El jefe de Inteligencia del Ejército, Osvaldo Montero, sufrió en carne propia el peso omnipresente de la SIDE. Por unas escuchas telefónicas realizadas desde la central de espías, la ministra de Defensa, Nilda Garré, lo desplazó de su cargo. Montero participaba de una operación para reemplazarla en el nuevo Gabinete cristino y habría mantenido varios diálogos con la directora nacional de Inteligencia Criminal, Verónica Fernández Sagari, en los que intentaba desestabilizar a Garré, según las explicaciones del Gobierno. Pero el desplazamiento de Montero también salpica al jefe del Ejército, Roberto Bendini, quien tendría los días contados en su cargo. Garré, que cuenta con el apoyó del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quiere sacarse de encima a Bendini, aliado del ministro de Planificación, Julio De Vido y enemigo de Fernández. La guerra de los ministros se coló en el mundo militar y comienza un nuevo enfrentamiento.
Tensión. Montero siempre fue fiel a Bendini. Era un hombre de su entorno pero tenía una buena relación con la ministra. Dicen que ella le tenía confianza. Entonces, ¿por qué era espiado desde la SIDE? El ministro del Interior, Aníbal Fernández, a quien en las escuchas se lo mencionaba como el sucesor deseado de Garré, salió a decir que pinchar teléfonos “es ilegal” y que los diarios habían inventado todo. Sin embargo, el CD con las escuchas de Montero habría llegado a las manos de Garré a través de un jefe de la SIDE.
En el ámbito castrense aseguran que su remoción es un golpe contra Bendini, a quien Garré también quiere afuera del ejército. Es que Bendini nunca le respondió a la ministra. Su lazo en el Gobierno era el ministro de Planificación, Julio De Vido, quien está enfrentado con el protector de Garré, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Un asesor del sector castrense le confió a NOTICIAS el trasfondo del desplazamiento de Montero: “Garré ya bajó a uno y ahora va por Bendini. El telón de este conflicto es la sórdida pelea que mantienen De Vido y Fernández que se traslada a todos los ámbitos donde se disputa poder”.
El ninguneo a Bendini se hizo evidente cuando trascendió la noticia del desplazamiento de su subordinado. La decisión se tomó cuando se encontraba en Brasil en la Conferencia de Ejércitos Americanos y, según el relato de un funcionario de Defensa con llegada a la ministra, nadie le comunicó la determinación.
El reemplazante. Para ocupar el lugar de Bendini, Cristina Kirchner tiene en mente al general Gustavo Schurlein, a quien los K conocen de su paso por la XI Brigada Mecanizada, en Río Gallegos, cuando Kirchner era gobernador de Santa Cruz. Schurlein fue el juez militar que, en mayo de 2006, juzgó a los militares que en Plaza San Martín reivindicaron el terrorismo de Estado y fueron sancionados. Tiene buena llegada a Cristina y además su esposa Liliana es muy amiga de la futura Presidenta.
La partida de Bendini por ahora no se ha definido, pero el tironeo del poder ya se hace sentir. La guerra de los dos ministros más poderosos del Gobierno suma una nueva batalla. Y parece no tener fin.