Fue en 1947 que un grupo de activistas salidos en buena parte de la resistencia al fascismo se reunieron para organizarse y trabajar a favor de la unidad política mundial. Su objetivo era acabar con los genocidios y las guerras y neutralizar las amenazas a la supervivencia de la humanidad evidenciadas por Hiroshima y Nagasaki. Así, en Montreaux, nació el Movimiento Federalista Mundial (MFM), que a lo largo de su historia ha tenido entre sus miembros y adherentes a personalidades tan notables como Albert Einstein, Herbert G. Wells, Stefan Zweig, Thomas Mann, Pablo Casals, Albert Camus, Carlo Levi, André Maurois, Luigi Einaudi, Lord Beveridge, André Malraux, Bertrand Russell, Peter Ustinov, Leopold Senghor y Miguel Ángel Asturias, entre otros. Las palabras iniciales de la declaración de su congreso fundacional son hoy de enorme actualidad: “Estamos convencidos de que la humanidad no puede sobrevivir a otro conflicto mundial. Dos años han pasado desde el fin de la guerra, pero Europa y Asia están aún sepultadas bajo sus ruinas. Los trabajos de reconstrucción están paralizados; los pueblos sufren por falta de refugio, comida y abrigo, mientras las naciones desperdician sus capacidades preparándose nuevamente a destruirse unas a otras. El intento de preservar la paz mediante las Naciones Unidas, carece de efectividad en su actual estado de desarrollo para detener esta nueva deriva hacia la guerra”. Basta comparar este incierto panorama de la Europa de fines del ’40 con el actual presente, más allá de sus previsibles dificultades, para comprobar los beneficios que las unidades políticas supranacionales ofrecen a las naciones-estado capaces de comprender que, en un mundo global, ni siquiera los objetivos nacionales pueden conseguirse por medios nacionalistas.
Y bien, entre el 27 y el 31 de agosto, en oficinas de la ONU de Ginebra (Suiza), se desarrolló el 25º Congreso del Movimiento. La noticia pasó inadvertida a la mayor parte de las miradas políticas argentinas, concentradas en los valijazos bolivarianos, las trampas cordobesas y el cierre de listas para la campaña electoral. Semejante desprecio estaría acaso justificado si no fuera porque el MFM es hoy la principal organización no gubernamental en el mundo que se ocupa de temas que son cruciales para el desarrollo de cualquier país, lo que incluye –según creo– a la Argentina: la construcción de unidades político-económicas de escala continental, la reforma democrática de la ONU y las agencias económicas globales (el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio) y la progresiva construcción de instituciones democráticas globales.
El MFM y su rama europea, el Movimiento Federalista Europeo, han desempeñado además un rol central en tres grandes episodios de la construcción de justicia y democracia por encima de las naciones-estado: 1) la creación –en 1950- de la Corte de Justicia Europea y de la Asamblea Parlamentaria de la Comunidad Económica del Carbón y el Acero (CECA), embrión de la actual Unión Europea; 2) la transformación de aquella Asamblea Parlamentaria de la CECA en el actual Parlamento Europeo (un cuerpo permanente, con elección directa de los representantes y atribuciones legislativas), y 3) la reciente puesta en marcha de la Corte Penal Internacional, encargada de juzgar los crímenes contra la humanidad que se cometan en cualquier punto del planeta en los casos en que los sistemas jurídicos nacionales sean incapaces de acabar con la impunidad de los criminales.
Volviendo al 25º Congreso del MFM, éste se desarrolló en Suiza para poder conmemorar el 60º aniversario en su lugar de fundación: las salas de un bello hotel en Montreaux, sobre el lago de Ginebra. Participé del mismo como delegado de una ONG argentina, Democracia Global (Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial), con el objeto de solicitar nuestra aceptación como organización asociada al MFM, cosa que logramos en la primera sesión. Nos transformamos así (increíblemente si se tienen en cuenta los ríos de tinta que aquí se gastan para quejarse de la ONU y el FMI o reproducir encendidas parrafadas sobre la Patria Grande) en la única organización de este tipo en Sudamérica. El día final del Congreso me reservaría también la sorpresa de ser “cooptado” por el Consejo Directivo del Movimiento para formar parte de él, a pesar de no haberme postulado para el cargo.
