Elisa Carrió trabaja desde su cama y sin sonrojarse confiesa que, del lado donde debería ir el hombre, ella prefiere poner los libros y los papeles. Habla por teléfono: negocia punto por punto el armado de las alianzas y las listas. Corta. Sus asistentes van y vienen con mensajes y papeles. Carrió se prepara: deberá dar batalla en varios frentes complicados. En la Ciudad de Buenos Aires deberá pelearle votos a Gabriela Michetti, la preferida en las encuestas. A nivel nacional tiene otros dos oponentes de peso: el vice Julio Cobos y el socialista Hermes Binner. Con los dos tiene mala relación.
El teléfono vuelve a sonar, pero Carrió no atiende porque es el mediodía y quiere hacer una pausa, tiene hambre. Le pide a María, su empleada peruana, que le prepare pollo grillé para el almuerzo. Claro que prefiere la receta del pollo frito al pimentón rojo que tanto le gusta. Pero se está cuidando.
La pelea porteña. “No esperen una lucha en el barro entre dos mujeres”, relativiza un hombre de la Coalición Cívica, que desestima el debate con Michetti. Carrió decidió que su estrategia de campaña se basará sobre todo en palos para Mauricio Macri. La táctica de no confrontar con la renunciada vicejefa porteña no es tanto por la amistad hoy desgastada entre ambas, sino para no sufrir de lleno el impacto de una muy posible derrota. Michetti arranca la campaña con clara ventaja: los encuestadores le adjudican una ventaja de entre 8 y 17 puntos. Y ante eso, Carrió decidió preservarse y ocupar sólo el tercer lugar de la lista de candidatos a diputados porteños de Acuerdo Cívico, detrás de Alfonso Prat-Gay y Ricardo Gil Lavedra. Le da bronca que la número 2 de Macri la supere.
La intención de no confrontar con Michetti está planteada, aunque lo cierto es que a Lilita le cuesta abandonar su actitud de gladiadora. “Esa chica, pobre. Tiene un problema personal y está sufriendo porque es presa del macrismo”, asegura y victimiza a Michetti con buena dosis de ironía. A Carrió le cuesta cumplir con las nuevas pautas.
En la Coalición Cívica quieren una campaña con eje en los debates nacionales y advierten que dialogar con Michetti sería aceptar un planteo local que no ayuda a Carrió a posicionarse para las elecciones presidenciales del 2011. Cuentan, además, que en lo posible intentarán imprimirle un tono positivo y optimista a la campaña porque “la idea es pensar el poskirchnerismo y alejar a Lilita de su imagen mediática de denunciante crónica. Sí, es su rasgo personal y político, pero hoy no la beneficia”.
El rival socialista. Carrió no mide sus palabras cuando emprende las batallas. “El senador Giustiniani es un hombre maduro, pero se conserva muy bien. Es mucho más erótico que Hermes Binner”, deslizó en diciembre en un encuentro entre radicales y socialistas que estallaron a carcajadas al escuchar la definición. A pesar de que acordó con el socialismo en Santa Fe, Carrió sabe que Binner es un posible presidenciable y lo sigue de cerca (y de reojo). No está dispuesta a perdonarle lo poco que se involucró en su campaña presidencial del 2007 y le achaca los años de relación estrecha con el kirchnerismo. “Es un tema de personalidades”, dicen los “lilitos”.
El socialista tampoco digiere a su rival. No le perdona el reciente coqueteo con Carlos Reutemann, a quien Binner enfrentará en Santa Fe con la lista de Giustiniani. Los hombres del gobernador dicen que no son inocentes los elogios de Lilita al “Lole” –lo considera “lindo”, además de inteligente– sino que tienen la intención de dañar las posibilidades de Binner. Si gana Reutemann, las chances del socialista de ser candidato en el 2011 desaparecen. Y quedan en pie las de Carrió.
Se enoja cuando la consultan sobre los días que estuvo recluida después de la muerte de Raúl Alfonsín. “Cuando una mujer se llama a silencio un tiempo, piensan que está histérica o deprimida. ¡Es un pensamiento muy machista!”, dice. Sus colaboradores saben que puede desaparecer tres días porque se encerró, por ejemplo, a leer ficción. “Espejos” de Eduardo Galeano, “El ángel de la sombra”, la única novela que publicó Leopoldo Lugones, y la relectura eterna de Borges la acompañaron en su último retiro. Ahora ya retomó su actividad recargada.
Cuestión de piel. El armado político de Julio Cobos, Consenso Federal (Confe), acompañará a la Coalición Cívica sólo en Buenos Aires, donde el apoyo del mendocino será meramente simbólico: no quiere ni fotografiarse con Carrió. En San Juan, Formosa y Tucumán y Mendoza cerró alianzas con la UCR. “Carrió y Cobos son incompatibles, hay un tema de piel. Tienen estilos irreconciliables: Julio no tolera su carácter confrontativo”, dice un hombre del vice, que recuerda que Lilita lo llamó “pura espuma”.
La nula relación personal entre ambos no favorece un acuerdo. En la intimidad, Cobos suele contar que la última vez que vio a Carrió en persona fue a principios del 2003, cuando todavía era decano de la Universidad Tecnológica Nacional en Mendoza. Carrió estaba en plena campaña electoral por la presidencia, le pidió a Cobos el auditorio de la Facultad para dar una conferencia y él accedió. No hubo más que eso entre los dos.
En verdad, la pelea de fondo es quién será el candidato que enfrentará al peronismo en el 2011. Cobos cree que Carrió quedará debilitada después del 28 de junio y que dejará de ser un obstáculo. “Los votos que Carrió saque en junio van a ser para Cobos en el 2011”, sostienen los hombres del vice. Carrió contraataca cuando los suyos la consultan sobre Cobos: “Él tendrá 60% de imagen positiva, pero eso no se traduce necesariamente en votos”.
Carrió está peleando varias batallas en simultáneo. Así se siente a gusto.