Las fotografías retienen instantes, emociones o circunstancias,
retratan personas y lugares, pero en Andrés Di Tella el alcance fue infinitamente más poderoso: la caja con fotos que le entregó su padre desencadenó un viaje iniciático. Torcuato Di Tella, sociólogo y ex secretario de Cultura de la Nación, puso en sus manos las llaves de una historia no explicitada, la de Kamala Apparao, su primera mujer, de origen hindú, ciudadana del mundo y arraigada en ninguna parte.
Torcuato y Kamala estudiaban en California cuando se conocieron. Se casaron en la India, vivieron en Inglaterra y en la Argentina. Ella negó a sus hijos toda referencia a sus raíces, quizás porque no fue feliz, y muchos años después Andrés emprendió el rescate de esa herencia familiar, étnica y cultural. Viajó a la India con su mujer Cecilia Szperling, su hijo Rocco (10), un cameraman y un sonidista. El resultado es “Fotografías”, un documental “que funciona como eco de las preguntas que todos tenemos, que no hablamos con nuestros padres. Cuando murió mi mamá me dí cuenta de que no sabía el nombre de mis abuelos. A veces se da una dinámica familiar en que ni te cuentan ni preguntás”.
Noticias: ¿No preguntabas porque sabías que ella no sería receptiva?
Andrés Di Tella: Puede ser, en la película puse esa frase de Ronald Lane: “Las reglas de la familia: regla A): No. Regla B): la regla A no existe. Regla A2 prohibido discutir la existencia o inexistencia de las reglas anteriores”. Cuando liberás los secretos de familia, no son tan terribles. De adolescente en Inglaterra, en los ’70, me miraban como a un hindú, yo no sabía que lo era. Uno me llamó “fucking wog”, wog es un muñequito negro. Hoy la mitad de la Selección inglesa son negros. Me quedaron muchas preguntas y a veces uno obra por desvío, primero hice un documental, “La televisión y yo”, sobre la difícil relación entre mi padre y su padre, quien creó la empresa Siam y quería que Torcuato la dirigiera, él no quiso.
Noticias: ¿Así empezó el viaje hacia tu identidad?
Di Tella: Mi padre me dio las fotos y mucho no me dijo, yo las miraba e imaginaba lo que habrá sido ese matrimonio interracial en los ’50…
Noticias: Torcuato dice en el film que en esa época “una pareja interracial no era tan extraña”.
Di Tella: Después me confesó que le traía problemas, no querían alquilarle casa, etc. Fueron a un encuentro socialista en Dinamarca y eran lo suficientemente llamativos como para salir en el diario. Filmar facilita todo, mi viejo me dijo en cámara cosas que jamás había contado.
Noticias: ¿Cómo era Kamala, desde la perspectiva del hijo?
Di Tella: Salió del pueblito de Nuzvid, al norte de Madrás, es la India profunda. De chica ni iba al colegio, le enseñaban en casa. A principios de los ’50, contra la voluntad de sus padres, consiguió una beca para estudiar en los Estados Unidos. Era psiquiatra, se especializó en la Clínica Tavistock de Londres, donde conoció a R. Laing, inventor de la antisiquiatría. Ella participó de un experimento en una comuna, vivían juntos los locos con los terapeutas. Era parte de la utopía de la época, derribar paredes. La vida de Kamala fue muy de derribar paredes: fue la primera de la familia en trece generaciones que se casó con un extranjero, y fuera de su casta.
Noticias: ¿A qué casta pertenecía?
Di Tella: A la de los guerreros o kshatriya, la que sigue a los brahamanes. En los ’60 y ’70 vivió una vida muy experimental, bohemia, no sé si con mi padre tenía un matrimonio abierto. En mi casa en Londres había gran circulación de gente, pasaban Caetano Veloso, Daniel Cohn Bendit, Marta Minujín. Con mi hermano Víctor llegábamos del colegio y veiamos gente rara, y también gente interesante. Murió en el ’95 de un infarto, en Buenos Aires, a los 64 años. Yo trabajaba en la televisión inglesa, me llamó mi padre: “Mamá se quedó”, me dijo, y yo no quería entender.
Noticias: Kamala fue una mujer de ninguna parte.
Di Tella: Es una buena definición. En los últimos años volvió a la India, y en forma indirecta a través del budismo, había sido atea. Se hizo amiga del Dalai Lama, iba a un monasterio en los Himalayas. La identidad puede ser algo opresivo, y quizás sentía que la India de su juventud era opresiva, especialmente siendo mujer.
Noticias: Seguramente le habían elegido al futuro marido, según la astrología lunar.
Di Tella: Yo creo que hubo algo así, eso sigue vigente. Cuando era chico estábamos muy cercanos, me distancié un poco en la adolescencia: me daba bronca que fuera hindú. Kamala imponía un poco de distancia, pero necesitaba tenerte: no ir a comer a su casa los sábados era una grave falta. Yo sentía una gran ambivalencia, la quería y, a la vez, me hinchaba que se metiera en mi vida. Fue de las primeras en la Argentina en trabajar con niños autistas. Con ella aprendí la observación, su método para tratar a un niño.
Noticias: Lo que hacés hoy con la cámara.
Di Tella: Claro, mi madre siempre filmaba cosas, un día me llevó a una villa en el Bajo Belgrano a filmar a una boliviana que le explicaba cómo llevaba a cuesta a los bebés: fue mi primera experiencia como documentalista.
Noticias: El palacete en familar en Nuzvid, ¿a quién pertenece hoy?
