Uno entra a su casa y nota que ahí vive una niña: stickers infantiles en la pared del living, juguetes, y todo prolijamente acomodado, lo cual genera una sensación de padres relajados. Dalia Gutmann, locutora y comediante, dice que es la típica ´mete pata´, y en sus monólogos describe esas situaciones cotidianas: “Ahora empecé con todo lo que nos pasa a las mujeres y tenemos que disimular, como la aureola en las axilas”, grafica. Cuando el humor llegó a su vida la estaba pasando mal: tenía que ir a la morgue o a cubrir asesinatos para un noticiero. Para divertirse, hizo un curso de stand up. La llamaron para animar eventos y fue tomando coraje hasta animarse a cambiar su vida.
Noticias: En “AM”, por Telefe, no es una locutora tradicional, ¿cómo definiría su función?
Dalia Gutmann: Yo entré como locutora, me gusta generar climas, es una cuestión energética… soy una locutora excitada. Sé que siempre me voy a mandar cagadas o hacer un comentario de más, es mi marca registrada. Me cuesta encajar en cualquier grupo y este programa me aceptó así, con problemitas (risas).
Noticias: Dicen que las cosas que nos opacan en la vida nos hacen brillar en el stand up, ¿es verdad?
Gutmann: Sí, siempre describo esos pequeños dramas que te cagan o alegran el día, por ejemplo: que se te rompa el inodoro. Lo que no es políticamente correcto, arriba del escenario es gracioso. Antes hablaba del tamaño del miembro masculino, no lo hago más porque al hombre lo lastima mucho y no me interesa joder a nadie. Me causa gracia que haya gente que dice que el tamaño no importa, cuando es obvio que importa.
Noticias: ¿Por qué al libro que está escribiendo lo tituló “Entregada al ridículo”?
Gutmann: Yo sufrí durante muchos años por hacer comentarios inapropiados, y cuando empecé a dedicarme al humor y al stand up logré divertirme y jugar con eso. No es que voy por la vida diciendo orgullosa “mirá la cagada que me mandé ayer”, pero me da cierta ternura ser tan pelotuda. Me acepté así, me relajé y me gusta trasmitirlo a otras mujeres, basta de estar todo el tiempo intentando ser perfectas. “Entregada al ridículo” es un poco eso.
Noticias: ¿Estar en pantalla la obliga a cuidar más su imagen?
Gutmann: Yo veía que todas las minas de la tele estaban buenísimas y me decía que si algún día laburaba ahí, no quería caer en esteticistas y tratamientos… Está bueno que haya minas como yo en tele y que las mujeres digan: “Si ella está ahí, yo también puedo”. Hay una obsesión por estar espléndidas todo el día, hacerse tetas, sacarse el brazo, ponerse la boca. Yo les pido que me banquen como soy, me gusta ser así. En la cara nunca me voy a hacer nada, hay arrugas que me gustan. A veces pienso en hacerme las lolas, porque después de dar la teta un año y medio no está bueno lo que queda, pero no pasaría por un quirófano. Odio las caras y los cuerpos hechos… Luli Salazar es el símbolo de la inseguridad e insatisfacción personal. Poner tanto en el cuerpo me parece de una infelicidad total. Es creer que todo sería mejor si uno fuera diferente. No llegan a nada con todo eso, ¿cuánta felicidad te puede dar estar impecable? En general, esas mujeres están solas.
Asegura Dalia que en un par de años le gustaría dedicarse a la radio. Un medio en el que considera “hay muy pocas mujeres”. Entre ellas, Julieta Pink, que conduce “Metro y Medio” con Sebastián Wainraich, precisamente la pareja de Dalia.
Noticias: ¿Es celosa de Julieta?
Gutmann: Sí, re. Es más joven, más alta, más linda, más flaca, más canchera, pero me gusta profesionalmente, y a Sebastián le hablo bárbaro de ella.
Noticias: ¿Cómo empezó su relación con Sebastián?
Gutmann: Lo escuchaba en radio y me parecía superinteresante. Me lo fui cruzando, yo estudiaba en el ISER y una vez me llevaron a una radio y estaba él, vivía cerca de casa y nos hicimos amigos. Él se enganchó y yo no, pero me encantaba estar con él, compartir cosas. Al año me dio un ultimátum: novio o nada. Al principio fue nada, pero insistió y me reenganché, como nunca me había pasado.
Noticias: ¿Le molesta que la presenten como “la mujer de”?
Gutmann: Me traumó, hasta que empecé a relajarme. Es difícil ser la mujer de una persona conocida, sos invisible, me pasó de ir al cine con él, cuando termina la película le quiero comentar algo y hay 40 personas hablándole… y ninguna registra que estás ahí. Además, hay un machismo del estilo: “Che, ¿y vos te escribís tus monólogos o te los escribe tu marido?”. Me jode que me pidan entradas para ir al teatro a verlo a él o si me dicen: “¿Le podés decir a tu marido si quiere venir a tal lugar?”. Me enferma, odio que me tomen de vocera de Sebastián.
Noticias: ¿Cómo vive Kiara, de 4 años, la fama de sus padres?
Gutmann: Es que no somos de la farándula. Se me acercan las mujeres y me dicen que son iguales a mí, y a él los hombres lo saludan muy amistosos, no hay distancia. Kiara debe creer que es común que todos se saluden en la calle y sepan tus nombres. No le gusta vernos en tele, aunque estuve en el programa de Susana y me dijo: “Mami, ¿viste como te tiraba besos?”.
Noticias: ¿Ser madre es lo que imaginaba?
Gutmann: Siempre pensé que era lo más importante que te podía pasar, pero no imaginaba mucho. Sé que es lo que más me modificó como ser humano. Hizo todo más interesante, el ego se corre y eso le viene bien a cualquiera. Me caliento mucho menos por todo, Kiara es la prioridad.
Noticias: ¿El humor político le interesa?
Gutmann: En este momento hacer humor político es raro, porque atacar al Gobierno… depende de la ideología de cada uno, con Menem era muy fácil. La política no es algo que me interese, soy muy infantil y es un tema de grandes. Sí tengo mucha sensibilidad social.
Noticias: ¿El humor político puede incidir en el resultado de una elección?
Gutmann: Sí, hay mucha gente que no está informada, llega a su casa cansada y consume ese tipo de programas. Durante el menemismo empezó eso de poner famosos en la política porque son carismáticos, como Miguel del Sel, Scioli o Reutemann. Creo que es subestimar a la gente: pongamos a este títere, gana y alguien lo maneja por detrás.
Noticias: ¿Qué opina de este Gobierno?
Gutmann: Yo nací en plena dictadura y este es el mejor gobierno que viví. Es un país muy difícil de gobernar, hay gente tan distinta, es obvio que cuesta satisfacer las necesidades de todos. Este Gobierno movió algunas piezas y quedó un panorama bien distinto del que había hace diez años.