Las calles de tierra se convirtieron en una caldera: el barrio San Eduardo del Mar, en el límite entre el partido de General Pueyrredón y el de General Alvarado, dejó de ser un apacible escenario del relax veraniego para convertirse en un campo de batalla entre vecinos. El miércoles 16, mientras unos reclamaban mayor seguridad, otros miraban desconfiados y murmuraban por lo bajo: “Están exagerando, todo esto no esconde más que intereses políticos”. En el centro de la escena, Adolfo Pérez Esquivel repetía a micrófonos locales y nacionales: “En tres días saquearon cinco casas y uno de esos asaltos fue a mano armada. No podemos seguir así”. Propietario de El Molino, una de las casonas más llamativas del barrio, el Nobel de la Paz lideró la protesta vecinal y logró que asignaran un patrullero más a la zona. “Tenemos los mismos problemas de inseguridad que cualquier otro lugar de país. Detrás de este reclamo, se esconden intereses creados para hacer política”, acusa José de Grazia, uno de los integrantes de la actual comisión directiva de la sociedad de fomento del lugar. Entre cacos y atracos, la inminente elección y renovación de la comisión directiva vecinal recalienta los ánimos.
Diagnóstico. “Durante el último invierno, tuvimos una única denuncia de robo en una casa deshabitada. Este año, recibimos sólo cuatro denuncias de robos a viviendas y cinco a vehículos. No es cierto que haya un incremento de delitos”, contrapone el Teniente Primero Jorge Chaparro, a cargo del patrullaje del barrio.
Si bien la seguridad es responsabilidad de la policía, la asociación vecinal comparte tareas relacionadas con ella. “Falta arreglar los caminos, cortar los pastizales y mejorar la iluminación. Eso es responsabilidad de la sociedad de fomento y son cuestiones que también hacen a la seguridad”, se queja Pérez Esquivel, que se siente pionero del barrio. Cuando plantó bandera, hace cuarenta años, no tenía ningún premio bajo el brazo. Después del reconocimiento internacional, en 1980, se transformó en la gran personalidad de San Eduardo del Mar, aunque para algunos resulta una piedra en el zapato. “Hace unos cuatro años, la asociación tuvo un inconveniente por el que se había retrasado el desmalezamiento. Allí también se metió Pérez Esquivel: quiso hacer un puente entre el Intendente y la gente, y prometió que iban a venir unas máquinas para hacer el trabajo. Nunca aparecieron y terminamos cortando el pasto nosotros”, recuerda De Grazia.
“No tengo ninguna intención de integrar la comisión directiva. Sólo soy un vecino más que quiere tranquilidad”, aseguró Pérez Esquivel a NOTICIAS, a la espera de que las elecciones vecinales se realicen en lo que resta de enero para votar antes de regresar a Buenos Aires. “En este reclamo no hay móviles políticos. Lo único que pretendemos es un descanso tranquilo y reponer energías para lo que nos espera durante el año. Tenemos por delante problemas nacionales e internacionales. Esos sí que son problemas”, concluye Pérez Esquivel.