En el centro de acopio de Molinos Río de la Plata empezó a concentrarse desde 1906 una producción de 1.000 toneladas diarias de molienda de trigo para la exportación. La materia prima llegaba a través del ferrocarril y la electricidad permitía el uso de los sistemas automáticos, una combinación tecnológica revolucionaria para la época. Los Molinos Building, en Puerto Madero, empezó a rescatar la arquitectura original cien años después a un costo de 50 millones de dólares y el empresario Alan Faena inauguró la obra tres años después. Son 92 residencias –de entre 86 y 270 metros cuadrados, a un valor promedio de 4.500 dólares el metro–, 2.600 metros cuadrados de locales comerciales en la planta baja y otros 1.500 de oficinas.
Pero no se trata de metros cuadrados. Faena prefiere apartarse de la lógica del desarrollador inmobiliario y reclama ser tratado como un agente cultural, poseedor de la llave del cambio: “Yo no me siento parte del negocio de hacer departamentos u hoteles premium. Mi inspiración con Los Molinos es haber logrado una suerte de instalación cultural de beneficio público. A mí me interesa la transformación cultural y ofrecerle a la ciudad algo que pueda trascender en el futuro. Mi rédito lo saco si logro embellecer y transformar. Porque así podemos vender a otros valores que los del mercado y hacer un negocio de la recuperación arquitectónica de un edificio emblemático de la Argentina que fue granero del mundo”. Pese a la crisis financiera internacional y el impacto recesivo local, que se reflejó tanto en el mercado inmobiliario como en la industria de la construcción, Faena asegura que Los Molinos fue vendido en su totalidad.
“Mi propósito es aportar a esa tendencia global que cree en la transformación creativa de las ciudades como el entorno necesario para la evolución de las sociedades. El Art District que nosotros concebimos va en esa dirección”, se entusiasma Faena. Va por el cuarto emprendimiento, después de los edificios La Porteña, La Porteña II y El Porteño –donde está ubicado el Faena Hotel + Universe–, cada uno de ellos enlazados por el concepto de “barrio” donde el hábitat está definido por el arte. Los dos murales que integran el “arco Siquier” –que ofrece un marco imponente al paseo público que une las calles Juana Manso y Aime Paimé– fueron realizados y pensados especialmente por el artista plástico argentino Pedro Siquier, un celebrado expositor en museos como el de la Reina Sofía de Madrid; la Sicardi Gallery, de Houston; la galería Annina Nosei, de Nueva York; el Jack Blanton Museum, de Austin, y en los principales museos de la Argentina, varios de los cuales han adquirido sus colecciones particulares (ver columna).
Modelo urbano. Faena quiere transmitir confianza y ofrecer un puente entre generaciones. “Esta obra es para heredar. Forma parte del patrimonio de nuestra ciudad. La idea básica fue recuperar la arquitectura portuaria, industrial y de servicios de la Argentina de principios del siglo XX y restituirla en función de un nuevo modelo urbano que irán concibiendo las nuevas generaciones. Esto no fue pensado como un gueto sino como un espacio despejado que fomenta la comunicación con el entorno de Puerto Madero y con la ciudad. Ese es el valor agregado”.
Rescate y modernización que aprovecharon las características del antiguo edificio y fueron unidas con una pasarela de vidrio espejado que abarca en lo más alto a las dos estructuras de los molinos originarios.
La desarrolladora Faena Group anticipa que Los Molinos –instalación-obra de arte-espacio público–, albergará, en lo que fuera la antigua sala de máquinas del edificio, al Laboratorio de Experimentación Artística (LEA). Como para confirmar la matriz cultural de un negocio multimillonario. Todo el interior fue destinado en su mayor parte a viviendas, a excepción de la inmensa nave que ocupaba la sala de máquinas original y que se transformó en un espacio inmenso –La Catedral– que será reservado a la actividad cultural. “Nunca quisimos hacer obras convencionales. Nuestra propuesta integra el arte, la cultura y las nuevas tecnologías”, se define Faena. No aspira a vender metros cuadrados sino todo un estilo de vida.