Me daban ataques de pánico, la corbata me ahogaba y me desabrochaba la camisa. Laburaba en la Caja de Ahorro y Seguro, ¿qué hacía ahí yo, que consideraba que estaba para grandes cosas?”, se interroga aún Lucas Lanusse, un abogado verborrágico y con un ligero dejo a un moderno Lord Byron.
La desazón lo obligó, a fuerza de asfixiarlo, a desandar el camino seguro. Estudió Historia, amplió su perspectiva sesgada y se graduó con una tesis sobre Montoneros. Pudo trascender el peso de su apellido y le fue revelada una versión más genuina de sí mismo. Hijo de un ex juez y un ama de casa devota de la Virgen del Carmen, Lucas es autor del libro “Montoneros” y del reciente “Cristo revolucionario”, que reúne los testimonios de nueve curas y una monja tercermundistas.
Llegados del País Vasco francés poco después de la Revolución de Mayo, los Lanusse lograron riqueza y posición con almacenes de ramos generales. Más contemporánea fue la consignataria de hacienda “Antonio y Pedro Lanusse”. Pero quien llegó más alto fue Alejandro Agustín, teniente general del Ejército y presidente de facto entre marzo de 1971 y mayo de 1973, época de auge de Montoneros y del catolicismo renovador. No casualmente, los temas que investigó su sobrino nieto. “En mi familia el peronismo es mala palabra, la guerrilla ni hablar. Les shockea que investigue sin bajar una línea lapidaria. Pero cuando leo historia quiero que me informen, no que editorialicen”, remata Lucas.
Noticias: ¿Sos la oveja negra de los Lanusse?
Lucas Lanusse: Un poco (ríe), pero me bancan y me quieren igual. Soy inquieto y me mueve la pasión. El último libro se lo dediqué a mis viejos, son muy católicos y puse: “a mis viejos, que seguramente hubieran preferido que eligiera otro tema, pero me enseñaron que cada uno debe elegir su propio camino, con honestidad y en libertad”. Los maté (ríe).
Noticias: ¿Cuándo te metiste de cabeza en estos temas?
Lanusse: Desde los 17 casi no leo otra cosa. En el fondo soy un gran idealista y en la superficie un enorme escéptico, producto de esta generación y todo lo que pasó en el medio.
Noticias: Habrás escandalizado a varias tías viejas…
Lanusse: Cuando mi abuela leyó que uno de los curas, al que secuestran en la calle, piensa “el hijo de puta de Lanusse…” casi muere de un infarto. Fue un guiño, la frase está muy bien contextualizada. Los curas tercermundistas eran uno de los movimientos más visibles contra el gobierno.
Noticias: Siendo de una familia patricia asociada a la derecha militar, tu mirada intenta entender un fenómeno colectivo. ¿El rigor del historiador ayudó?
Lanusse: Sí, pero es algo de mi naturaleza, siento mucha rebeldía ante las visiones uniformes y maniqueas. En reuniones familiares se hablaba de los riesgos de la subversión, tendría 12, 13 años y esa cosa de meter miedo no me la olvido más.
Noticias: Huyamos a la estancia que se viene el comunismo.
Lanusse: Alguna tía abuela lo habrá dicho (ríe), traté de comprender y no simplemente pasarme del otro lado, porque hubiera repetido lo que no me gusta, que me bajaran línea.
Noticias: Es raro, como si un hijo de Firmenich analizara desapasionadamente los golpes militares. ¿Hubo culpa por portación de apellido?
Lanusse: Ehhh… “Montoneros” fue mi tesis en la universidad y no la podía terminar. No era una culpa explícita, pero hubo una ruptura de mandatos y debí hacer un año de terapia. Los libros, evidentemente, fueron parte de un proceso más global: buscar mi identidad, encontrar mi lugar. Alguna vez en internet alguien, que claramente no había leído los libros, me tildó de fascista. Pero soy muy espontáneo, transparente, y la gente se da cuenta.
