Hacía mucho tiempo que David Nalbandian venía soñando con llevar una final de la Copa Davis a su tierra, Córdoba, con vestirse de ídolo y levantar la tan ansiada ensaladera de plata ovacionado por su gente. Era su anhelo, su fantasía más buscada. Por eso, una vez confirmado el pasaje a la final tras el triunfo de Del Potro en el quinto punto de la semifinal ante Rusia, Nalbandian inició inmediatamente y sin perder tiempo el “Operativo Córdoba”. Con el visto bueno de Euclides Bugliotti –el empresario dueño del Estadio Orfeo de Córdoba–, y del gobernador Juan Schiaretti –a través del Banco de la Provincia de Córdoba–, el top ten argentino habló con Alberto Mancini, capitán del equipo, y le dijo: “La final tiene que ser sobre carpeta sintética, bajo techo y en Córdoba”. El entrenador, sin demasiado margen para contradecir a las estrellas que salen a la cancha, consintió el pedido. La final comenzaba su viaje hacia la capital del cuarteto.
El pedido concreto llegó a oídos de los dirigentes de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), que tenían la facultad de elegir cualquier sede que se adecuara a las exigencias de la Federación Internacional de Tenis (ITF). Ya estaba todo decidido. La AAT iba a proponer a Córdoba como sede, al estadio Orfeo se le iban a realizar algunas modificaciones para adaptarlo al reglamento y Nalbandian iba a poder cumplir con su viejo sueño. Pero alguien lo despertó antes del final feliz.
La reunión. Daniel Del Potro, papá de Juan Martín, el chico de 20 años que había salido en la tapa de todos los diarios como el verdadero héroe de la semifinal ante Rusia, recientemente consagrado como top ten y a pasitos de superar a Nalbandian en el ranking y ser el número uno de Argentina, se paró frente a lo que ya estaba resuelto, y con apoyo oficial de la Provincia de Buenos Aires, lanzó el interrogante: ¿Y si se juega en Mar del Plata? Hay que aclarar que Del Potro es oriundo de Tandil, ciudad vecina de Mar del Plata.
Fue ahí donde, ante el reclamo de Del Potro padre, se tuvo que organizar una reunión de apuro, de la que participaron Daniel del Potro, Alberto Mancini y un representante de David Nalbandian. Tras cuatro horas de intensas discusiones, en donde Nalbandian no quería resignar su sueño de Córdoba y Del Potro se plantó en la alternativa de Mar del Plata, el capitán Mancini tuvo uno de sus momentos más complicados al frente del equipo y debió tomar la decisión. Llamó a Arturo Grimaldi, vicepresidente de la AAT, y le comunicó la postura oficial del equipo: que se elija a Córdoba como primera opción, y a Mar del Plata como alternativa, para que sea la ITF la que decida. El sueño de Nalbandian sufría el primer gran golpe en contra, aunque el unquillense seguía confiado en inclinar la balanza para su lado. Del Potro ya había forzado el tie-breack.
El “no” a Córdoba. Siguiendo con la metáfora tenística, si bien Del Potro había logrado forzar el tie-breack, Nalbandian estaba 6-0 arriba en ese desempate, y un día antes de la decisión de la ITF, nadie dudaba que la final se iba a disputar finalmente en Córdoba. Los estudios técnicos que había realizado tanto la AAT como la ITF, daban a Córdoba con mejores cualidades que a Mar del Plata en la mayoría de los puntos a analizar para definir la sede. Tanto es así, que el jueves 9 de octubre (el día anterior a la definición de la ITF) a las 18.30, Euclides Bugliotti –dueño del Estadio Orfeo de Córdoba– estrechaba su mano con Arturo Grimaldi de la AAT y dejaba a su contador reunido con su par de la Asociación para ultimar los detalles impositivos del acuerdo. Unas horas más tarde, desde Londres, salía el comunicado de la ITF que sorprendió a todos: la sede elegida era Mar del Plata. “Acá hubo algo por debajo de la mesa”, declaró Nalbandian con su sueño ya frustrado. ¿Qué fue lo que pasó?
Los sponsors. A pesar de lo mucho que se habló, la “mano negra” que percibió Nalbandian no vino desde la política nacional. Tanto Schiaretti desde Córdoba, como Daniel Scioli desde Buenos Aires hicieron fuerza para llevar la final a sus respectivos distritos y el Gobierno nacional se mantuvo al margen de la disputa, ofreciendo las mismas facilidades para las dos alternativas. Lo que inclinó la balanza pasó por otro lado.
La ITF tiene sponsors que aportan mucho dinero para poner sus marcas en todas las series de la Copa Davis, y tienen mucho peso (el peso de los billetes) sobre algunas decisiones de la Federación. El banco BNP Paribas es la marca que le pone el nombre a la Copa, seguida por otras empresas como Hugo Boss, Kia Motors y NH Hoteles, entre otras. Todas las marcas estaban más de acuerdo con la sede de Mar del Plata que con la de Córdoba, por su cercanía con Buenos Aires, aunque este punto no fue el fundamental.
La cadena de hoteles NH, sponsor principal de la ITF desde hace tiempo, adquirió hace unos meses la licencia para remodelar y reabrir el Hotel Provincial de Mar del Plata, y casualmente la reinauguración está prevista para la misma época en la que se jugará la final. Ante la posibilidad concreta de que la definición de la Davis se jugara justo en esa época en la ciudad en donde habían invertido tanto dinero para el relanzamiento del hotel emblema, no dudaron en “sugerirles” a los dirigentes de la Federación, que lo más conveniente era Mar del Plata como sede. “No tengas duda de que NH fue el elemento decisivo para volcar la decisión para el lado de Mar del Plata”, confió de buena fuente un funcionario del Gobierno de la Ciudad de Córdoba.
Pero NH no estuvo solo en la presión hacia la ITF. El principal auspiciante –BNP Paribas– advirtió de muy mal gusto que en los alrededores del Estadio Orfeo estaba lleno de carteles del Banco de Córdoba, quien intenta competir en el mismo rubro con la entidad francesa. Eso, sumado a que el propio Nalbandian se había mostrado en conferencias de prensa con el logo de ese banco provincial, hizo que también para ellos, lo más conveniente fuese ir a Mar del Plata.
Así, en cuestión de horas, la sede que tenía todo arreglado y que contaba con las características técnicas más favorables, se quedó sin la final y sin el sueño de su estrella, David Nalbandian. Del otro lado, Del Potro festejó su triunfo personal por la puja de la sede y apenas conocida la noticia, salió a consolar a su compañero: “Nalbandian sigue siendo el rey”, adujo para calmar las aguas. Un rey a quien el príncipe le quitó su mejor sueño.