Lógico sería dar por hecho que el tipo no cree demasiado en nada ni en nadie, porque su oficio desde siempre ha tenido más que ver con inventar o descubrir preguntas que con andar sacralizando respuestas. He ahí su esencia, su versión de la “perseverancia en el ser” de la que hablaba Spinoza, ese constante e irrespetuoso dudar hasta de la certeza más cantada como marca en el orillo que debería llevarse a las piñas con la idea de un ser supremo o de una fuerza superior. Pero no. Jorge Lanata está cada día más creyente. Quien hasta no hace mucho se declaraba “buscando a Dios con una linterna casi sin pilas”, hoy habla de “un orden que se revela todo el tiempo” y que le cuesta atribuirlo solo al azar.
“Un psicólogo de café diría que es miedo a la muerte, o a la vejez. No sé”, escribió el propio Lanata de sí mismo cuando le pegaron los 40 y descubrió (“tarde”) que “vivimos poco”, que “el tiempo es un montón de arena que se escurre cada vez más rápido en las manos”.
* Jefe de redacción de NOTICIAS (cinco semanas sin fumar).
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