Noticias: Sos bien visto por los ex Montoneros. ¿Quiénes fueron más receptivos?
Lanusse: ¿Sabés que todos?, Roberto Cirilo Perdía, Fernando Vaca Narvaja están bastante satisfechos con mi investigación. Firmenich me respondió que no habla con nadie y no quería hacer diferencias. En Tucumán quise contactarme con algunos, un bibliotecario me dijo: “Andá al Sindicato de Taxis, preguntá por tal”. Le toqué timbre: “Soy Lucas Lanusse, quiero conocer a ex montoneros”, el tipo abría los ojos así, pero me ayudó. Y cuando se publicó el libro se me abrieron todas las puertas.
Cuando Lucas nació, en el prometedor 1970, Alejandro Agustín Lanusse comandaba el Ejército. Con los años lo vio unas quince veces, evoca a un Cano -tal era su alias- alto e imponente: “No recuerdo haber hablado con él de política, yo no tenía tan desarrollado el interés. Lo veía en lo de mi abuelo, su hermano”.
Noticias: El catolicismo renovador fue el caldo previo al surgimiento de Montoneros. ¿El segundo libro no debería haberse escrito primero?
Lanusse: Cronológicamente hubiera sido más lógico, pero el Lucas del 2001 no se hubiera animado. “Montoneros” es una tesis aprobada en la universidad, no corre muchos riesgos. Éste es mucho más jugado, diez historias de vida apasionantes y no me atuve al formato académico. Investigué fuerte y recreé diálogos, pensamientos, necesitaba tomar aire de la historia. De vuelta, fue la revisión de un mandato. Iba a escribir tres o cuatro historias y terminé víctima de mi personalidad, incluí gente de la Patagonia, Cuyo, el Noroeste. Traté de reflejar a grandes trazos las grandes líneas del cristianismo revolucionario: no todos pensaban igual, ni se posicionaban igual frente al peronismo.
Noticias: ¿No acataban en bloque, discutían el verticalismo?
Lanusse: Tenían diferencias muy fuertes. Había escépticos con Perón y otros, más críticos aún, decían: “Tenemos que construir desde la identidad peronista, pero para otro lado”, sostenían que Perón era un líder burgués, un reformista, y nunca haría una revolución social.
Noticias: Los que entendieron el Evangelio como un mensaje revolucionario, ¿sacudieron una Iglesia estancada, aliada con el poder?
Lanusse: La Iglesia está aliada con el poder desde el año 300, cuando fue declarada religión oficial del Imperio Romano. Siempre hubo manifestaciones críticas, ésta fue muy exacerbada por el rol de la Iglesia en el derrocamiento de Perón. En boca de un cura pregunto: “¿qué tiene que ver monseñor Caggiano con Onganía?”, pero mi búsqueda personal apunta a lo mismo. Era chico y me amenazaban con el infierno por los pecados más triviales, ¿no es una forma de sometimiento? ¿Qué tiene que ver con el mensaje de amor de Cristo? Leí mucho el Evangelio y es una obra maestra. Estar pidiendo perdón por el pecado original de Adán y Eva todavía hoy, me suena medio psicópata.
Noticias: ¿Qué fue lo más llamativo en estos religiosos que chocaron con las jerarquías eclesiáticas, sufrieron cárcel, persecuciones?
Lanusse: La coherencia. Lo común en los diez es el rechazo que generaron en la Iglesia institucional y cómo fueron consecuentes con un estilo de vida y un proyecto. Aún siguen peleando por lo que creen, desde distintos lugares. Héctor Galbiati y Domingo Bresci siguen siendo curas, al estilo de aquella época.
Noticias: ¿Y los demás?
