A principios de siglo, Estados Unidos reabrió su consulado en Guinea Ecuatorial. El consulado había sido cerrado por el gobierno de Bill Clinton en los ‘90 dadas las violaciones a los derechos humanos cometidas en el país africano.
El fundamento principal de la decisión de la Casa Blanca puede encontrarse en una declaración hecha en el 2002 por Walter Kansteiner, entonces subsecretario de Estado de EE.UU. para asuntos africanos, quien afirmó que “el petróleo africano se está convirtiendo a gran velocidad en un interés estratégico nacional”.
Guinea Ecuatorial no es un país en el que el argentino medio piense al nombrar productores de hidrocarburos, como tampoco lo son Angola o los asiáticos Turkmenistán o Kazajistán. Sucede que se le ha prestado poca atención a la creciente importancia en la producción de hidrocarburos de los países del África subsahariana y de las ex repúblicas soviéticas de Asia Central en los últimos años.
Sin embargo, Angola es el segundo productor de petróleo en África subsahariana detrás de Nigeria. Las exportaciones petroleras angoleñas crecieron en un asombroso 400% entre el 2002 (cuando terminaron los 27 años de guerra civil) y el 2006. Además, es el segundo mayor proveedor de petróleo de China detrás de Arabia Saudita, aunque muchas empresas líderes occidentales también tienen inversiones en el país.
Guinea Ecuatorial, la única ex colonia española en la región, no se queda atrás y es el tercer productor subsahariano. Los ingresos por exportaciones petroleras del pequeño país atlántico (es sólo un poco más grande que la provincia de Tucumán) crecieron, en la última década, un 1.994%.
Hubo un sólo país del mundo, también africano aunque ubicado en la costa opuesta, con un crecimiento más pronunciado en el mismo lapso. Fue Sudán, con el 7.000%.
Las tasas de crecimiento en la producción de petróleo y gas en los países de Asia Central no han sido tan elevadas, pero aún así son altas. Destacan sobre todo Kazajistán, donde se produce un 280% más de gas y un 185% más de petróleo ahora que hace diez años; y Turkmenistán, donde el aumento en la última década fue del 82% en gas y 113% petróleo.
Los países nombrados hasta aquí conforman dos regiones claves geo-políticamente: la costa occidental africana (sobre todo en la región del Golfo de Guinea) y la región de las ex repúblicas soviéticas en el centro asiático. Son regiones cuya importancia crece a gran velocidad y que están inmersas en la lucha de poder entre distintos países desarrollados y China por controlar la producción de combustible.
Esta situación se reflejó en muchos medios norteamericanos allá por 2003 cuando Estados Unidos invadió Irak. Fue por entonces que se comenzó a hablar del Golfo de Guinea como una zona importante para los intereses estadounidenses. Los medios llamaban a la región el “Otro Golfo” o el “Nuevo Golfo”, en referencia al Golfo Pérsico y la veían como una alternativa viable y necesaria de suministro para las necesidades petroleras y gasíferas estadounidenses. Hoy lo sigue siendo. Según la revista financiera Forbes, la región podría llegar a suministrar hasta el 25% de las importaciones estadounidenses para el 2015.
Geografía del futuro. La región del golfo está formada por varios países; el mayor productor petrolero entre ellos es Nigeria, cuya importancia para la industria petrolera es conocida hace tiempo. De hecho, entre 1996 y 2006 su producción aumentó un 20%. La clave de estos países se encuentra en Guinea Ecuatorial y en los aportes menores que puedan ofrecer los demás países que sobre-miran el golfo: Togo, Santo Tomé, Benin, Camerún y Gabón. Técnicamente, Angola no pertenece al golfo por estar más al sur, pero suele ser incluida en los análisis de la región.
Al encontrarse en línea diagonal a la costa atlántica estadounidense, y a una distancia relativamente corta según estándares transoceánicos, el Golfo de Guinea cuenta con una ubicación geográfica privilegiada para exportar petróleo y gas a los Estados Unidos. El transporte desde allí es sencillo, rápido y seguro y por eso a Washington le conviene establecer vínculos comerciales.
China también se interesa en la región. Entre 1996 y 2006 su demanda total por petróleo creció un 102% (contra un 12% de crecimiento de la demanda estadounidense) y África ofrece la mejor opción para saciar ese aumento, que continuará en el futuro. Así como Angola se ha convertido en uno de sus principales proveedores, Sudán también está entre los países desde donde más importa petróleo el país asiático. China está invirtiendo grandes cantidades en el área, como el préstamo de 3.000 millones de dólares que le hizo a Angola hace un par de años, y está sentando precedentes de lo que se avecina en los próximos años en el terreno del comercio internacional: la puja por dominar las nuevas fuentes de producción energética. China cuenta con la ventaja de no tener que enfrentarse a la clase de dilemas éticos de algunos gobiernos occidentales. Al igual que en la península arábica, el África sahariana o en Irán, varios de los países del Golfo de Guinea son gobernados por dictaduras o autarquías, son altamente corruptos y tienen pésimos antecedentes en el respeto por los derechos humanos. Por ende, comerciar con los países del “otro golfo” puede llegar a plantear un problema moral (al menos de la boca para afuera) para Estados Unidos y los demás países desarrollados de Occidente. Lo mismo puede decirse de las naciones del Centro de Asia.
