“Mi ex secuestró a mi hijo. Encima, el nene hoy cumple 7 años… es tremendo. Acabo de iniciar acciones judiciales. Va a ser un día duro”, explica Gustavo Plis-Sterenberg y justifica su demora a la cita. Con ese preámbulo, da pudor sentarse a recorrer las tantísimas vidas concentradas en la suya: es un director de orquesta consagrado internacionalmente, casi médico, simpatizante organizado del PRT, historiador y autor del libro “Monte Chingolo” (Editorial Planeta).
Militó en organizaciones de Derechos Humanos, se metió en la guerra de Nicaragua, lo captaron cazadores de talentos de la entonces Unión Soviética y lo becaron: vivió 20 años en Rusia, recorrió 13 países con sus giras, viajó por el mundo para recuperar testimonios que le dieran forma a su libro, volvió a la Argentina y, según su contrato, hasta el 31 de diciembre está radicado en la ciudad de San Juan (al frente de la Sinfónica de la Universidad Nacional de esa provincia). En el medio, está empezando a recabar información para un nuevo libro que le encargó Editorial Planeta, esta vez, sobre la guerrilla en Tucumán. Todo esto es Plis-Sterenberg, pero cuando se le pregunta quién es, responde: “Soy un papá”.
Noticias: ¿Cuándo fue la última vez que vio a su hijo?
Gustavo Plis-Sterenberg: A Ilya lo vi el día del niño. Fue la mayor felicidad que tuve en mucho tiempo. Hacía un año que no sabía de él. Habíamos acordado que su madre se lo llevaría a Rusia por 2 meses, pero lo tuvo 13. Ahora no me responden los llamados y no sé si están en la Argentina o si volvieron a Rusia.
El mapa amoroso de Plis-Sterenberg es intercontinental. Cuando en el `86 se radicó en Rusia, terminó un noviazgo de 3 años con una argentina. Allá conoció a una moscovita con la que tuvo a su primer hijo, León (17). Después se enamoró de Katja, también soviética, y nació Ilya (7). Con ellos dos volvió a la Argentina (donde también viven León y su madre) pero hace un año la relación con Katya se rompió. Ahora el músico está en pareja con Elisa, una mujer que toca la viola en la orquesta sanjuanina y que, dice, le devolvió un poco la autoestima.
Es que Plis-Sterenberg viene de varios golpes bajos: al alejamiento de Ilya se suma el portazo que dio en Rusia en el 2006, cuando se sintió discriminado. El gobierno había otorgado un aumento del 400% a los músicos, pero por ser extranjero a él no le tocaba. Antes, Plis-Sterenberg logró en Rusia lo que nadie: fue el primer no nativo que dirigió la orquesta del teatro Mariinsky y al que concedieron el honor de tocar parte del repertorio tradicional habitualmente destinado a los rusos. Pero tras su reclamo de equidad salarial, le ofrecieron menos del 100% y él se fue. Aunque no del todo. Con un pie en su país de origen y otro en su patria musical, volverá a Rusia en el verano como director invitado de algunos conciertos.
Noticias: ¿Reconoce la injusticia pero siente que les debe la formación?
Plis-Sterenberg: Me dieron todo, sobre todo en el conservatorio. Recibí una formación de Formula 1. Pero estos años en San Juan fueron como esconderme del mundo. Tengo la montaña y la siesta que, aunque no la hago, es un espacio donde puedo buscar un poco de la paz que todavía no encontré.
Noticias: ¿De qué se esconde?
Plis-Sterenberg: (silencio) De la vorágine, siempre viví a 300 kilómetros por hora. Yo estuve, por ejemplo, en Nicaragua en plena dictadura somocista. Fui como voluntario de la Cruz Roja, hice muchísimas cosas, de las cuales no me arrepiento pero era una vida muy difícil… Acá, a los 17 años estuve un año en el PRT y desde el `79 actué muchísimo en los organismos de Derechos Humanos.
Noticias: ¿Por qué decidió escribir un libro sobre los `70?
Plis-Sterenberg: Quise contar quiénes eran los hombres y las mujeres del PRT, algo que no vi en ningún libro. Traté de que se comprenda que no eran terroristas y que es un modelo a tomar en cuenta. El PRT fue la organización marxista que más logros políticos tuvo.
Noticias: ¿Cómo fue buscar documentación oculta y testigos de aquel suceso?
Plis-Sterenberg: Tuve que viajar a buscar gente desperdigada, hacer negocios… un militar, por ejemplo, me pidió 500 dólares por su testimonio, y yo necesitaba 3 datos de él. Entonces, le dije que le pagaría cuando fuera a verlo, al día siguiente, pero que me adelantara 3 cositas… nunca más lo llamé (risas). Otro era fanático de las charreteras de Europa Oriental. Compré unos cuantos libros en Rusia y se los llevé. Así tuve acceso al informe oficial del ejército sobre Monte Chingolo. Aunque me lo prestó por 15 minutos y no me dejó sacar fotocopias, fue un golazo.
Aunque no le costó aprender el idioma, en la Unión Soviética conoció el hambre y la persecución. Recuerda lo mal que tocaba la flauta uno de sus compañeros de conservatorio y su desconcierto porque ese flautista de poca monta hubiera logrado entrar al exigente mundillo académico. Cuando egresaron, el otro le pidió disculpas: “En realidad, entré a la escuela para vigilarte. Me pagaba la KGB”.
Noticias: ¿Por qué lo controlaba la KGB?