Lanusse: Alberto Sily trabajó en el Conicet y en el Centro de Diagnóstico y Evaluación de Proyectos Sociales. Juan Ferrante milita en el Frente Santillán, Rubén Dri es docente universitario, Pepe Serra es asesor del bloque del ARI en Santa Fé y rector de la Casa del Obrero Estudiante, que fundó en los ’60. Elbio Alberione trabaja en la Secretaría de Ciencia y Tecnología, Rolando Concatti tiene una empresita metalmecánica, Miguel Mascialino participa en talleres y grupos de reflexión. Y Guillermina Hagen produce uvas en Mendoza, trata de armar cooperativas y desarrolla una actividad social importante.
Noticias: Es un personaje emblemático, dejó los hábitos cansada de “los que se adueñaron del mensaje de Cristo y lo desfiguraron”.
Lanusse: Es una ingeniera agrónoma muy carismática, de enorme empuje. Era la monja que piloteaba aviones, hachaba en el monte o patrullaba con un arma en El Impenetrable, puteaba al gobernador y encabezaba las marchas en Resistencia. Fue la bandera que levantó la izquierda peronista en el ’73. Era la tapa de la revista “Asís”: “La monja presa”.
Con Guillermina presentó el libro en la Misión Nueva Pompeya, en El Impenetrable, donde ella ayudó a fundar una escuela, un centro de alfabetización, un hospital y una cooperativa. “Se juntaron 1.500 personas, la mayoría wichis que la abrazaban, lloraban y le pedían que volviera. Y dicen que los aborígenes son poco expresivos… Hoy subsisten a duras penas con los planes sociales, no hay un trabajo genuino. Si mirás los números macro de la época te preguntás: ¿para qué querían hacer la revolución?. No había deuda externa, casi no existía desocupación, del ’62 al ’72 fue el período más sostenido de crecimiento de la Argentina contemporánea. Qué no daríamos hoy por tener esos números…
Noticias: ¿Los adalides de la Teoría de la Liberación fracasaron?
Lanusse: Como historiador estoy obligado a mirar el largo plazo, pero si bien los curas de la línea tercermundista no son tantos menos que en los ’70, no tienen visibilidad. No hay lugar para hacer planteos a los obispos o al gobierno, y el contexto social es diez veces peor. Está demostrado que hay movilización social cuando hay trabajo, el Cordobazo se dio entre los obreros mejor pagos del país. El miedo que generó el Proceso, y este contexto más delicado, con más desempleo, son parte de la explicación.
Noticias: ¿Sos católico practicante?
Lanusse: Me considero cristiano, pero hoy no soy católico. Me pasa igual con la política, me parece sinónimo de estar en la rosca. Estoy cerrando esa brecha, me importa el país que le voy a dejar a mis hijos, la gente que muere de hambre, y estos libros son una manera de meterme. Mi pasión pasa por la historia, la abogacía nunca me gustó. Era más un ejecutivo, hoy lo veo claro.
Noticias: De haber sido joven en los ’70, ¿habrías estado del mismo lado que los protagonistas del libro?
Lanusse: No lo tengo tan claro, pero no lo descarto. Por ahí en la línea de los curas sí. Tomar las armas… es fuerte, soy muy pacífico y no sé si tengo valor físico. Estaba la utopía de cambiar el mundo, pero también los muertos que pasaban por el costado.
Noticias: ¿Qué dice tu mujer de este viraje?
Lanusse: Me banca, hicimos el cambio juntos. Yo me reinventé, en dos años recorrí el país tres veces, me cambió la vida.
Noticias: ¿Que pensás cuando dicen: “Hay que dejarse de joder con los ’70 y mirar para adelante”?
Lanusse: Es un perfecto sofisma, no podemos pasarnos la vida mirando para atrás, pero evitar discutir los ’70 y sus miles de desaparecidos es como si tras una experiencia traumática a los 8 años, a los 9 dijéramos: “ya pasó”. No hay que ser Freud para darse cuenta que así, a nivel sociedad no vamos a aprender nunca. Los políticos no se han portado muy bien, pero debemos defender la cultura democrática, aún imperfecta. Si estos libros no sirven para eso, no sirven para nada.