Hay algo en donde los argentinos somos indiscutiblemente los mejores del mundo. Por más que en casi todos los aspectos nos creamos eso que no somos –incluido en el fútbol– cuando se habla de polo, nadie se atreve a cuestionar la supremacía de los jugadores y los caballos argentinos. La temporada de alto handicap, que incluye los torneos denominados de la “Triple Corona” que culmina con el Campeonato Argentino Abierto, disputado en el campo de Palermo, se juega con las tribunas colmadas y con la especial mirada de muchos turistas y patrones extranjeros, que esperan esta época del año para poder venir a ver en vivo el mejor polo del mundo.
Todo esto, dentro de un fenómeno mundial en donde el polo va ganando adepto, va pasando de ser un deporte sólo practicado por familias aristocráticas, como la del príncipe Carlos de Inglaterra, a ser un deporte que atrae a cada vez más gente, dotada de algunos millones de dólares de más.
En la Argentina. Los torneos que conforman la Triple Corona (Tortugas, Hurlingham y Palermo) son los más importantes para cualquier polista argentino. Ahí, los equipos más importantes se disputan el honor de medir quién es el mejor, en el país de los mejores. Para eso, los polistas se guardan a los caballos más calificados de sus haras, a quienes fueron probando en otros torneos y giras durante los meses previos a la máxima cita.
A pesar de eso, la temporada de alto handicap local no les deja ganancias económicas, porque en realidad el polo argentino no deja de ser un deporte amateur. El único ingreso que obtienen es el que reciben de su sponsor (unos 200.000 dólares por temporada), que les alcanza apenas para cubrir los gastos y, como mucho, repartir un remanente mínimo entre los miembros del equipo. “Jugando en la Argentina, los polistas salen hechos, no ganan dinero”, confía un hombre conocedor de este deporte.
Si bien se trata de gente que en su gran mayoría proviene de familias muy adineradas, tampoco es que se dedican gratis a este juego. Pertenecer al país de elite y jugar los torneos de la Triple Corona, tiene sus beneficios…
Las giras. Desde hace varios años, y cada vez con más intensidad, muchos de los jugadores argentinos –de diverso handicap– son contratados por patrones europeos, asiáticos o estadounidenses, para ir a jugar torneos a sus respectivos países. Los patrones son personas con mucho dinero, amantes de los caballos y el polo, que se anotan para participar ellos mismos en torneos y contratan a los mejores polistas para que jueguen en sus equipos. Haciendo una metáfora con el fútbol, sería algo así como si Mauricio Macri contratara a todo el equipo de Boca, para jugar en su quinta, poniéndose a él mismo como número nueve.
Dependiendo del dinero del patrón y de la exigencia del torneo, se contratan desde jugadores de 9 ó 10 de handicap, hasta a otros con sólo 1 gol. De ahí también nacen las diferencias de cachet, que para un jugador de elite puede estar entre 1,5 y 5 millones de dólares por la temporada (4 meses).
Para esas giras, los jugadores más conocidos ya tienen sus propios caballos en los lugares de destino, y otros los transportan desde la Argentina, aunque difícilmente se lleven los mejores animales, que quedan reservados para la temporada fuerte del país.
Cría y venta. El caballo en el polo es como el auto en la Fórmula 1. Un buen polista sin un buen caballo no hace nada. Por eso el otro gran negocio en el ambiente del polo es la cría y venta de “petisos”, que es la manera con que se denomina a los caballos adiestrados para el polo. La gran mayoría de los jugadores de elite se dedican en sus propios campos a la cría y el adiestramiento de caballos, que luego usan ellos mismos (los mejores) o los venden tanto al mercado local como al exterior.
Un caballo de polo puede ir desde los 5.000 dólares (los no tan buenos), hasta los 50.000. Aunque los caballos que participan en el Campeonato Argentino Abierto (los mejores), ni siquiera tienen precio, simplemente porque nadie estaría dispuesto a venderlos. Muchos equipos y criadores organizan remates de caballos, en donde se presentan patrones argentinos y de otras partes del mundo, para llevarse buenos ejemplares. Otras veces, las giras que hacen los polistas por Europa, les sirve para mostrar a ciertos caballos que quieren vender, y se los compran los mismos patrones que los contratan para jugar.
Dentro de un mes comenzará a disputarse en Palermo la edición 2008 del Campeonato Argentino Abierto. Ese lugar en donde únicamente pesa lo deportivo y el honor. Ese lugar que ante los ojos del mundo nos permite decir con todo orgullo: sí, somos los mejores.
Dinero – La Condición
Si bien es cierto que en los últimos años el polo se ha vuelto más popular entre la gente que asiste a ver los partidos (podría recordarse la presencia de la barra brava de Nueva Chicago invitada por su hincha número uno, Adolfo Cambiaso; Maradona o Batistuta en los últimos torneos), dicha apertura todavía no se percibe en los jugadores que juegan los torneos de elite. Los polistas que juegan la Triple Corona siguen perteneciendo –en su inmensa mayoría– a las mismas familias tradicionales.
Sin embargo, y esto es bueno admitirlo, a partir del crecimiento económico de la actividad, algunos hijos de petiseros y pilotos (los que prueban los caballos) están teniendo algunas chances de llegar a los lugares de privilegio. Esto se da gracias a las giras, en donde los torneos se juegan con un límite de handicap de 22 goles por equipo. Entonces, si un patrón contrata a dos jugadores de 9 o 10 goles, necesariamente necesita completar el equipo con algún polista de menos handicap. En esos casos, muchos de los jugadores consagrados le dan la oportunidad a alguno de sus petiseros de ir a jugar con ellos y hacerse de unos dólares, que después pueden invertir en la crianza de caballos propios.
Si gracias a eso consiguen generar su propia estructura, algo para nada sencillo, se puede dar el caso de ver algún piloto o hijo de petisero jugando un torneo importante, algo que antes no sucedía y que todavía sucede muy poco, porque en el polo, para integrar un equipo no basta con ser buen jugador, hay que aportar caballos propios y eso cuesta plata.