Néstor Kirchner es como Mirtha Legrand: trae suerte. Eso explica que no sólo algunos de sus funcionarios, sino incluso sus secretarios privados vivan un llamativo boom económico desde que el patagónico llegó a la Casa Rosada. Los hombres de más bajo rango del Presidente acumulan tierras en El Calafate, alquilan cabañas a turistas dolarizados, se dedican a rentables emprendimientos gastronómicos, consiguen las franquicias de las marcas top y sacan créditos bancarios cuyo monto sorprendería a cualquiera que no integre el Gobierno.
Kirchner aprueba y festeja la movilidad social de la que ellos gozan bajo su ala protectora. Ésta es la historia de los secretarios K.
El emprendedor. Héctor Daniel Muñoz es “Danielito” para el Presidente. Le atiende el celular y se transforma en su “punching ball” humano en los momentos en que el patrón necesita desahogar su furia. Tantos golpes recibe el secretario privado –y no siempre en broma– que se merecía un premio. En su declaración jurada presentada ante la Oficina Anticorrupción se destaca un terreno de 1285 metros cuadrados en El Calafate, el paraíso kirchnerista, cuyo valor fiscal es de sólo 2.190 pesos. Es decir que cuesta 1,70 pesos el metro en una de las geografías más exclusivas del país. ¿Es una cifra real? La adquisición data del 2003, el año en que Kirchner desembarcó en la Casa Rosada, y fue adquirida con “ingresos propios”, según consta en la declaración jurada. En el rubro de “mejoras”, Muñoz además declara que invirtió 240.997 pesos en esos terrenos, también de “ingresos propios”. Y en efectivo tiene 170.000 pesos. Una gran capacidad de ahorro.
La Oficina Anticorrupción se mostró inquieta por la escasa precisión que el secretario demuestra en su declaración jurada. Le enviaron dos notas entre junio y julio del 2006 para que Muñoz aclarara con más detalle en qué gastó 240.000 pesos de “mejoras”, y cuántas son las cabañas que alquila en El Calafate. “Le solicito tenga a bien informar las fechas en que fueron terminadas cada una de las cabañas, los períodos alquilados, los montos percibidos y la documentación que acredite lo expuesto”, escribió Abel Fleitas Ortiz de Rozas, el director de la Oficina. El secretario del Presidente se tomó dos largas semanas para responder: dijo que invirtió 43.200 pesos en las propiedades construidas en el 2004, y otros 188.160 pesos en las del 2005, y aclaró que el proyecto final era un complejo de seis cabañas, de las que hasta entonces tenía cuatro. Los ingresos por alquileres, que suman 79.560 pesos en su última declaración, se habían triplicado en tres meses, de 10.730 a 31.910 pesos. Deslumbrante.
¿Cómo costeó “Danielito” su prometedor emprendimiento inmobiliario? En su declaración también reluce un préstamo de 222.000 pesos del Banco de San Juan, de Enrique Eskenazi, el banquero favorito de Kirchner, dueño además del Banco de Santa Cruz. Eskenazi no duda de la solvencia económica del secretario del Presidente, beneficiado por los contactos de su jefe. Por ejemplo, el 9 de marzo del 2005, Muñoz sumó otros 1411 metros cuadrados en El Calafate gracias a un decreto del intendente kirchnerista de esa localidad, Néstor Méndez, quien le vendió tierras que eran fiscales a sólo 7,50 pesos por metro. El valor de mercado hoy no baja de los 50 pesos por metro, es decir que el secretario K pagó 10.000 pesos por algo que valía siete veces más.
¿Cuánto gana Muñoz como asistente privado del Presidente? En su declaración jurada del 2005, la última disponible, asegura que su sueldo es de 112.099 pesos anuales, es decir, unos 8.500 por mes, tanto como cualquier ministro. Es evidente que Kirchner recompensa la fidelidad de alguien que dos años atrás, por citar un caso, les ordenó a los custodios “informales” del patagónico que corrieran a golpes a los cronistas del diario Perfil que hacían una guardia frente a la casona presidencial en Río Gallegos. Muñoz señaló a los periodistas con el dedo y los émulos sureños del “Tuto” Muhamad actuaron al instante.
