Ser oficialista cuando todos lo son. Ser crítico cuando todos comienzan a serlo. Ir a favor de la corriente es una estrategia que hace la vida más llevadera y previsible. De hecho, es lo habitual en un país en el cual la mayoría de los intelectuales parece haber perdido para siempre el espíritu anticíclico.
El periodismo es un espejo de ese conformismo. Cuando Luis D’Elía copó una comisaría, en pleno auge del poder kirchnerista, no hubo unanimidad mediática para denunciar el bochorno y exigir que la Justicia actuara con celeridad. Hoy, cuando casi es fácil adherir a los críticos al Gobierno, la mayor parte de la opinión pública mostró su disgusto frente al pedido del fiscal Guillermo Marijuan de investigar al dirigente Alfredo De Angeli por supuesta intimidación pública, acopio de armas e incitación a la violencia colectiva.
Incluso, los mismos periodistas que hasta hace poco tiempo reivindicaban la seriedad de este fiscal, lo acusaron ahora de operar para el Gobierno.
A una revista como NOTICIAS se le hace imposible apoyar a una Justicia que disponga una ley para quien detenta el poder y otra distinta para el resto. O una Justicia que castigue a los que tienen mala imagen pública y salve a quienes son populares en cierto momento, aunque se sospeche que cometieron algún delito. Preferimos seguir reivindicando nuestro derecho a exigir que la Justicia actúe apegada a las normas, más allá de cualquier poder y también del humor social de la época.
Lo cierto es que esta semana, el ruralista De Angeli reconoció en una entrevista periodística que en los recientes cortes de rutas, él comandaba a un grupo de hombres que portaba armas y que estaban dispuestos a usarlas.
La demagogia es más sencilla, pero indigesta: para NOTICIAS, no hay piqueteros armados buenos y piqueteros armados malos. Sólo reclamamos que haya fiscales y jueces que traten a todos por igual.