Pero más allá de las satisfacciones personales, desde el amplio observatorio global que el MFM provee, tres elementos permiten mirar el futuro de la democracia en el globalizado mundo de hoy con cierto optimismo. En primer lugar, por primera vez en la historia una gran potencia ha adoptado la idea de la unidad política mundial como elemento de su política exterior. Así, una resolución del Parlamento Japonés ha establecido recientemente que “Japón debe hacer el máximo esfuerzo para mejorar sus relaciones con todos los ciudadanos del mundo… a través del impulso para la creación… de una federación mundial que abarque todo el planeta”. En segundo lugar, el obligatorio stop causado por el NO franco-holandés a la Constitución se ha demostrado insuficiente para detener la integración europea. La campaña del Movimiento Federalista Europeo a favor de un referéndum general que permita a todos los ciudadanos de la UE decidir la aceptación o el rechazo de la Constitución según la elemental regla democrática “un hombre – un voto” (en lugar del derecho de veto nacional que ha sido aplicado hasta ahora) promete revitalizar y democratizar el proceso integratorio eliminando la peor de sus debilidades: la distancia entre las instituciones y los ciudadanos. Por último, el Congreso del MFM ha reiterado su apoyo a la Campaña por la creación de una Asamblea Parlamentaria de las Naciones Unidas (UNPA) encabezada por el Comité por una ONU Democrática, con sede en Alemania, cuya idea general es iniciar el proceso que lleva hacia un Parlamento Mundial según la estrategia seguida en Europa: la creación de una asamblea no permanente de parlamentarios nacionales con funciones consultivas, y su transformación paulatina en un verdadero parlamento que se ocupe de temas que han escapado del control de las instituciones nacionales/inter-nacionales, como el recalentamiento atmosférico, la proliferación nuclear, la inestabilidad financiera, el terrorismo global y las invasiones militares.
Brevemente: a pesar de los escasísimos recursos disponibles, el petitorio a favor de la UNPA ha sido firmado ya por 400 parlamentarios y 80 ONGs provenientes de más de 100 países, además de 20 ministros de gobierno, cuatro Premios Nobel y 80 académicos de prestigio internacional, el ex secretario general de la ONU, Dr. Boutros-Boutros Ghali y figuras artísticas como la actriz Emma Thompson y el escritor Arthur C. Clarke. El lanzamiento de la Campaña ha tenido lugar en Berlín, Berna, Bombay, Buenos Aires, Bruselas, Dar-Es-Salaam, Dhakar, Londres, Madrid, Ottawa, Roma y Vancouver. En la Argentina, han firmado ya este petitorio 18 parlamentarios pertenecientes al Partido Socialista, la UCR, el Frente para la Victoria, el Peronismo Federal, el PRO, el ARI y el Bloque Renovador de Salta, y numerosas personalidades políticas e intelectuales.
En todo caso, si bien el proceso de creación de instituciones jurídicas y democráticas supranacionales está apenas en sus inicios, los resultados obtenidos en los últimos años (la creación del primer parlamento continental, de la primera corte penal internacional y de los primeros bloques regionales) no son menores. Si una Constitución Europea fuese finalmente aprobada y si la Asamblea General de la ONU se decidiese a sancionar la creación de su primera asamblea parlamentaria, nuevos y decisivos pasos a favor de un orden mundial más justo, democrático y humano serían dados. Acaso entonces, incluyendo en su programa la globalización de la Justicia y de la Democracia, la globalización dejaría de parecer el monstruo amenazador que atemoriza hoy a millones de seres humanos.
* Autor de “Globalizar la Democracia- por un Parlamento Mundial”