Los alfajores. En El Calafate prospera otro secretario privado, el de Cristina Fernández. Se llama Fabián Gutiérrez y tuvo sus encontronazos con la Primera Dama. A mediados del 2005, el hombre renunció porque se declaraba harto de trabajar con su jefa, quien tiene un tono de voz muy penetrante. Le explicó que no aguantaba el ritmo febril de la gran ciudad y que quería regresar al sur, y ella lo aceptó. Recluido, pero bien contactado, el inquieto Fabián se dedicó al rubro gastronómico. Primero consiguió la franquicia de Havanna y fue el primero en abrir un café de esa marca en Santa Cruz, y ahora transformó ese espacio en un restó bar con onda, llamado Living. “Lo de Havanna no pegó”, les explica a sus amigos. Según ellos, la franquicia de los alfajores habría costado unos 100.000 pesos y el local supera los 70 metros cuadrados. Está en el primer piso de una galería inaugurada hace más de un año, cuyos alquileres rondan los 7.000 pesos. Lo curioso es que en los registros del Banco Central, el hombre figuraba como deudor irrecuperable durante el 2003 y el 2004, por los tiempos en que vivía en un confortable departamento porteño de Barrio Norte.
Ahora, después de una temporada en el sur, Fabián volvió al Gobierno. Ya no se queja de los modos de Cristina, aunque prefiere a Néstor. A veces sufre con los raptos de malhumor del jefe y se desahoga delante de terceros indiscretos, pero en otras ocasiones habla maravillas de él y saca a relucir su tarjeta personal: “Secretario del Excelentísimo Presidente de la Nación”. La pulseada de los alfajores en El Calafate la perdió contra la competencia, Balcarce, que tiene un local en la misma manzana del centro de esa localidad. Los lugareños aseguran que la franquicia de esa marca la controlaría un familiar de otro valet histórico de Kirchner. Se trata de Ricardo Barreiro, quien acompañaba al Presidente en sus viejos tiempos patagónicos.
El renunciado. Los secretarios K tienen sus diferencias. Por ejemplo, cuentan que Fabián Gutiérrez, el ex Havanna, fue uno de los artífices de la supuesta cámara oculta que le tendieron a otro asistente del Presidente, Valerio Martínez allá por el 2004. Según las versiones que en su momento propaló la Casa Rosada, Valerio fue echado por decreto luego de que le pidiera un “peaje” a un empresario a cambio de una audiencia con Kirchner. Si había pruebas filmadas, ¿por qué el Gobierno no denunció el caso ante la Justicia además de expulsar al secretario? De hecho, Valerio hoy sigue cobrando un sueldo del Estado: es funcionario de la Comisión Nacional de Comunicaciones, pero en la filial de Río Gallegos, lejos de miradas inquisidoras. Y hay viejos compañeros que alientan su vuelta: “El ‘Presi’ ya lo tuvo mucho tiempo en el freezer”, dicen.
Como “Danielito” Muñoz, el dueño de las cabañas, Valerio Martínez también es terrateniente en El Calafate. El intendente Néstor Méndez le vendió 1424 metros cuadrados de tierras fiscales por decreto, y por el mismo precio de remate que a Kirchner, Cristina y otros beneficiados: 7,50 pesos el metro. Es decir que Valerio pagó sólo 10.680 pesos por una parcela que cuesta de 70.000 para arriba. El secretario figuraba como un deudor irrecuperable en registros bancarios de años anteriores, pero evidencia un buen pasar y se muestra cerca del poder en Santa Cruz. Fuentes de la gobernación dicen que asesora al ministro de Economía provincial, Juan Bontempo, y que pasa horas jugando en la computadora del despacho de ese funcionario. Promete ayudarlo a Bontempo en su campaña a la intendencia de Río Gallegos.
Quien también quiere ese cargo es otro valet presidencial, Julio Daniel Álvarez, el secretario “para Asuntos Especiales” de Kirchner –así se llama– y amigote de Juan Sebastián Verón, “La Brujita”. En diciembre invitó al capitán de Estudiantes a hacer campaña en Río Gallegos y le presentó al constructor más próspero de la provincia, Lázaro Báez, a quien la oposición sindica como el testaferro del Presidente. Dicen que Lázaro, a quien no le falta cash, le compró a Verón su camioneta 4 x 4. El secretario Álvarez sólo se sacó fotos con el futbolista. Al igual que Muñoz y Valerio Martínez, también él tiene tierras en la localidad favorita de Kirchner. En su declaración jurada consta que es propietario de 1500 metros cuadrados en El Calafate, valuados en sólo 9.034 pesos.
Es verdad que ninguno de los secretarios kirchneristas llega a hacerle sombra aún al santo patrono de esa profesión, el chileno Rudy Ulloa Igor, quien pasó de cadete, chofer y valet del ex gobernador a empresario de medios millonario (ver recuadro). Es un verdadero ejemplo para los demás, que empezaron a incursionar en distintos rubros y a facturar algún dinero extra además del que les paga el Estado. Y todo en los últimos tres años y medio.
Los secretarios K están prosperando. Trabajan para un jefe generoso.