Di Tella: Ahora es una universidad. Los Apparao eran una familia de alcurnia de pueblito chico, terratenientes. Un primo que aparece en el film, Gautam, es carnicero, algo infrecuente en la India. Mi madre tenía cuatro hermanos, de uno jamás me habló, mi viejo cree que es adoptivo.
Noticias: ¿Al casarse quedó fuera del entramado familiar?
Di Tella: No, al principio fue fuerte, también para mi abuela Di Tella. Se casaron en otro pueblo, por civil. Participaban en el Partido Socialista, mi viejo daba charlas y no le renovaron la visa, tuvieron que irse a Londres. Y de allí a Buenos Aires, cayó en en un lugar totalmente desconocido.
Noticias: Torcuato califica la relación de “muy borrascosa” y deja en su tumba diez claveles rojos y diez blancos “por los 20 años de matrimonio, y que cada uno lo interprete como quiera”. ¿Cómo lo interpretaste?
Di Tella: Hay muchas maneras. Una es que hubo buenas y malas…
Noticias: ¿Qué edad tenías cuando se separaron?
Di Tella: Tenía 17, 18… Mi vieja estaba con otra persona, pero no era algo secreto, el clima era bastante civilizado. Mi viejo se bancó bastante esta vida bohemia, infidelidades, él estaba en el British Museum, en la silla de Carlos Marx leyendo historia latinoamericana…
Kamala siempre filmó y su hijo es un documentalista de primer nivel, entre los quince más importantes de Latinoamérica, y autodidacta. Andrés estudió estudió Letras en Oxford, fue guionista de cine, hizo documentales para televisión en nuestro país, los Estados Unidos e Inglaterra. “Mi primer largometraje fue “Montoneros en la historia”, en el ’93, el primer documental sobre la guerrilla. También era una historia que nadie contaba, un tema tabú. Después hice “Prohibidos”, sobre los artistas, intelectuales y periodistas durante el Proceso. Muchos fueron perseguidos, asesinados, y muchos otros estuvieron en un territorio gris, incluso colaboraron. El testimonio más valioso que obtuve fue el de Kive Staif, director del Teatro San Martín, el único que tuvo la valentía de hablar”.
Creador del festival BACIFI, Andrés dirige el Princeton Documentary Festival en la Universidad de Princeton (Estados Unidos), donde fue docente. Publicó 5 libros con ensayos e hizo periodismo en los diarios “The Buenos Aires Herald”, “Tiempo Argentino”, “La Razón”, “Río Negro” y en Radio Nacional.
En su ensayo personal “Fotografías” aparece Ramachandra, un hindú adoptado por la mujer de Ricardo Güiraldes. Andrés lo visitó en el Sur para indagar sobre Kamala. “La conoció al pasar, pero me permitió hablar de mi problema. Y da otra dimensión al símbolo del gaucho: Güiraldes cuenta en una carta que en un fumadero de opio en la India tuvo una alucinación, “vio” la figura de un gaucho y supo que debía escribir sobre eso. El diario inédito de Güiraldes dice que hacía yoga, leía sobre hinduismo, orientalismo y poesía francesa. Con su mujer, Adelina del Carril, eran teósofos, hacían sesiones de espiritismo”.
Noticias: ¿Adelina creía que Ramachandra era una reencarnación de su marido?
Di Tella: Cuando Guiraldes murió la viuda viajó a la India para conectarse con el alma de él, mediante mediums. Creyó verla en Ramachandra, por eso lo adoptó y lo trajo.
Noticias: ¿Qué dijo tu mujer, Cecilia, cuando le propusiste el viaje?
Di Tella: Su participación fue esencial en esta búsqueda, me bancó en el proceso y, como escritora, me ayudó a convertirlo en una historia. Al principio todo me era ajeno, raro, había arrastrado a la familia y no sabía que mierda hacer.
Noticias: El primo Gautam celebra que tengas “un gran apego a la familia”, ¿te emocionó?
Di Tella: Al regalarme algo que perteneció a mi abuelo sentí que me habían aceptado. Luego traté de crear el encuentro de Rocco con el elefante sagrado del templo de Shiva: si te acaricia con la trompa es una bendición, es auspicioso, y lo hizo con Rocco. Yo temía que Rocco reaccionara mal con estos parientes raros, vestidos raros…
Noticias: ¿Rocco integró con naturalidad su herencia hindú?
Di Tella: Los hijos enseñan a los padres, tienen esa actitud tan abierta, tan curiosa. Se interesó muchísimo por los ritos religiosos.
Noticias: ¿Qué heredaste de tu padre?
Di Tella: Un legado de libertad. Y una enorme generosidad, se prestó para contar al público su vida privada, confía en que será de utilidad. Es generoso e inocente a veces, como Secretario de Cultura hablaba con los periodistas como si fueran amigos…
Noticias: Tu voz en off dice: “Siempre me fascinaron las familias, uno puede falsear su historia, fabular, pero al final, no hay donde esconderse”. ¿La identidad no se puede eludir?
Di Tella: Podés pasarte la vida queriendo escaparte de la familia, pero en algún momento te alcanza. A mí me pasó.
Noticias: ¿Tu búsqueda terminó?
Di Tella: No, quiero volver a la India, no lo hicimos porque llegó Lola (2). Tal vez haga películas, no necesariamente las cinco que me propusieron en Bollywood (N de R: la meca del cine hindú), pero es un mundo medio mafioso. Esta búsqueda sigue, me interesa como tipo de narración. Estoy muy influenciado por autores hindúes como Naipaul, Hanif Kureishi, Vikram Seth. Esta experiencia me cambió la vida, pude integrar muchas cosas, y no terminó ahí.