“Ay, perdoname que cambié el horario de la nota, pero mi nena volvía de un campamento y tenía que pasar a buscarla por el colegio y el micro no llegaba y era un lío y se me hizo tarde. Ay, hola”, saluda Romina Ricci después abrir la puerta de su departamento en Avenida del Libertador.
El vestido retro color azul eléctrico la aleja bastante de la imagen de la típica ama de casa desesperada. Tiene 29 años y dos hijas: Valentina (9) y la más pequeña, de su relación con Fito Páez, Margarita (3). “Me ayuda una niñera, pero me ocupo mucho de ellas -cuenta-. Las llevo y las traigo del colegio y en el medio ensayo, me gusta estar en todo, no quiero delegar. Así termino, agotada”.
Ricci nació en Flores y es la menor de cuatro hermanos. Estudió teatro y grabó comerciales hasta que consiguió el primer bolo en televisión en “El gordo y el flaco”. Estuvo en éxitos como “Grande pá!”, “La nena” y “Naranja y media”, pero la popularidad recién le llegó con “Verano del 98”, que duró cuatro años y fue un semillero de la nueva generación de actores: “Después de cuatro años de grabar todos los días en Martínez y en Tigre quedé extenuada. Necesitaba vivir la vida, salir de Costa Esperanza. Buscaba un poco de realidad”.
Noticias: En el 2001, en plena crisis, buscabas vivir la vida real.
Ricci: Sí, terminé de grabar y me fui a Roma, a Barcelona y a Madrid. Cuando volví no me resultó fácil encontrar laburo y me puse a fabricar milanesas de soja. Las vendía a un restaurante, a mis amigas y las repartía en la bicicleta. Era como interpretar un papel.
Noticias: ¿Y cómo volviste a la tele?
Ricci: Como si nada. Me llamaron para interpretar a Rosario en “Resistiré”.
Noticias: Muchos actores tienen miedo de desaparecer un tiempo, porque piensan que no los van a volver a llamar.
Ricci: Yo creo que es mejor parar un poco, no daba más. Si frenás podés afrontar las cosas con más placer y ganas, relajarte. Hay que parar la pelota para elegir qué es lo que realmente tenés ganas de hacer. Cuatro años seguidos en una tira es muy estresante.
Noticias: ¿Te replanteaste tu vocación en ese momento?
Ricci: Yo hago muchas otras cosas. Pinto y escribo, pero creo que la actuación es lo que mejor me sale. La pintura queda acotada a un lugar más íntimo, que todavía no quiero mostrar. Tal vez lo haga algún día.
Los libros de Man Ray, Frida Kahlo y una compilación de obras de pintores impresionistas sobre la mesa ratona no son sólo parte de la decoración. Romina estudió en el Museo de Bellas Artes y aprendió dibujo con Elena Visnia. En su estudio, amplio y luminoso, hay una decena de rollos de papel apilados en una cuna antigua. Óleos, crayones y plasticolas están ordenados en una vitrina de vidrio. “Quise pintar a Evita y me salió parecida a Perón”, cuenta ella, y muestra una Eva color fucsia.
Tres cuadros con dibujos de bailarinas decoran una pared: “Son como las de Degas. Mi maestra decía que hay que copiar, copiar y copiar”, añade. Al pasar, encuentra una máscara de vampiro de goma y se la prueba. Suena el timbre. La vampiro de vestido azul corre a abrir la puerta. Es un amigo. “Buuuu”, lo asusta, y lanza una carcajada. “Ya terminamos, esperame acá”, le dice y lo encierra en la cocina. Vuelve.
Noticias: ¿Hacés terapia?
Ricci: Sí, voy hace un año.
Noticias: ¿Psicólogo, psicoanalista lacaniano o freudiano?
Ricci: No, es un psiquiatra. Me encanta ir, porque es muy inteligente, me entiende, pero también hablamos de cine y escuchamos música juntos. Es una experiencia muy linda.
Noticias: ¿Y mejorás?
Ricci: ¡No, estoy cada vez peor! (risas). No voy a terapia para estar mejor en un sentido práctico, voy porque me ayuda a pensar más. Son charlas que me divierten y me permiten crecer.
Noticias: Y te cambiaste el apellido, ¿Eso no te conflictúa?
Ricci: ¡No, me lo cambiaron! Se escribe con ch, pero Alejandro Chomski, el director de “Hoy y mañana”, lo puso con doble c en los créditos y todos empezaron a escribirlo así. En la película de Fito está con ch y así lo uso en mi vida cotidiana.
Romina Ricci o Richi protagoniza, junto con Julieta Cardinali y Leonora Balcarce, la película “¿De quién es el portaligas?”, la última de Fito Páez, ex (¿ex?) pareja y padre de Margarita.
Noticias: Alguna vez definiste a Fito como un director “mandón”.
Ricci: Fue un chiste con Leonora, para molestarlo, no entienden mi sentido del humor. Me parece perfecto y está bueno que un director sea mandón. Fito nos transmitió mucha seguridad y eso nos hizo confiar en él
Noticias: ¿Captó la esencia del mundo femenino que muestra la película?
Ricci: Sí, mostró un amor increíble por las mujeres. Es hermoso lo que vio y plasmó. Tiene mucha sensibilidad para entender nuestro mundo.
Noticias: ¿Como fue trabajar con Fito?
Ricci: Trabajar con él fue hermoso. Somos todos amigos y convivimos casi tres meses en Rosario y dos semanas en Córdoba. Además, yo preparé mucho mi personaje. Entrené en forma intensiva: hice seis meses de taekwondo con el entrenador de la selección, Pablo Ramos, y además, fierros. Seguí una dieta proteica, comía pollo, lomo y claras de huevo. Conseguí la seguridad y el control que requería el papel.
Romina quiere controlarlo todo, como Romi, su personaje en “¿De quién es el portaligas?”. Que de su vida privada no va a hablar, que eso mejor preguntáselo a Fito, y poné esto en la nota y no te olvides de aquéllo. Acaba de estrenarse “Dos cirujas”, la obra de teatro escrita y dirigida por Daniel Guebel, que Ricci coprotagoniza junto a Azul Lombardía: interpretan a dos linyeras que discuten sobre grandes temas, como las relaciones, el sexo o el conocimiento, pero sin eludir las cuestiones concretas de la supervivencia en la calle, como el hambre, la desprotección y el frío.
Noticias: Después de haber sido tapa de “Playboy”, ¿Cómo te sentís en la piel de un ciruja?
Ricci: Mi personaje es una larva sucia. Estoy lo más fea que puedo. ¡Hasta tengo barba! Cuando termina la obra me dan ganas de ponerme un vestido de gala, porque me veo muy rara.
Noticias: ¿Alguna vez te sentiste sola como los cirujas?
Ricci: Siempre estamos solos.
Margui, su hija menor, entra al living. “Amor, andá a la cocina que mami ya va”, le dice y la lleva de la mano. Cierra la puerta. “Los tengo a todos enjaulados”, y se ríe. Pone un CD de Luis Alberto Spinetta y posa para las fotos. Surge la actriz: se pone crayones en la nariz y sonríe, posa con una muñeca y con su gata siamesa Le pide al fotógrafo que achique el encuadre, “que no se vea mi living”. Toma una rosa blanca de un enorme ramo que hay en un jarrón sobre la chimenea y sonríe a cámara.
Noticias: ¿Y esas flores?
Ricci: Ah, son hermosas, ¿no? Me las regaló Fito para el estreno.