Plis-Sterenberg: Yo hacía colectas de útiles escolares para los chicos de las zonas liberadas en El Salvador, organicé una declaración de repudio por el bombardeo de los Estados Unidos a Panamá que no fue publicada en ningún diario porque la revolución estaba muerta, pero los órganos funcionaban.
Noticias: ¿Tenía conciencia del riesgo?
Plis-Sterenberg: Yo me batía por mis ideas. Creo que con un grado de conciencia y también uno de inconsciencia. Pero… soy así…
Hace años dirigió 5 funciones en el teatro Royal Opera House, en Londres, lo que le valió una última gala de protocolo en la que una viejita saludaba uno a uno a cada artista. La desvalida señora era Margaret Thatcher y cuando estuvo delante del argentino, él cruzó deliberadamente los brazos y ella quedó con la mano extendida, la mandíbula caída y los ojos eyectados en un off side multiplicado por la pantalla de la tevé en vivo. “Fue mi granito de arena diplomático”, revive hoy.
Noticias: Batirse por las ideas, ¿es en tiempo pasado?
Plis-Sterenberg: No, no (silencio) Estoy un poco perdido en el conflicto político actual.
Noticias: ¿Votó en las últimas elecciones?
Plis-Sterenberg: No, todavía tengo registrada mi dirección en Rusia.
Noticias: ¿Qué opinión tiene del gobierno kirchnerista?
Plis-Sterenberg: (silencio) Este gobierno tendría que cumplir con el programa montonero que incluía un interés por la cultura muy grande. En vez de eso, cada vez achican más el presupuesto.
Noticias: ¿Y qué piensa de Cristina Fernández?
Plis-Sterenberg: Creo que se confiaron demasiado, todavía no había bajado la ola de Néstor y él subió a su mujer, pero con el manejo que hizo del tema del campo demostró que tiene muy poca cintura política.
Noticias: ¿Cómo le cayó la metáfora presidencial del “secuestro de goles”?
Plis-Sterenberg: Me pareció muy desafortunada, es una burda comparación.
Noticias: ¿Le cree al Gobierno su compromiso con los Derechos Humanos?
Plis-Sterenberg: El compromiso con los Derechos Humanos y con la Justicia es quizás lo menos manchado de su gestión.
Noticias: ¿Y cómo vivió la discusión entre Graciela Fernández Meijide, Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto por la cantidad de desaparecidos?
Plis-Sterenberg: (silencio) Me duele la división, pero disculpo a los organismos que al fin y al cabo son los que hicieron lo que la izquierda no supo. Fueron intransigentes y esa intransigencia logró sacar a los militares. Veo a la izquierda y me da vergüenza. Porque acá la izquierda es fundamentalista, tiene un montón de clichés y lanza consignas irrealizables. No se parece en nada a los planteos realistas del PRT.
Noticias: ¿Por qué se apartó de ese movimiento?
Plis-Sterenberg: Yo era un perejil, integraba una pequeña célula y tenía un responsable que se llamaba Cacho. Cuando me puse a escribir el libro, lo empecé a buscar y ahí me enteré de que la mitad del partido se llamaba Cacho y la otra mitad, Fierrito (risas). El PRT no se supo bajar del movimiento armado que empezó a avanzar por sí solo. Cuando me enteré por los diarios de lo de Monte Chingolo, me di cuenta de que era el fin. Fue el ensayo en laboratorio de la posterior masacre generalizada.
Noticias: También estuvo dos años en la clandestinidad.
Plis-Sterenberg: Sí, en el `76 estaba con un organismo, no quiero decir el nombre, ya quería volar de ahí. Después, me fui a Nicaragua y aprendí mucho. Cuando volví en el `79, trabajé en los movimientos de DD.HH.
Noticias: ¿Por qué dejó de militar con la vuelta democrática?
Plis-Sterenberg: Porque no le daba crédito a ninguna fuerza de izquierda.
Noticias: ¿Qué piensa del triunfo que tuvo Pino Solanas en las últimas elecciones?
Plis-Sterenberg: Él me parece medio exótico, pero me alegré por sus resultados. Lo hubiera votado.
Noticias: Volviendo a la investigación del libro, ¿qué sintió al estar frente a los militares? ¿Tuvo ganas de mostrar su enojo como con Thatcher?
Plis-Sterenberg: La discusión era inconducente, yo necesitaba sus datos y sus testimonios. Además, me encontré con que no todos los militares eran lo mismo.
Noticias: ¿Eso lo descubrió durante la investigación o lo sospechaba y por eso investigó?
Plis-Sterenberg: No, lo descubrí ahí y fue muy impactante.
Noticias: A esta altura, ¿se siente domesticado?
Plis-Sterenberg: Me resisto a la domesticación, que existe y que me llegó, pero no me rindo y me agarro de donde puedo para ser un opositor. Creo que la cultura honesta puede cumplir un rol en el interior de las personas.
Por un pacto con Dios, Plis-Sterenberg trocó guerrilla por orquesta. Fue en Nicaragua, cuando lo tenían arrodillado y apuntándole con un fusil en la cabeza: “Me sacás de acá vivo, y largo las armas y me meto con la música en serio”, suplicó. Se salvó y cumplió la promesa. De todos modos, para él la música siempre tuvo componentes bélicos. A los 5 años escuchaba “El lago de los cisnes” y se transformaba en un guerrero que luchaba por rescatar a la princesa. Es su naturaleza: subir al cielo al mismo tiempo que enlodarse en la tierra.