Según el informe de corrupción global 2007 de Transparency International, sobre un total de 179 posiciones, Angola y Nigeria se ubican juntos en el lugar 147, Kazajistán está en el 150, Turkmenistán en el 162, Guinea Ecuatorial en el 168, Sudán en el 172 y Uzbekistán en el 175.
Africa mía. Un ejemplo contundente lo ofrece Guinea Ecuatorial, donde sólo dos personas han gobernado desde la obtención de la independencia en 1968: Francisco Macías y su sobrino Teodoro Obiang Nguema, quien derrocó y ejecutó a su tío en un golpe de Estado en 1979. Aunque legalmente Obiang Nguema es un presidente democrático, ya que convoca a elecciones periódicas, no siempre tiene oposición: en el 2002, todos los partidos opositores se retiraron de la contienda presidencial antes de los comicios. La oposición acusa a Obiang Nguema de ser uno de los dictadores más sangrientos de África.
Tanto en Guinea Ecuatorial como en otros de estos paísesa se ha denunciado en más de una oportunidad la desaparición de millones de dólares de ingresos por hidrocarburos de las arcas públicas en los últimos años. Al respecto, en el 2002 un periodista de la BBC le preguntó a Obiang Ngume por qué desaparecía tanto dinero. El presidente, que se encontraba en campaña en ese momento, respondió que era un secreto de Estado y que no tenía que explicarle a nadie el destino dado a ese dinero. Algo parecido a lo que en otros países se llama “fondos reservados”.
A diferencia de los países costeros africanos, varios de los países centro-asiáticos tienen complicaciones al momento de exportar, sobre todo Turkmenistán y Uzbekistán (el mayor productor de gas de las repúblicas ex soviéticas de Asia central). Ambos países tienen pocas salidas porque de un lado está Afganistán, que no es una opción viable, por otro está Rusia y por otro Irán. Les queda la costosa opción de atravesar el Caspio para salir a través de la región del Caúcaso. En un mundo ideal, ninguno de los dos países querría hacer negocios con Rusia, pero lo hacen. La posibilidad de que negocien con Irán es resistida desde Washington.
Kazajistán es el mayor productor petrolero de la región y exporta mucho a través del Golfo Pérsico (gracias a un acuerdo con Irán) y cada vez más hacia China. En mayo, el presidente Nursultan Nazarbayev le asestó un duro golpe a las necesidades estratégicas europeas cuando acordó con el primer ministro ruso Vladimir Putin y el presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdymukhammedov, la construcción de un gasoducto a Rusia. Tiempo antes, la Unión Europea había intentado convencer a Nazarbayev de construir un gasoducto a Turquía, vía el Caspio, y llegar desde ahí a Europa. Las relaciones energéticas entre la UE y Rusia son tensas desde hace tiempo.
Como las de la mayoría de los productores asiáticos de hidrocarburos, las instituciones políticas kazakas no son de lo más firmes: Nazarbayev preside el país desde la caída de la URSS en 1991 y forma parte de los escalones más altos del gobierno desde 1979, cuando se convirtió en secretario del comité central del Partido Comunista. Por su parte, la vecina Turkmenistán es uno de los países donde menos se respetan los derechos humanos, según Amnesty International. Lo mismo sucede con Uzbekistán.
A pesar de sus relaciones con Rusia, Irán y China, los países centro-asiáticos presentan una gran ventaja para los compradores occidentales de gas y petróleo al no pertenecer a la OPEP, el cartel petrolero tan temido por los compradores de petróleo porque limita la producción de sus miembros a fin de regular el precio del barril.
De ahí el gran interés de las grandes petroleras europeas y estadounidenses por desarrollar campos petrolíferos en la zona norte del Mar Caspio. Eso también explica por qué el primer ministro italiano, Romano Prodi, intervino ante el gobierno de Nazarbayev a principios de octubre cuando el gobierno kazako amenazó con romper un contrato con la empresa italiana Eni. El contrato no se rompió, pero la situación demostró la preocupación de Prodi por defender los intereses de empresas italianas ante cualquier clase de volatilidad política en Asia central. Puede suponerse que cualquier otro líder de la UE hubiera actuado de forma similar.
Los principales productores africanos subsaharianos solían ofrecer la misma ventaja de no pertenecer a la OPEP y por lo tanto no tener limitada la extracción. La excepción era Nigeria, que se está encargando de atraer a los demás países regionales a la organización. Fue Nigeria quien más negoció para incorpora al cartel a Angola (sucedió en diciembre pasado) y también fue quien invitó a Sudán a unirse. En este momento, Sudán, al igual que Ecuador, son observadores en la organización.
Si las estimaciones actuales sobre las reservas petroleras y gasíferas argentinas son correctas, a nuestro país no le quedan más de diez años de reservas. Si esto sucedo, la Argentina deberá importar hidrocarburos y entonces Angola, Kazajistán, Turkmenistán y la zona del Golfo de Guinea pasarán a ser nombres importantes porque estarán entre quienes determinen el valor internacional del combustible. Ya es hora de ir conociéndolos.