempre en el kirchnerismo. Por ejemplo, cuando en el 2005 ordenaron hacer una denuncia falsa contra el candidato del ARI, Enrique Olivera, a pocos días de las elecciones, Néstor Kirchner pidió entonces ser entrevistado por Radio 10 para agitar el caso. El entonces presidente se explayó a sus anchas en esa radio amiga, propiedad de Daniel Hadad, un diablo para el progresismo argentino.
La novedad es que los Kirchner sumaron un condimento impensado en su escalada de operaciones sucias y escraches. Ahora, la difusión de esos hechos que antes sólo podían admitirlos sin contradicciones éticas los medios de Hadad, se hacen a través de figuras emblemáticas de parte del progresismo argentino. Si bien ese fenómeno comenzó en el 2008 con el paro del campo, en aquel momento parecía natural que, ante la simplificación del conflicto en los términos de “Sociedad Rural vs. un gobierno elegido por el pueblo”, muchos intelectuales, artistas con algún predicamento y comunicadores se colocaran del lado oficial. Pero en el último año, el kirchnerismo logró abroquelar alrededor de sus políticas (cualesquiera fuesen) a un elenco estable de figuras populares y periodistas que no tiene pudor en justificar prácticas propias de la propaganda fascista. 2010, el año del Bicentenario, marca así el nacimiento de un movimiento político contradictorio, muy argentino: el fachoprogresismo.
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